Guerra Fria
Enviado por itsjig • 2 de Mayo de 2014 • 1.925 Palabras (8 Páginas) • 198 Visitas
El factor que impulsó la unión contra Alemania fue que era una potencia fascista. Lo que estaba en juego no era sólo el equilibrio de poder entra las naciones-estado que constituían el sistema internacional, y que la política de occidente había de interpretarse no tanto como un enfrentamiento entre estados, sino como una guerra civil ideológica internacional. La frontera no separaba al capitalismo y al comunismo, sino al “progreso” y a la “reacción”.
Fue una guerra internacional porque suscitó el mismo tipo de respuestas en la mayor parte de los países occidentales, y fue una guerra civil porque en todas las sociedades se registró el enfrentamiento entre las fuerzas pro y anti-fascistas.
En 1935 Alemania denunció los tratados de paz y volvió a mostrarse como una potencia militar y naval de primer orden y abandonó desdeñosamente la Sociedad de Naciones. Mussolini, mostrando el mismo desprecio hacia la opinión internacional, invadió ese mismo año Etiopía, que conquistó y ocupó como colonia en 1936-1937, y a continuación abandonó también la Sociedad de Naciones. En 1936, en España un golpe militar, apoyado por Alemania e Italia, inició la guerra civil española. Las dos potencias fascistas constituyeron una alianza oficial, el Eje Roma-Berlín, y Alemania y Japón concluyeron un “pacto anti-Comintern”. En 1938 Alemania consideró llegado el momento de la conquista. En el mes de marzo invadió y se anexionó Austria sin resistencia militar y, tras varias amenazas, el acuerdo de Munich de octubre dividió Checoslovaquia y Hitler incorporó a Alemania extensas zonas de ese país, también en esta ocasión sin que mediara un enfrentamiento bélico. En 1939 Alemania ocupó Polonia y Europa quedó paralizada por la crisis polaca. De esa crisis nació la guerra europea de 1939-1941, que luego alcanzó mayores proporciones, hasta convertirse en la segunda guerra mundial.
Pero hubo otro factor que transformó la política nacional en un conflicto internacional: la debilidad cada vez más espectacular de las democracias liberales y su incapacidad o su falta de voluntad para actuar, unilateralmente o de forma concertada, para resistir el avance de sus enemigos.
El llamamiento en pro de la autoridad antifascista debería haber suscitado una respuesta casi inmediata, dado que el fascismo consideraba a todos los liberales, los socialistas y comunistas, a cualquier tipo de régimen democrático y al régimen soviético, como enemigos a los que había que destruir. Todos ellos, pues, debían mantenerse unidos, si no quería ser destruidos por separado. Los comunistas, después de la subida de Hitler al poder, se convirtieron los defensores más sistemáticos y más eficaces de la unidad antifascista.
El antifascismo organizó a los enemigos tradicionales de la derecha pero no aumentó su número; movilizó a las minorías más fácilmente que a las mayorías. Los campos de concentración servían sobre todo como factor de disuasión frente a la posible oposición comunista y como cárceles de los cuadros de las fuerzas subversivas, y desde ese punto de vista eran vistos con buenos ojos por muchos conservadores convencionales.
La segunda guerra mundial pondría en evidencia que, para ser eficaz, cualquier alianza antifascista debía incluir a la URSS, a pesar de la resistencia de los gobiernos occidentales a entablar negociaciones efectivas con el estado rojo, incluso en 1938-1939, cuando ya nadie negaba la urgencia de una alianza contra Hitler.
La democracia liberal retrasó o impidió las decisiones políticas, particularmente en Estados Unidos, e hizo difícil, y a veces imposible, adoptar medidas impopulares. Incluso un presidente fuerte y popular como Roosevelt se vio imposibilitado de llevar adelante su política exterior antifascista contra la opinión del electorado. De no haber ocurrido el episodio de Pearl Harbour y la declaración de guerra de Hitler, es casi seguro que los Estados Unidos habrían permanecido al margen de la segunda guerra mundial.
Lo que debilitó la determinación de las principales democracias, europeas, Francia y Gran Bretaña, fue el recuerdo de la primera guerra mundial. Lo sentían tanto lo votantes como los gobiernos, porque su impacto había sido de extraordinarias proporciones y de carácter universal. Había que evitar a cualquier precio una nueva guerra de esas características. La guerra había de ser el último de los recursos de la política.
La izquierda estaba ante un dilema. Por una parte, la fuerza del antifascismo radicaba en que movilizaba a quienes temían la guerra; tanto los horrores del conflicto anterior como los que pudiera producir el siguiente. El hecho de que el fascismo significara la guerra era una buena razón para oponérsele. Por otra parte, la resistencia al fascismo no podía ser eficaz sin el recurso a las armas.
No obstante, no puede utilizarse el dilema político de la izquierda para explicar el fracaso de los gobiernos, entre otras razones porque los preparativos para la guerra no dependían de las resoluciones aprobadas en los congresos de los partidos ni del temor a los resultados de las elecciones.
Francia y Gran Bretaña se sabían demasiado débiles para defender el orden que había sido establecido en 1919 para su conveniencia. También sabían que ese orden era inestable e imposible de mantener.
Ni el uno ni el otro tenían nada que ganar de una nueva guerra, y sí mucho que perder. La política más lógica era negociar con Alemania para alcanzar una situación más estable en Europa y para ello era necesario hacer concesiones al creciente poderío alemán. Fue la llamada política de “apaciguamiento”. No era difícil prever que una segunda guerra mundial arruinaría la economía de Gran Bretaña y le haría perder una gran parte de su imperio. En efecto, eso fue lo que ocurrió, aunque era un precio que los socialistas, los comunistas y Roosevelt estaban dispuestos a pagar por la derrota del fascismo.
Ahora bien, el compromiso y la negociación eran imposibles con la Alemania de Hitler, porque los objetivos políticos del nacionalsocialismo eran tradicionales e ilimitados.
La
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