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Guerra y diplomacia: campañas militares y expansión francesa


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  Tesis  •  5.585 Palabras (23 Páginas)  •  278 Visitas

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Esteban Canales .Cap. 2: Guerra y diplomacia: campañas militares y expansión francesa (f.24)

La guerra fue para la Francia revolucionaria y napoleónica, un hecho habitual, del que participaron las potencias europeas de la época: Gran Bretaña se mantuvo en guerra con Francia durante veintidós años; Rusia, durante trece años y medio; Austria, trece y España, diez. Desde 1792 hasta 1815 no hubo un solo año en el que Francia no estuviese en guerra con alguno o varios de los estados europeos.

La guerra que estalla en 1792 fue para Francia inicialmente una guerra defensiva frente a Prusia y Austria, y luego contra la mayoría de las potencias europeas, unidas en una primera Coalición; guerra que pronto fue victoriosa, gracias a la superioridad del ejercito nacional francés, engrosado por la incorporación de soldados voluntarios y una primera leva masiva, frente a unos ejércitos tradicionales, con tropas no motivadas. Como resultado de las primeras victorias, comenzó la expansión, sustanciada en los tratados de paz con Toscana, Holanda, Prusia y España. Razones de interés estratégico, económico y financiero explican la guerra de expansión. Napoleón coloca a la guerra como elemento clave de su política exterior. La diplomacia supeditada a la guerra, sirve para sancionar los resultados logrados por medio de esta.

Junto a la presencia constante de la guerra, la rivalidad entre Gran Bretaña y Francia es otro rasgo permanente, que se inscribe en el enfrenamiento de más larga trayectoria entre ambas potencias por afirmar la hegemonía de uno de los dos modelos en competencia, el británico, marítimo y abierto al libre comercio, y el francés, terrestre y orientado hacia la defensa de los espacios protegidos.

I. LAS PRIMERAS CONQUISTAS:

La rivalidad francobritánica iba a ser una constante a lo largo de casi todo el periodo, como la había sido durante todo el siglo XVIII. Respondía al conflicto de intereses entre un estado (británico) que intentaba asegurar el control de los mares para proteger sus colonias y las rutas comerciales y otro estado (Francia) con vocación continental pero también con aspiraciones de potencia colonial y, lo que era más peligroso para Gran Bretaña, que amenazaba con asentarse sobre la costa del Mar del Norte. De lograr este ultimo objetivo, Francia pondría en peligro directo la seguridad británica e, indirectamente, a través de un hipotético control de Holanda y de su flota, su dominio de las rutas marítimas. Esta amenaza se hizo realidad al inicio de 1795: los ejércitos franceses entraron sin resistencia apreciable a holanda, transformaron el territorio de las Provincias Unidas en una republica satélite con el nombre de Republica Bátava y se apoderaron de su flota, casi al tiempo que Gran Bretaña lo hacia de sus colonias. El tratado de la Haya (1795) sanciono la situación de dependencia de la nueva republica, obligada a declarar l guerra a Gran Bretaña, mantener un ejercito francés de ocupación y pagar una indemnización a Francia.

Contra Austria, el directorio proyecto la campaña de 1796, que contemplaba el ataque sobre territorios austriacos desde dos frentes: desde Alemania, donde dos ejércitos, deberían converger desde el Rin hacia Viena, y secundariamente, desde Italia, operación encargada al entonces joven general Napoleón Bonaparte. Pero en Italia Napoleón Bonaparte decidió la lucha en veinte meses, en una campaña victoriosa, en la que exploto la maniobrabilidad de sus tropas, capaces de desbordar al enemigo en largas manchas y de sorprenderlo presionando con parte de sus efectivos sobre sus puntos débiles. Napoleón también demostró ambiciones mas allá del terreno militar, pues reestructuró, sobrepasando las atribuciones conferidas por el directorio, el mapa de Italia: la paz de Campoformio, impuesta a Austria supone del lado austriaco el reconocimiento de la República Cisalpina, la sección de países bajos austriacos a Francia y la aceptación de la anexión francesa de la orilla izquierda del Rin. Austria recibía buena parte de la hasta entonces independiente republica de Venecia, mientras el resto del territorio continental de la antigua republica se integraba en la republica Cisalpina y las posesiones venétas en las islas cónicas iban a parar directamente a Francia.

Tras Campoformio solo Gran Bretaña se mantuvo enfrentada Francia. Las negociaciones difícilmente podían conducir a la paz. Francia envío contra su rival un pequeño cuerpo expedicionario al oeste de Irlanda y acabo fracasando; era la segunda tentativa de desembarco en Irlanda. Pero la política de expansión territorial del directorio y la personal aventura de Napoleón en Egipto acabaron propiciando una segunda coalición antifrancesa, con Gran Bretaña, Rusia, Austria, Turquía y Nápoles como integrantes. La formación de presencia francesa en territorios europeos se había concretado en varios acontecimientos inquietantes para Austria y otros estados menores: intervención armada en Suiza que propicia la creación de una republica Helvética; conversión de la recién formulada republica Cisalpina en un estado satélite; invasión de estados pontificios y posterior proclamación de republica romana; ocupación militar del Piamonte.

La expedición a Egipto (1798) se planteó como una empresa fácil avalada por el entonces ministro de asuntos exteriores, Talleyrand; encajaba dentro de un plan de debilitamiento de la flota británica que le obligaba a defender objetivos dispersos y tena la ventaja complementaria de permitir al directorio desembarazarse temporalmente de un ambicioso general. En su inicio la empresa se desarrolla sin inconvenientes. En el camino hacia Egipto (posición nominal del imperio Turco) aprovechó para ocupar Malta (interés estratégico).

La expedición inquieto a Turquía y Rusia y las impulso hacia la guerra. La primera se había mantenido hasta entonces al margen de los conflictos con el poder revolucionario como también lo había hecho Rusia. La neutralidad Rusa se debía a que el país no se consideraba verdaderamente amenazado en sus intereses mientras existiese un equilibrio entre Francia y sus vecinas Austria y Prusia. Para Austria el afianzamiento francés en Italia era materia suficiente para el enfrentamiento.

Las hostilidades se inician en Italia y fueron los Borbones napolitanos, quienes imprudentemente rompieron el fuego atacando con la confianza de que las protestas contra gobiernos republicanos establecidos en la península imposibilitarían la respuesta militar del adversario. La corte de Nápoles ya había previamente roto un compromiso de neutralidad con Francia, al aprovisionar en 1798 a la escuadra británica en su ruta a Egipto. La reacción francesa obligo a los monarcas de Nápoles a refugiarse en Sicilia, bajo la protección británica, mientras tropas francesas

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