HISTOIRA DE LA SOCIOLOGIA

ombre es una realidad social, así dice Zubiri que antes de que pueda darme cuenta, han intervenido ya en mi vida y están interviniendo

en ella. Pero prosigue diciendo que el análogo es uno mismo. No soy yo quien proyecta peculiaridad sobre los demás, sino que son los demás quienes me van haciendo como ellos Zubiri pasa a considerar que el hombre es vinculable y vinculado. La presión social, a su juicio no es un carácter constituido, sino consecutivo. Y es ahora cuando rechaza la sociedad como realidad sustantiva, sin embargo prosigue diciendo que el niño se encuentra entreverado con los demás y lo van configurando. Los individuos son el espíritu subjetivo mientras que la mentalidad sería el espíritu objetivo. Cada clase social posee una cultura propia.

El hombre se socializa y se convierte en español, francés, ya que se hace miembro de una determinada clase social. Todo el proceso de socialización varía según el nivel social de que se trate, cada clase social tiene su propia forma de vida. En la obra “La distinción” de Bourdieu se recuerda que las noblezas son esencialistas, tienen la existencia por emanación de una esencia, pero lo cierto es que la posición que se ocupa en el espacio social se enseña y se aprende. Los estetas sienten horror por los pedagogos y la pedagogía, prefieren considerar que el gusto se tiene naturalmente, que la verdadera cultura es natural. Y Bourdieu nos muestra que el espacio de las posiciones sociales se corresponde al espacio de los estilos de vida.

Aún dice que los profesores somos los que menos gastamos en vestuario, escribe unas páginas penetrantes sobre la timidez corpórea de los

pequeños burgueses que contrasta con la soltura de los burgueses. Observa Bourdieu que cada oficio imprime sus hábitos en el cuerpo del hombre que lo ejerce. Obviamente todas estas pautas se modifican a través del tiempo y del espacio.

A lo largo del proceso de socialización, mediante la impronta de la familia y de la escuela, la sociedad en general, el hombre queda socializado. Sin embargo, no se debe subestimar el hecho irrefragable de la libertad. Al individuo le queda tanta o cuanta dosis de la misma, y puede conformarse íntegramente o retraerse o rebelarse contra los valores culturales que la sociedad pretende insuflarle. Las posibilidades de adaptación son muchas, en realidad tantas como individuos.

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