HISTORIA DE LA PARROQUIA EL LAUREL DAULE
Enviado por markim • 18 de Noviembre de 2018 • Apuntes • 6.517 Palabras (27 Páginas) • 1.967 Visitas
“LA HISTORIA DE MI PUEBLO, EL LAUREL”
La parroquia rural El Laurel, pertenece al cantón Daule, provincia del Guayas, Ecuador.
La historia de la actual y floreciente parroquia rural El Laurel, la más grande y poblada del cantón Daule, data más o menos desde el año 1908. En ese entonces este pueblo estaba constituido por pocos habitantes, entre ellos residía por estos lugares el señor Onofre Avilés López y hermanos; Cruz Jiménez y hermano; la señora Carmen López de Franco, quién tenía dos hijas llamadas: Flor María y Zoila Victoria Franco López. Refiriéndome al primero de los nombrados Onofre Avilés López, él era propietario de una extensión de terreno muy considerable que abarcaba unos 20Km2; era un señor de nacionalidad española, quién le puso a su hacienda por nombre “Potosí”.
La hacienda “Potosí” una parte de la misma era ganadera y la otra estaba cultivada con caña de azúcar (Cantero) de la que sacaba la miel y la rica rapadura (panela), los molinos para moler la caña estaban situados un poco distantes de la casa de la hacienda, los mismos que eran halados por caballos o mulares adiestrados para esta clase de trabajo, dicho señor tenía un alambique, muchos se preguntarán ¿qué es un alambique? Un alambique es un aparato (máquina) que sirve para destilar la miel y sacar el aguardiente (puro) de caña dulce, los mismos que eran manejados por la mano del hombre de campo, pues eran prácticos y que de vez en cuando se echaban su buche, así le llamaban a un trago de aguardiente puro de caña y, de repente este, o sea el trago, les cogía y se mareaban, pero esto lo hacían cuando el patrón blanco, así lo llamaban en esa época al dueño de propiedades de tierras, no estaba. Este antes de enojarse se reía de encontrar más de cuatro de sus trabajadores o como los llamaban “peones” mareados, pues estos lo hacían cuando el dueño estaba en el trabajo, sino que salía en un brioso corcel a dar vuelta a la hacienda o ver en qué condiciones se hallaban las cercas o medianeras, como también por si encontraba alguna vaca perdida en el monte ya que esto siempre sucedía.
Pues en esa época el “peón” ganaba nada más y nada menos que cuatro reales (cuarenta centavos) y dizque se pasaba una vida cómoda y feliz, como el dueño de la hacienda era buena persona les regalaba de sus productos agrícolas.
La señora Carmen López, su propiedad la dejó repartida entre sus hijas; Zoila Victoria y Flor María Franco López. Zoila Victoria se comprometió con Pedro José Espinoza y Flor María con Pablo Germán, dedicándose a la cría de ganado vacuno y caballar, como también a la crianza de porcinos y cultivos de arroz.
Cruz Jiménez y hermano, agricultores, sembraban arroz, maíz, yuca, camote y otros productos de nuestra costa. De la unión con la señora María Cortez, dejó varios hijos de los cuales al heredar estos terrenos han levantado sus viviendas, habiendo con ello contribuido al engrandecimiento y desarrollo del pueblo.
En aquella época no existían más de dos casas la de Cruz Jiménez y la señora Carmen López de Franco, por cuanto la casa de Hacienda “Potosí” estaba más distante; es necesario resaltar y manifestar que, lo que hoy es la parroquia El Laurel, antes perteneció a la Villa Santa Clara de Daule; pero como una de sus parroquias denominada “Salitre” se cantonizó en el año 1959 pasando a formar parte de lo que conocíamos como el Cantón Urbina Jado, por lo tanto, Laurel se desmembró como recinto del Cantón Daule, con los siguientes límites: por el norte con el recinto Las Peñas; por el sur con el recinto Yurima; por el este con el recinto La Parroquia; por el oeste con el recinto el Salto, el recinto Laurel se encuentra atravesado por el Río Pula (afluente del Río Vinces) de este sale un brazo o estero del lado oeste el cual siguiendo su curso va pasando con sus aguas varios recintos y políticamente reparte al recinto en tres jurisdicciones, una a la parroquia Daule del mismo cantón; otra a la parroquia Santa Lucía de Daule y la otra a la parroquia Salitre del cantón Urbina Jado.
Por el año de 1911 que ya se sentía el comercio por estos lares (haciendas), llegó una canoa de ramada un señor oriundo de Daule de nombres Francisco Sabino Coloma Macías, quien era comerciante en víveres, el cual cuando venía en su canoa de piezas anunciaba su llegada por medio de una bocina (corneta) de hojalata que al soplarla se oía a distancia y entonces los habitantes se preparaban para hacer sus compras; dicho señor por su forma de portarse con sus clientes se captó la simpatía de todos los clientes de esta comarca, quien a su vez rápidamente se enamoró de una simpática señorita llamada María Eulalia Avilés Mindiolaza, con quien se unió.
De cuya unión existen muchos hijos, unidos los dos, de mutuo acuerdo resolvieron edificar una casa en territorio de propiedades de su esposa, pues fue allí que fincó sus esperanzas de progreso. Era el año de 1914 cuando instaló la tienda de abarrotes en general, así como también hizo construir un horno para pan, dedicándose a la vez a la cría de ganado vacuno, caballar, porcinos, aves de corral para obtener la mercadería para abastecer su tienda viajaba a la ciudad de Guayaquil en su canoa de piezas, la que era manejada en la popa por su dueño y como remadores dos hombres fuertes de la localidad, la salida hacia Guayaquil desde este lugar era todo a favor, pues la corriente natural del río les llevaba hasta la desembocadura del río Pula – Daule, de manera que si estaba subiendo la marea tenían que esperar la llegada de la baja mar para poder seguir el viaje a Guayaquil empleando normalmente dos días para llegar al lugar de destino, en cambio en el regreso con la canoa cargada de víveres era muy penoso el viaje ya que forzosamente había que esperar la subida de la marea y en cuanto bajaba acordonar para no ser arrastrados por la fuerza de la corriente y de esta manera hasta llegar a la boca del Pula – Daule, para de allí en adelante utilizar unas varas de palo llamadas palancas, de aproximadamente ocho a diez varas, con las cuales se empujaban desde el barranco y en ciertas circunstancias era necesario utilizar cabos para halar la canoa demorando en esta odisea hasta llegar a Laurel por lo general seis días, ya que por lo riguroso de los inviernos 6 meses de aguaceros al año, el río pasaba la mayor parte del año crecido arrastrando en su cauce cantidades de lechuguinos que lo copaban haciendo por lo tanto dificultoso el viaje en extremo, estando proclives a encontrar culebras X (equis), así como también lagartos, para lo cual era indispensable la escopeta el yatagán o machete para defenderse de cualquier ataque ya sea de animales o personas (robo) inclusive en esta época era común que los lagartos a las canoas pequeñas las viraran corriendo el riesgo sus ocupantes de morir devorados; resulta interesante insertar en esta narrativa el hecho de los que utilizaban este medio de transporte para alimentarse uno de los remeros o palanqueros se anticipaba en todo lo necesario para los días de viaje y en la misma canoa se preparaban los alimentos (la comida) en ollas de barro las cuales aún se hacen en el recinto las Piñas de la jurisdicción cantonal de Daule.
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