HISTORIA DE LA QUÍMICA
STIBEN212620 de Mayo de 2014
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TRANSFORMACIONES ORIGINARIAS Y PRIMEROS APRENDIZAJES
La Tierra hace 4 600 millones de años necesariamente tuvo que ser un gigantesco reactor químico.
Los primeros océanos albergaron bacterias y algas que durante millones de años aportaron dioxígeno a los mares y a la atmósfera primitiva posibilitando la aparición y desarrollo, unos 570 millones de años atrás, de formas marinas de vida que obtuvieran energía mediante la respiración.
Más de 170 millones de años debieron pasar aún para que se formara una capa de ozono estratosférica que absorbiera la radiación ultravioleta dura de los rayos solares. Gracias a esta capa protectora y al establecimiento en el planeta de condiciones climáticas favorables aparecieron en tierra firme las primera arañas y ácaros y luego, unas decenas de años más tarde los anfibios invadirían la tierra.
Recientemente para la escala de los tiempos geológicos, hace un par de millones de años se inaugura la era del género homo que en su evolución da lugar, unos miles de años atrás, a la especie humana (homo sapiens sapiens).
Durante estos dos millones de años, los antecesores directos del hombre moderno, en un proceso repleto de obstáculos, debieron transformar como primer material la piedra, de manera que le sirviera como herramientas y utensilios.
La selección de la piedra para estos fines tuvo que basarse en la comparación de las propiedades de los materiales disponibles: madera, hueso, pieles. Pero no sólo la piedra debió ser trabajada, si bien la naturaleza pétrea del utillaje lítico permite que llegue a nuestros días, en yacimientos fechados entre 2 y 1,5 millones de años se han encontrado también huesos de animales con marcas grabadas, y varias investigaciones sugieren que muchos de las herramientas de piedra fueron precisamente empleadas para trabajar materiales orgánicos como la madera.
Paralelamente con la práctica impulsada por la necesidad de transformar ventajosamente las formas de los materiales, estos antepasados del hombre debieron reparar en las numerosas transformaciones que alteran la naturaleza de los materiales en su entorno: los volcanes producen lava y gases que afectan lo vivo y transforman el panorama natural, los rayos desatan incendios forestales, la carne cazada y los cadáveres se descomponen, los jugos de frutas se agrian o eventualmente se convierten en bebidas extrañamente estimulantes.
Con la conquista del fuego, su conservación y posterior producción, asistimos tal vez a la primera transformación química resultante de la actividad humana. La producción del fuego implicaba siempre la transformación de un material vegetal seco en cenizas y la liberación de humos.
Existen las evidencias de que el fuego fue empleado por el hombre de Pekín (un Homo Erectus) hace 1,5 millones de años.
El fuego representó fuente de calor y luz, y medio de protección frente a los depredadores. Su utilización posterior para cocer los alimentos les produjo importantes transformaciones anatómicas – fisiológicas que aumentaran la capacidad del cerebro y contribuyeran al desarrollo de los órganos del lenguaje.
Así, a través de una práctica condicionada por la amalgama de casualidad y necesidad, el hombre primitivo aprendió que al calentar con ayuda del fuego ciertos materiales estos se transformaban en otros que exhibían nuevas y atractivas propiedades.
Mucho tiempo después, hace unos 40 000 años, en tiempo que se clasifica como el paleolítico superior, el fuego se utiliza para calentar la piedra a fin de facilitar su trabajo, y para alterar el color de los pigmentos naturales que eran luego utilizados para pintar las paredes de las cuevas.
Se inicia así un matrimonio de las transformaciones químicas con el arte que llega hasta nuestros días. Pero las obras del arte rupestre demuestran dos cosas más:
•La búsqueda de los ocres minerales, el óxido de hierro (III) y los óxidos del manganeso constituyó la primera actividad minera.
•La penetración en lo profundo de las cavernas y el trabajo en su interior exigen de una iluminación artificial. Unos cuantos candiles de piedra encontrados, en cuyo interior ardieron grasas animales así lo atestiguan.
Con seguridad, el uso y mantenimiento del fuego significó un catalizador importante en el fin del nomadismo y en el desarrollo de los primeros asentamientos humanos estables. No es extraño que la adoración del fuego sea un denominador común de mitologías aparecidas en diferentes culturas y distantes escenarios geográficos.
La combustión, esa bendita reacción que a la vez mantiene vivo el infierno, fue pues fuente de progreso y de conocimiento para el hombre desde los primeros tiempos.
En la próxima sección veremos como el fuego propició el dominio de extraordinarios avances.
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La capa de ozono estratosférica funciona como un filtro natural de las radiaciones solares dañinas y casi 400 millones de años después de su formación la actividad irracional del hombre en el planeta ha puesto su existencia en peligro.
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La era de la piedra abarca la mayor parte de la existencia humana. Y aún hoy de numerosas rocas el hombre fabrica importantes materiales
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El hombre al conquistar el fuego gobernó la primera transformación química y toda su vida posterior resultó transformada.
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La alteración de los colores de los ocres minerales fue condición necesaria para el desarrollo del arte parietal del hombre de las cavernas.
AVANCES EN EL MUNDO ANTIGUO
La inauguración hace unos diez mil años de la cultura de la cerámica, supuso el dominio de la arcilla, mineral complejo formado por un silicato de aluminio que posee una cierta naturaleza plástica y al secar o ser sometido a calentamiento endurece.
Al aprender el hombre a trabajar el barro, se inicia la producción de ladrillos y el desarrollo del arte alfarero, que coincide en ciertas civilizaciones con el desarrollo de la agricultura y la edificación de los primeros asentamientos humanos.
La ciudad antigua de Jericó, una de las primeras comunidades agrícolas, muestra, en su segundo nivel de ocupación que data del milenio VIII a.C., un gran número de casas redondas de ladrillo de adobe.
Las técnicas involucradas en el reconocimiento de los minerales, el proceso de reducción a metales y su fundición, la forja y el templado de los metales han tenido tal repercusión en el progreso social que los historiadores han periodizado etapas de desarrollo como Edad del Cobre, del Bronce y del Hierro.
El dominio de los metales se inicia por el cobre, elemento 25 en abundancia relativa en la corteza terrestre, pero que puede encontrarse en estado nativo y se reduce de sus óxidos con relativa facilidad.
Precisamente la génesis de la metalurgia se presenta cuando los hombres aprendieron que un calentamiento enérgico de una mena azulada con fuego de leña, producía un nuevo material rojizo, resistente y que poseía una propiedad no exhibida por la piedra, su carácter maleable. Este material permitía la fabricación de instrumentos más efectivos y duraderos.
Asistimos al inicio de la Edad del Cobre en dos regiones tan distantes como el Medio Oriente y la actual Serbia, unos 4 000 años a.C.
Uruk (la Erech bíblica) una de las primeras ciudades mesopotámicas levantadas en el milenio III a. C., presenta templos de adobe decorados con fina metalurgia y una ornamentación de ladrillos vidriados.
Sorprende que descubrimientos arqueológicos demuestren la entrada en escena de un nuevo material más duro que el cobre, unos 500 años antes del inicio de la Edad del Cobre. En el sudeste asiático, en la tierra de los Thai, debieron practicar la reducción de una mezcla de minerales que diera origen a la primera aleación trabajada por el hombre: el bronce.
El bronce, una aleación constituida por cobre y estaño (y en menor proporción otros metales), es más duro y resistente que cualquier otra aleación común, excepto el acero, y presenta un punto de fusión relativamente bajo.
El desarrollo desigual que experimentaron las civilizaciones antiguas, erigidas en distintos escenarios naturales, hace que el dominio de un material y el arte o técnica de elaboración de objetos con él aparezca en fechas bien distintas. Un milenio más tarde, según lo demuestran hallazgos en la tumba del faraón Itetis, los egipcios fabricaban el bronce.
Existen los testimonios sobre la existencia de instrumentos de un nuevo material ya por el año 1 500 a. C. Los hititas, pueblo que se instala en el Asia Menor durante siglos, debieron vencer las dificultades prácticas que supone aislar el hierro de sus óxidos minerales. Se necesita ahora el fuego del carbón vegetal y una buena ventilación. Estos obstáculos debieron ser superados porque el dominio del hierro suponía herramientas y armas más fuertes y duraderas y además porque el hierro aventajaba al cobre en algo muy importante: los yacimientos de sus minerales eran más abundantes.
De cualquier forma, la tecnología del hierro no se implanta
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