HISTORIA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Enviado por • 28 de Noviembre de 2014 • 1.525 Palabras (7 Páginas) • 390 Visitas
HISTORIA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS
La procesión del Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla o Cristo Moreno, recorre las calles limeñas todos los años en el mes de Octubre desde 1687, trayendo consigo bendiciones de unión, esperanza, fervor católico y tradición. En el mes de Octubre la imagen del Cristo crucificado mueve a millones de fieles en procesión. Los fervientes devotos vestidos de morado tratando de emular a las hermanas nazarenas, llevando detentes como símbolo de adhesión y devoción al Señor.
Cuenta la historia que a mediados del siglo XVII un humilde negro angola llamado Benito, pintó al Cristo crucificado en un paño de muro, dentro del muladar de Pachamilla, una zona donde los negros angolanos se agruparon viviendo en una pobreza absoluta.
El 13 de Noviembre de 1655, a las 2:45 de la tarde se produjo un terrible terremoto en Lima y El Callao, derrumbando Iglesias, sepultando mansiones dejando miles de muertos y damnificados.
Todas las paredes de la cofradía se vinieron abajo, excepto el débil muro de adobe en el cual se encontraba pintada la imagen de Jesús. La imagen quedó intacta, sin ningún resquebrajamiento.
Entre el 6 y el 12 de setiembre de aquel año llegó a la ermita de Pachacamilla una comitiva, que incluía un pintor que acercó su escalera a la pared y extendió su mano con la brocha para borrar la venerada imagen de Cristo. En ese momento sufrió un desmayo y tuvieron que sostenerle para que no cayera. Al recuperarse lo intentó de nuevo, pero al darle el primer brochazo, quedó paralizado, después de lo cual se negó rotundamente a intentarlo de nuevo.
Un alarife lo intentó voluntariamente, pero también quedó paralizado. Luego nadie se atrevió a intentarlo. En ese momento se oscureció el cielo y comenzó una gran lluvia, como nunca se había visto en Lima.
Los devotos testigos de aquellos sucesos murmuraban que eran señales de Dios, que no quería que se borrara la imagen.
EL PRIMER TEMPLO
Poco después, los vecinos del lugar empezaron de nuevo a interesarse por la imagen. Los días viernes, por ejemplo, se cantaba allí el "Miserere" con el acompañamiento de un arpa. También se celebraba la fiesta de la Cruz, como sucede hasta el día de hoy.
Estos cultos llegaron a oídos del conde de Lemos, Virrey de Lima, quien visitó el lugar en compañía de su esposa Ana de Borja. Ambos quedaron muy impresionados y decidieron elevar una ermita provisional.
Cumpliendo con lo dispuesto por el virrey, se inició la construcción de una cerca de adobes, se techó el galpón y se levantó un altar. Culminados los trabajos dentro de la más absoluta sencillez, decidieron celebrar en el lugar una misa el 14 de septiembre de 1671, fecha en que se celebra la Exaltación de la Cruz, como una forma de desagraviar al Cristo de Pachacamilla, por las ofensas inferidas a su imagen.
Al parecer las imágenes de la Virgen María y la de San Juan pintados a los lados del Señor datan de ese tiempo, así como el Padre Eterno y el símbolo del Espíritu Santo, que el Conde de Lemos consideró que debían figurar.
Discreto y provisional debió ser el templo en sus inicios. El terremoto de 1746 que todo lo afectó, salvo la imagen del Señor de los Milagros, propició la reconstrucción de Lima, reconstrucción que no alcanzó al Templo de las Nazarenas.
¿POR QUÉ EL COLOR MORADO?: UNA HISTORIA DE FE
Cuentan los cronistas que una mujer llamada Antonia Maldonado, original de Guayaquil, vino al Perú y se instaló en el Callao. A la edad de 20 años fue obligada por su madre a casarse con el noble Alonso Quintanilla, matrimonio que según dicen nunca llegó a consumarse por el enorme espíritu de servicio hacia Cristo que ella guardaba.
Por esas cosas del destino, Alonso fue atacado por una extraña enfermedad y murió repentinamente dejando viuda a doña Antonia, circunstancia que le permitió dedicarse de lleno a lo que era su verdadera vocación: servir a Cristo. Por ello, funda un beaterio de nazarenas cuyo hábito era de color morado.
Debido a la intromisión del Capitán Francisco Serrano Carrillo de Albornoz, que impuso a una joven conocida suya como directora del beaterio valiéndose simplemente de las donaciones que él realizaba, doña Antonia inició posteriormente el beaterio de Montserrat denominado también Instituto Nazareno.
Desafortunadamente sólo funcionó 17 años, pues las autoridades intervinieron el lugar al verificar y comprobar que no tenía la licencia real requerida, motivo por el cual fue cerrado y luego demolido.
Finalmente, a doña Antonia
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