Hamurabi
Enviado por davidfrit • 11 de Agosto de 2014 • Tesis • 3.448 Palabras (14 Páginas) • 190 Visitas
Hammurabi (también se usan transliteraciones como Hamurabi, Hammu-rapi o Khammurabi) (1728–1686 aC. según la cronología corta y 1792-1750 aC. según la cronología media). Algunos historiadores identificaron a este rey con el Amrafel de la Biblia, rey de Sinar, pero esta posición ha caído en el descrédito.
Ascenso al trono
Rey de Babilonia de la estirpe de los amorreos, sexto de la primera dinastía babilónica, sucedió a su padre a la edad de entre 25 y 30 años. Hasta entonces, había dedicado su vida al estudio de la diplomacia, la milicia y la cultura. Cuando accedió al trono, sus poderosos rivales Shamsi-Adad I de Asiria, Rim-Sin de Larsa y Dadusha de Eshnunna ya eran hombres maduros o ancianos.
Antes de comenzar su febril campaña de conquistas, Hammurabi se dedicó a sentar las bases de su Imperio, recomponiéndolo social y económicamente. Hecho esto comenzó sus luchas contra Asiria, el Elam, Larsa y Eshnunna, en las que saqueó Gutium, Maniksum y multitud de otras poblaciones.
Conquistas
Primero se enfrentó a Rim-Sim, conquistando poco a poco sus territorios, entre ellos los enclaves de Isín y Uruk, hasta que en 1762 adC conquista Larsa, para rápidamente conquistar pequeños reinos vecinos.
Una vez consolidadas sus posesiones en el sur, el monarca volvió su atención en otras direcciones, y así, cuatro años más tarde se apoderó de las ciudades de Rapiqum y Shabili y realizó expediciones contra el país de Emutbal, al este de Babilonia. Eshnunna será su próxima conquista importante.
El poder de Babilonia se había incrementado de tal forma con la concentración de ciudades en su bando, que rápidamente se formó una coalición de ciudades del Tigris, para hacerle frente.
En la subsiguiente guerra de los Dos Ríos, la coalición del Tigris fue derrotada. La definitiva toma de Mari tuvo lugar en 1758 adC. La conquista de Mari supuso su total destrucción, incluido el palacio de Zimri-Lim, una joya de la arquitectura de la época. Por último conquista Asiria alrededor de 1754. El resultado de sus conquistas fue que convirtió un pequeño estado de 50 km² en un imperio que se extendía más allá de Mesopotamia, desde el Mediterráneo hasta Susa y desde el Kurdistán hasta el Golfo Pérsico.
En el año trigesimoprimero de su reinado Hammurabi se autoproclamó Rey de Sumeria y Acadia y Rey de las Cuatro Regiones, títulos que simbolizaban el dominio sobre Mesopotamia.
Obra
Tras las conquistas Hammurabi supo consolidar su imperio unificando su lengua, su religión y sus leyes. Es este último capítulo el que le ha hecho célebre, ya que su Código de Hammurabi, además de ser uno de las primeras iniciativas legislativas de la Humanidad, se ha convertido con los siglos en todo un icono cultural.
Además se abstuvo de atacar a las familias de hurritas que emigraron y se asentaron en la periferia de su reino, con lo que se ganó su confianza. Asimismo se dedicó a embellecer varias ciudades del imperio, no sólo Babilonia, con lo que difundió el arte por sus territorios. Gracias a todo ello consiguió entregar su imperio a su hijo y sucesor Samsu-Iluna.
Durante su reinado, Hammurabi mandó construir canales, mejorar los sistemas de riego y edificar palacios y templos.
Visto en elPais.es
El cruce de caminos entre lo real, lo mítico, lo artístico y lo literario en torno a los insondables misterios de Babilonia se ha instalado a lo grande entre las paredes del Museo del Louvre. La exposición Babylone permanecerá en París hasta el 2 de junio, antes de viajar al Museo Pérgamo de Berlín, primero, y al British Museum de Londres, después.
Se trata de descubrir lo que fue Babilonia entre los años 2000 y 75 antes de Cristo, fecha del último texto de la escritura cuneiforme. La muestra también intenta demostrar cómo la historia de Babilonia se prolonga a través de la tradición bíblica, de los textos de Herodoto o Estrabón, cómo los padres de la Iglesia la transforman en el reino de Satán, capital apocalíptica de todos los vicios. O cómo para Lutero es el espejo de la Roma corrompida de su época, centro cósmico de un poder temporal y espiritual vendido al diablo.
El ambicioso y fascinante conjunto de piezas desplegado en el Louvre describe, entre otras cosas, cómo ...el episodio de la torre de Babel -todo un desafío a Dios antes del XVI- cambia de signo y es una proeza de la razón y de la inventiva humana en el XVIII. Luego, durante el romanticismo, lo que seduce de Babilonia es su condición de imperio perdido, desaparecido, del que ni tan sólo quedan, tras tanto esplendor, unas ruinas.
La literatura, la pintura, el teatro o la ópera hacen revivir Babilonia, que resurge de debajo de toneladas de tierra y cascotes a partir de 1899, cuando los arqueólogos alemanes cierran el círculo y rescatan de las entrañas de la tierra la puerta de Ishtar, el templo a Marduk, los fundamentos del zigurat en que se fundó la leyenda babélica así como parte de la muralla de Nabucodonosor II. El cine también tiene su hueco en la aventura babilónica del Louvre, recordando cómo Griffith, en Intolerance (1916), hace revivir la ciudad a partir de los hallazgos y trabajos de los alemanes Robert Koldwey y Walter Andrae.
La exposición reúne casi 400 obras procedentes de colecciones de 14 países. La calidad de lo agrupado es dispar, pero su interés es indiscutible. El todo es coherente y estimulante. A veces, la síntesis entre deseo de conciliar mito y ciencia lleva a explicaciones formidables. El jesuita Athanasius Kircher explica e ilustra con sus cálculos y dibujos que Dios provocó el hundimiento de la torre de Babel porque, de haber sido esta aún más alta, su peso habría hundido la corteza terrestre, perforado el planeta y provocado el fin del mundo. Una vez más, Dios escribe recto con renglones torcidos.
La gran estela de basalto negro que contiene el célebre código de Hammurabi preside la primera sala. Es lógico, pues Hammurabi, con su reinado de 43 años de duración, es el fundador de un prestigio que ya ha durado casi 4.000. Reunió distintos pueblos, construyó y, sobre todo, dotó a su imperio de una ley común, el ya mencionado código. Durante siglos, los reyes querrán ser como él, se inspirarán en su figura de guerrero, jurista y urbanista.
Las pequeñas esculturas de carácter votivo, las joyas, un cetro de ónice, un cofre de terracota, sellos y estelas nos conducen hasta la sala de relieves de ladrillo vidriado. Son obras impresionantes, reconstruidas a partir de las acuarelas de Walter Andrae.
Luego, tras el momento de máxima expansión
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