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Hegemonia del papado siglo XIII


Enviado por   •  1 de Mayo de 2017  •  Documentos de Investigación  •  1.921 Palabras (8 Páginas)  •  328 Visitas

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Introducción

Esta investigación se centra principalmente en la hegemonía del papado en el siglo XIII y el poder de la iglesia durante este periodo, que estuvo interrumpido por conflictos que surgieron entre el poder papal y el emperador.

Los conflictos durante este siglo fueron de gran importancia ya que dificultaron el poder de la iglesia, sobre todo por las distintas órdenes mendicantes que surgieron en aquella época y las herejías existentes.

El tema de las herejías es de gran importancia puesto que los herejes eran sectas que estaban en contra del pensamiento cristiano y se guiaban por otros ideales de religiosidad, es por eso que la iglesia se vio amenazada ante esto y decide crear la inquisición para poder terminar con esta amenaza que estaba siendo cada vez más fuerte.

El poder papal durante este siglo se vió afectado por diversos conflictos, pero aun así logró obtener la hegemonía, sobre todo por el apoyo que prestó durante el periodo de las cruzadas.

Desarrollo

La historia de la iglesia durante la edad media fue de gran importancia, puesto que permitió la evangelización de la sociedad, pero más que eso la iglesia actuó como una escuela, debido a que los monjes y sacerdotes actuaban como maestros,  debido a que estos impartían gratuitamente los conocimientos de lectura, escritura, doctrina cristiana y canto.

La iglesia siempre mantuvo un alto poder jerárquico y esto se puede ver reflejado en la época del feudalismo, puesto que la iglesia junto con la nobleza disfrutaba de grandes beneficios y monopolizaban la propiedad de la tierra. La iglesia constituía una especie de estado más poderoso y rico que cualquier estado europeo, el jefe era el papa, su capital: Roma, lenguaje: latín, sus funcionarios: clérigos seculares, milicias espirituales: los monjes, entre otros. Pero durante los siglos X, XI, XII, XIII, se fundaron distintas ordenes monásticas como las del Cluny, San Bernardo, Dominicos y Franciscanos, las cuales fueron factores importantísimos en la vida religiosa, debido a que se dedicaban a evangelizar la población y también terminar con los herejes.

Uno de los conflictos que contextualiza y permite comprender el poder del papado, es la disputa que existió entre Enrique IV y el papa Gregorio VII. Este conflicto se basó en la excomunión de Enrique IV, puesto que este quería deponer al papa de sus labores. Frente a esto el emperador tuvo que desligarse de sus funciones, por lo tanto el imperio debía elegir un nuevo emperador. Esto provocó un duelo entre el poder papal e imperial. Como Enrique IV no quería deponer de sus funciones decide buscar la reconciliación con el papa, pero para poder conseguir el perdón pontifical tuvo que permanecer durante tres días a pies descalzos sobre la nieve y la cabeza descubierta. El papa aceptó las disculpas y decidió liberarlo de la excomunión, pero Enrique IV debía prometer que no iba a intervenir en la elección de los obispos. “Esta dramática victoria lograda por Gregorio VII no tuvo efectos muy duraderos. Enrique IV consiguió consolidar nuevamente su poder y se adueñó de Roma. Gregorio VII tuvo que refugiarse en el sur de la península, donde murió poco después.” (Ellauri, 1998)

Todo esto permitió que el problema de las investiduras fuese solucionado a través del Concordato de Worms, ya que se estableció que los obispos debían ser elegidos en los territorios imperiales, por el clero de cada diócesis, para luego recibir del papa la investidura espiritual simbolizada en la entrega del báculo y anillo. Pero antes de entrar en su cargo debían prestar el juramento feudal de homenaje frente al emperador.

Uno de los papas más importantes de este periodo fue Inocencio III ya que debió enfrentarse a distintas transformaciones que permitieron controlar a toda la iglesia, aceptando nuevas formas de religiosidad y rechazando la herejía, además de dirigir la cruzada como impulso colectivo principal de la cristiandad.

En los primeros momentos de su mandato, se ocupó de pacificar los estados pontificios, sacudidos por varios años de guerra, principalmente por el control que tuvo sobre el poder imperial, actuando como árbitro y otorgante del mismo ante los diversos candidatos. Durante este periodo ocurrió un conflicto puesto que Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra, comenzó a designar obispos sin respetar el procedimiento canónico, ante esto Inocencio lanzó un interdicto ante el reino inglés hasta que el rey se sometió y respetó las reglas impuestas por la santa sede. Pero más que eso este pontífice impulsó la empresa de la cruzada, que contra su querer la cuarta cruzada desvió su destino, tomo Constantinopla y creó allí un imperio latino, pero pese a eso, Inocencio no dejó de alentar la preparación de una nueva cruzada que liberase los santos lugares de la iglesia. El papa intervenía en el ámbito político no con la intención de dirigir la política europea si no que más bien con el fin de respetar la religiosidad y moral impuesta por la iglesia.  

El poder de Inocencio III culminó con la celebración del  concilio de Letrán en donde se tocaron aspectos muy importantes para la vida de la iglesia como garantía de libertad en las elecciones episcopales, formación del clero, criterios de selección y otorgamiento de beneficios y cargos eclesiásticos, entre otros. Pero uno de los puntos más importantes fue la organización de la inquisición la cual buscaba terminar con los herejes existentes en la época, para esto la iglesia se disponía de dos armas poderosas: la excomunión y la interdicción.  La excomunión excluía a una persona de la comunidad de los fieles, esta implicaba la prohibición de participar en cualquier acto de la vida religiosa y también se le negaban los sacramentos y nadie podía auxiliarlo ni tener relación alguna con él. En cambio la interdicción era la censura eclesiástica, por lo tanto se suspendían las ceremonias religiosas y clausuraban los templos, esta pena fue atribuida a aquellos señores que habían sido excomulgados pero que persistían en su rebeldía.

En el año 1215 el papa Inocencio III, convocó el IV concilio de Letrán en el cual se esbozó la inquisición pontificia, pero en 1229 se creó el tribunal de la inquisición, esta ordenaba a los obispos a inquirir y castigar la herejía, remitiendo a los culpables al poder secular para que ejecutase en ellos la pena.

Pero lo propio de la inquisición no era esperar la denuncia, sino fomentarla y buscar a los culpables de la herejía. Como máximo castigo era la prisión perpetua, pero los herejes relapsos eran remitidos a la potestad secular para su muerte en la hoguera.  El tribunal de la inquisición establecía que los inquisidores debían ser dependientes del papado y sus funciones eran:

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