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Historia, ¿Ciencia o ficción? Ensayo por Bárbara De La Cuadra Chávez


Enviado por   •  17 de Marzo de 2019  •  Ensayo  •  1.924 Palabras (8 Páginas)  •  116 Visitas

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Cada vez se habla más de las inconsistencias históricas de los libros de texto: sabemos, por ejemplo, que Cristobal Colón no descubrió América y, sin embargo, difícilmente entendemos por qué el continente se llama América; sabemos que Tenochtitlan no fue fundada donde el pueblo mexica encontró un aguila devorando una serpiente, sobre un nopal, sino donde halló el agua que necesitaba para vivir. Con ejemplos como estos, pareciera que la historia oficial se empeña en deformar la historia objetiva, por lo que intentaremos responder dos preguntas clave: ¿qué tan científica es la historia?, y ¿cuánta ficción hay en ella?

    Para analizar la cientificidad de la historia y comprender  qué tanto de ficción hay en ella, hace falta definir el término. El Diccionario de Oxford define la historia como  la “disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, los acontecimientos y hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente”


     En su artículo titulado “En busca de un método: la escritura de la historia en México’’, Espinoza, (2005) explica que, desde el punto de vista filosófico, hay dos maneras de ver  la historia: según la teoría Idealista, se considera una ciencia, ya que se llega a una conclusión a partir de métodos científicos; a pesar de esto, tiene características distintas a otras ciencias, pues sus verdades son concretas, no abstractas.  La segunda teoría, afirma que la historia no es autónoma y depende en su totalidad de otros campos, además de ser inexacta e incomprobable.

     Al ser una ciencia inexacta, la historia reconstruye rastros del pasado a partir de diferentes vestigios y hechos recopilados. Es absoluta, pero como en muchas otras ciencias, se tienen que dar datos por sentado para llenar vacíos entre los rastros que no encajan. Por ejemplo,  Zygmont (2015), en su artículo “Venus of willendorf” explica sobre la escultura paleolítica encontrada en Austria,  una de las obras de arte más antiguas de las que se tiene registro, la cual no cuenta con ningún documento escrito que permita determinar cuál era su uso; por lo tanto, al ser comparada con otras obras semejantes, se asume que era un ídolo que representaba la fertilidad.

     Que la historia deba suponer o asumir información para llenar vacíos, no le resta cientificidad; el mismo problema se puede encontrar en ciencias exactas como la física, donde, por ejemplo, el gravitón, definido por el diccionario Collins como “un cuántico postulado de energía gravitacional”, es una partícula hipotética utilizada para comprender la gravedad cuántica. Como puede observarse, la reconstrucción de hechos a partir de la presuposición de información, no es razón suficiente para descartar el apego al método científico de la historia.  

    Sin embargo, hay una profunda diferencia entre lo que sabe la historia como ciencia y la historia que se divulga en fuentes oficiales. Esto se debe a que la historia es manipulada intencional o inintencionalmente, ya sea porque en la transmisión oral de los testimonios se pierde o se agrega información, o porque esta se modifica para favorecer una causa.

    Como ejemplo de lo anterior, habría que recordar las hazañas heroicas que nos hicieron sentir orgullosos cuando escuchamos por primera vez los relatos de nuestros héroes. La creación del esquema del héroe y el villano en la historia de una nación persigue fines de manipulacióncon con la intención de favorecer una corriente política o ideológica.

     Las escuelas y otras instituciones suelen mostrar a Porfirio Díaz como un tirano; de igual manera, el gobierno de México prohíbe designar calles con su nombre y, 100 años después de su muerte, se ha negado ya tres veces que sus restos sean repatriados. Esto se debe a que, “desde 1916 y hasta 2000, la clase política que gobernó al país se asumió como heredera de los triunfadores de la Revolución” (Burkholder, 2015). Sin embargo, hubo presidentes como Benito Juárez, cuyas acciones perjudicaron más a la nación, y no se les recuerda como “villanos”.

     Benito Juárez ha sido el héroe más forzado de la historia de México; como expone Montagno (2018), puso en grave peligro la soberanía de México, cediendo los derechos de tránsito fronterizo a Estados Unidos, a cambio de ser reconocido como presidente constitucional. El tratado MClane - Ocampo, fue rechazado por el congreso estadounidense. Además, Benito Juárez se reeligió por 14 años contra la voluntad de su propio partido; dejó un país debilitado militar y económicamente, además de pedir múltiples préstamos a Estados Unidos durante la invasión francesa, para derrocar también el gobierno de Maximiliano de Habsburgo, el segundo emperador de México.  

     

     A Maximiliano de Habsburgo también se le recuerda injustamente como un villano. En su artículo para la revista electrónica de la UNAM, Hechos y Derechos, Gómez, (2012) habla sobre las reformas liberales y progresistas que el emperador generó para el país, mismas que le costarían la vida, ya que los conservadores se voltearon contra él. De no ser porque “murió de una angina de pecho”, Benito Juárez también sería considerado un dictador; sin embargo logró trascender como “Benemérito de las Américas”, y ser renombrado en aeropuertos, calles y hasta billetes.

    Otro ejemplo de la deformación que ha sufrido la historia con fines de manipulación, que la acerca más a la ficción y la aleja del método científico, es la Alemania Nazi, donde se buscaba interiorizar la superioridad racial, generando campañas contra los extranjeros, judíos, enfermos, ancianos y homosexuales. Joseph Goebbels, ministro de propaganda en ese tiempo, generó campañas facistas y muy agresivas, que tras ser repetidas de manera constante lograban el efecto que Gustave Le Bon conocía como “muchedumbre psicológica”, haciendo que la población creyera en colectivo que, lo que se les decía, era verdad.

    El resultado de la ideología de las razas fue algo que los nazis retomaron de los darwinistas alemanes, quienes sostenían que, según sus características físicas y herencia genética, cada raza tenía mayor afinidad con la milicia o las artes,  o mayor inteligencia y fortaleza física. Le llamaban la “supervivencia del más fuerte”. Para implantar la idea de la raza superior, los nazis retomaron una de las mentiras históricas que más han afectado al colectivo: la raza aria.

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