Historia De Argentina
Enviado por IronJoe90 • 11 de Noviembre de 2012 • 5.203 Palabras (21 Páginas) • 549 Visitas
Las trasformaciones de la Argentina (década 1880 – 1990)
Los primeros pasos de la trasformación económico-social del país, dados en las primeras décadas que siguieron a Caseros, comprometieron su desarrollo futuro. Los tres grupos poseedores se enriquecían y, al mismo tiempo, parecían abrirse amplias perspectivas para los hombres de trabajo capaces de iniciativas y sacrificio. Y no solo para los nativos. En Europa, los que se habían empobrecido a causa del desarrollo industrial y la falta de tierras, comenzaron a mirar hacia la Argentina vislumbrando en ella una esperanza y gruesos contingentes de peridad. A falta de una política colonizadora, se distribuyeron según sus inclinaciones. El resultado fue que la antigua diferencia entre las regiones interiores y las regiones litorales se acentuaron cada vez más, definiéndose dos argentinas, criolla una y cosmopolita la otra. En esta última se poblaron campos de chacareros, pero sobre todo crecieron las ciudades, a las que los nuevos y los antiguos ricos dotaron de los signos de la civilización vista en el espejo de París: anchas avenidas, teatros, monumentos, hermosos jardines y barrios aristocráticos donde no faltaban suntuosas residencias.
Pero la riqueza no se distribuyo equitativamente. Con el mismo esfuerzo de los que prosperaron, otros envejecieron en los duros trabajos del campo sin llegar adquirir un pedazo de tierra o se incorporaron a los grupos marginales de las ciudades para arrastrar su fracaso. La sociedad argentina, por las diversidad de sus elementos, comenzó a parecer un aluvión alimentado por torrentes diversos, que mezclaban sus aguas sin saber hacia que cause se dirigían.
A medida que se constituían ese impreciso sector de inmigrantes y de hijos de inmigrantes, la clase dirigente criolla comenzó a considerarse como una aristocracia, a hablar de su estirpe y a acrecentar los privilegios que la prosperidad le otorgaba sin mucho esfuerzo. Desapareció al humilde inmigrante que venía de los países pobres de Europa, precisamente cuando se sometía sin vacilaciones a la influencia de los países europeos más ricos y orgullosos. De ellos aprendió las reglas de la high-life, la preferencia por los poetas franceses y la admiración por el impecable corte inglés de la solemne levita que acreditaba su posición social. Y de ello recibió también cierto repertorio de ideas sobre la economía y la política que los ministros y los parlamentarios expusieron brillantemente en memorables discursos que recordaban a los Gladstone o de Ferry. Era una imitación inevitable, porque la Argentina se había incorporado, definitivamente al ámbito de la economía europea, cuya expansión requería nuestras materias primas y nos imponía su manufactura. Pero como Europa ofrecía también el contingente humano de sus excedentes de población, las clases medias y hasta las clases populares comenzaron a caracterizarse por nuevas costumbres y nuevas ideas que desalojaban la tradición nativa.
También fue inevitable que el país sufriera las consecuencias de los conflictos económicos y políticos en que se sumió Europa. Gran Bretaña invirtió grandes capitales y considero que, automáticamente, nuestros mercados le pertenecían, no vacilando en exigir, con tanta elegancia como energía, que se mantuviera fielmente esa dependencia. La Argentina fue neutral en las grandes contiendas europeas, y gracias a ello abundaron las provisiones en los países aliados. Mientras hubo guerra surgió en el país una industria de remplazo, pero al llegar la paz, los países que lo proveían de manufacturas trabajaron por recuperar sus mercados, ocasionándose entonces graves trastornos económicos y sociales. Y la Argentina pago el tributo de fuertes conmociones internas que no solo reflejaban su propia crisis, sino también la de los países europeos.
Solo después de esas duras experiencias comenzó a advertirse que el país tenía vastos recursos que abrían nuevas posibilidades: el petróleo, las minas de carbón y de hierro, las viejas industrias del vino, del azúcar y de los tejidos y otras nuevas que comenzaban a desenvolverse. Los empresarios descubrieron las excelentes condiciones del obrero industrial argentino y las universidades comenzaron a ofrecer técnicos bien preparados. Todo favorecía un nuevo cambio, excepto la dura resistencia de las estructuras tradicionales, tanto económicas como ideológicas.
Conservadorismo y radicalismo fueron la expresión de la actitud política de los grupos fundamentalistas del país: el primero represento a los poseedores de la tierra y el segundo las clases medias en ascenso, deseosas de ingresar a los círculos de poder y a las satisfacciones de la prosperidad. El socialismo aglutino a los obreros de las ciudades y, en ocasiones, atrajo a una pequeña clase media en busca de trabajo y altos jornales, crearon una nueva posibilidad de política que convulsiono el orden tradicional.
El país conoció otras opciones: entre católicos y liberales, entre partidarios de los aliados y partidarios del eje Roma-Berlín, entre simpatizantes de los Estados Unidos y adversarios de su influencia en la América Latina. Esas opciones provocaron conflictos que, en parte, contribuyeron a esclarecer las opciones.
En el seno de una sociedad heterogénea y entre el fragor de la lucha entre los opuestos, se hace poco a poco una Argentina que busca su ordenamiento económico-social y una fisionomía que exprese su espíritu.
(Romero, Historia de la Argentina, 1971, págs. 61-62 )
Fase 1. La Modernización y El Flujo de Inmigrantes
(1880-1916)
Desde que Julio A. Roca llego al poder en 1880, las minorías dominantes dieron por terminadas sus rencillas internas y aceptaron el plan que el Presidente consigno en dos palabras: “Paz y Administración”. De acuerdo con el evitaron los conflictos políticos mediante prudentes acuerdos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada. Las ocasiones fueron tantas que desataron en muchos una inmoderada codicia y muy pronto las minorías adquirieron el aire de una oligarquía preocupada tan solo por sus intereses y privilegios.
(Romero, Historia de la Argentina , 1971, pág. 63)
Argentina creció prodigiosamente en población, en riqueza y en otros aspectos, y asumió su disposición moderna. Casi toda la red ferroviaria actual, aun la más grande en Hispanoamérica y la séptima por sus dimensiones en el mundo, fue tendida durante este periodo. Su economía colonial fue trasformada por medio de la expansión de la agricultura comercializada, y al final del periodo era una de las exportadoras de cereales y de carne más grande del mundo. Su composición étnica se revoluciono por un flujo constante de inmigración, sobre todo de Italia y de España.
“El período de 1890 a 1900”
La
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