Historia De Cuenca
Enviado por neymarvega • 3 de Noviembre de 2013 • 592 Palabras (3 Páginas) • 304 Visitas
Los patriotas cuencanos de 1820 habían decidido acabar con el yugo colonial para encontrar la ruta de su propio destino. José María Vázquez de Noboa, Joaquín Salazar y Lozano, Tomás Ordóñez, León de la Piedra,
José Cisneros, Pedro y Felipe Serrano, Vicente Toledo, Joaquín Astudillo, Zenón de San Martín, Gerónimo Illescas, Fernando Coronel, José Moscoso, Ambrosio Prieto, son algunos nombres de los conspiradores.
Antonio Díaz Cruzado, Gobernador representante de la autoridad española, había accedido a entregar el mando a los patriotas el primer día de noviembre de 1820, pero al ser descubierto el proyecto, fue tomado prisionero y enviado a Quito por los caminos del Cañar.
Le sucedió en el cargo Vásquez de Noboa, Segundo Alcalde, quien el tres de noviembre mandó a pregonar bandos reales en la plaza central de Cuenca, lo que fue aprovechado por los rebeldes para sorprender a la escolta y desarmarla: todo había sido planificado con el secreto apoyo de Vázquez de Noboa.
Los patriotas, provistos de armas -escasas, por cierto-, se apertrecharon en la plaza de San Sebastián, para preparar el ataque al cuartel rigurosamente guarnecido por l09 soldados realistas al mando de Antonio García Téllez.
La plaza central -hoy Parque Calderón-, era escenario de repetidas escaramuzas, con la reacción del pueblo en favor de la independencia. ¡Que viva la libertad, abajo los chapetones, abajo la terquedad!, eran los gritos de la gente ansiosa de acabar con el dominio extranjero.
Tomás Ordóñez, que había sufrido una herida de bayoneta en una pierna durante el asalto a la escolta, recorría por la ciudad sobre una acémila sin ensillar alentando los ánimos de todo el mundo e invitando a sumarse al movimiento libertario.
Las fuerzas eran desiguales. Al atardecer, por seguridad, los patriotas prefirieron trasladarse al barrio de El Vecino, desde donde se podía dominar la ciudad y también conseguir refuerzos de gente que venía por los caminos del norte.
"Esta situación, grave de suyo, y mucho más aún para una ciudad donde era ésta la primera vez que se oía el estrépito de un combate, se prolongaba sin esperanza alguna de solución. Las horas del día 3, desde la del asalto, todas las de la noche del mismo día, y las del 4 siguiente, gastadas en infructuosa lucha, eran para descorazonar aún a los más bravos. Parece que los patriotas pensaban ya en una retirada definitiva, y que aún la habían comenzado por los dos caminos de El Rollo, cuando asomó allí, este último día, el célebre cura de Chuquipata, el maestro Javier de Loyola, con numerosos refuerzos de gente blanca y de indígenas armados", escribe Octavio Cordero Palacios.
Reforzados, los patriotas, rehicieron filas. Al caer de la noche se apoderaron de la plaza central, tomaron el cuartel que abandonaron en fuga los realistas y proclamaron
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