Historia De La Prensa En Venezuela
Enviado por darwinjbv12 • 30 de Noviembre de 2014 • 5.059 Palabras (21 Páginas) • 380 Visitas
4.1 Las publicaciones periódicas en Venezuela (Aproximación)
El consenso señala a La Gazeta de Caracas como el primer periódico impreso en Venezuela, producto de la primera imprenta de la que se tiene noticia en suelo venezolano (1808); pero de muchos periódicos manuscritos anteriores sólo se conocen escuetas menciones en cartas y documentos privados de la época. En toda la América Hispana, hubo personas destinadas a comunicar por medio de manuscritos repartidos a la gente o pasquines (papeles pegados en sitios públicos) los acontecimientos colectivos de carácter relevante, lo que podría llevarnos a pensar en ello como el germen del periodismo.
Los pasquines fueron durante más de trescientos años el instrumento que tenían los ciudadanos para hacer públicas sus inconformidades. En Mérida se utilizaron pasquines en contra del Teniente Justicia Mayor hacia el año de 1781, después de la revuelta de Los Comuneros. Y por el testimonio de un periódico marabino de 1829 se sabe de la existencia de un periódico manuscrito que circuló en Mérida hacia el mismo año de 1829 (Febres Cordero, J., 1983).
En Venezuela el periodismo nace en tiempos de revueltas y alzamientos, con la función de difundir las ideas enarboladas por los diferentes actores del escenario político, en un territorio que buscaba fundarse como nación. Su función divulgadora sirve además como elemento de resguardo de la memoria colectiva y como conformador de la identidad de un pueblo hasta ese momento fragmentado y dividido, pues, como bien lo dice Humberto Cuenca (1961: 239) “(es) el único capaz de recoger la memoria integral del hombre.
Francisco de Miranda, en su expedición de 1806, trae una imprenta a bordo del Leander como el arma más poderosa de su arsenal militar. De allí surgieron las primeras proclamas independentistas de alcance continental. Posteriormente, de regreso a Inglaterra, publicará el periódico El Colombiano, que con tan sólo cinco números se dedicará a desmontar las justificaciones al dominio español en América. La influencia de este periódico, dirigido a sus potenciales aliados europeos y a los núcleos de agitación independentista del continente americano, sería muy notable, especialmente en las provincias de Venezuela y Argentina. Años más tarde, Simón Bolívar, siguiendo el ejemplo mirandino, dirá que “la imprenta es la artillería del pensamiento” y fundará El Correo del Orinoco. Esto demuestra que quienes gestaron nuestra independencia ya tenían conciencia de la importancia de la prensa como instrumento para la divulgación del pensamiento. De esta manera, nos quedan como testimonio y legado una gran cantidad de publicaciones periódicas y hojas sueltas en las que se refleja esa guerra de ideas y de posiciones enfrentadas que caracterizaron el siglo XIX venezolano:
Los redactores de los periódicos de este tiempo, hechos acaso todos en tiempos de guerra, viven engarzados en polémicas confesionales o inventan documentos para desacreditar a sus opositores. A veces parece que dejasen de ser periodistas para convertirse en caníbales. Al adversario quieren verle el hueso. (Febres Cordero, J., 1983: 347).
Otros periódicos, generalmente independientes, se ocupaban de intereses más generales y sus páginas estaban dedicadas al arte, la literatura, la divulgación de los adelantos científicos, la religión, la moral y las crónicas sociales. Pero es sorprendente la gran cantidad de publicaciones periódicas que proliferaron en el siglo XIX en Venezuela, con distintos intereses –no sólo políticos–, sorprendente por la gran proporción de analfabetismo que reinaba en el país:
En este ambiente de ajustes y desajustes, de encuentros y desencuentros, de pasiones políticas exacerbadas; en un país que para el último decenio del siglo pasado [siglo XIX] escasamente supera la cifra de dos millones de personas, de las cuales casi el ochenta por ciento es población rural sin ningún nivel de instrucción, y sólo cuatro ciudades sobrepasan el número de veinte mil habitantes; en esa Venezuela, reiteramos, se introducen imprentas en sesenta de sus poblaciones y para 1894 existen 23 establecimientos tipográficos en la sola ciudad de Caracas, y, como hecho resaltante, una cantidad aproximada de 344 periodistas al lado de más de mil escritores [ ...] Para ese mismo lapso, las cifras señalan 198 publicaciones a nivel nacional; 109 de las cuales tienen como sede la ciudad de Caracas (Segnini, 1987: 40).
Además de servir a la causa política, el periódico le otorga a las relaciones comerciales un nuevo impulso. El lector de la prensa es ahora también un potencial consumidor, esto propicia la aparición de avisos publicitarios en los que enfoca preferentemente a la mujer como destinataria, además de otorgarle al periódico un medio de ingresos que en algunos casos determinaba su permanencia en el tiempo.
En el aspecto cultural, el periódico va a cumplir en el siglo XIX una función modernizadora, pues dará al escritor un nuevo lenguaje, una nueva manera de decir. Con el breve espacio que ofrece el periódico se imposibilita, o en todo caso resulta contraproducente, dar rienda suelta a la redacción ampulosa y cargada de metáforas y giros latinos; y, con la rapidez de edición, o diarismo, iniciada en Venezuela en 1837 con el Diario de Avisos, se da paso al trabajo poco cuidado y sin pulituras. Con esas condiciones de brevedad y rapidez que exigía el periódico, el lenguaje escrito tuvo que vestir un nuevo ropaje: claridad y sencillez que se trasmite a otros géneros escritos. Para decirlo con palabras del escritor español Azorín: El periodismo, con sus procedimientos rápidos, ligeros, amenos, ha contribuido a que los géneros literarios: novela, teatro, etc., adquieran esa misma ligereza, rapidez y amenidad de los trabajos de prensa (Carter, 1965: 70).
Ángel Rama (1985), por su parte, hablará de la reducción de la dimensión de la obra, de la utilización de los recursos de intensificación en la apertura o en el remate de la misma, de la diversificación de los discursos y de la ampliación de los públicos como consecuencia de la influencia del periodismo.
Con el periódico, aparece en Venezuela la figura de la escritura como profesión, de la redacción asalariada, que se inicia en 1868 con La Opinión Nacional, pagando articulistas de la talla de José Martí. Ello dará nuevas formas al desarrollo de la institución literaria venezolana en el siglo XIX.
Las publicaciones periódicas, como hemos visto, constituyen el principal reservorio de datos que el investigador no debe desdeñar. Ya muy bien lo decía el escritor merideño Tulio Febres Cordero en 1886:
El objeto del periódico no está circunscrito a lo presente; no, a la vez que instruye al
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