Historia Universal
Enviado por Monica_C • 1 de Octubre de 2014 • 608 Palabras (3 Páginas) • 208 Visitas
En el año 395 murió el emperador Teodosio I, dejando en herencia el trono a sus dos hijos. A Arcadio le correspondió Oriente y a Honorio Occidente. A partir de ese momento, el imperio romano quedó definitivamente dividido a efectos administrativos en dos mitades, que, a medida que fue aumentando la presión de los bárbaros sobre las fronteras a lo largo del siglo V, empezaron a reaccionar de manera significativamente distinta. El año 395 constituye, pues, un auténtico momento crucial en la definitiva separación de Oriente y Occidente.
Hasta esa fecha y desde la época de Diocleciano (284-305), el Bajo Imperio había constituido una unidad que abarcaba todas las provincias ribereñas del Mediterráneo y otras muchas bastante más remotas. Por occidente llegaba hasta Britania e incluía la totalidad dela Galiae Hispania; por el norte, sus confines se extendían por Alemania y los Países Bajos hasta alcanzar, bordeando el Danubio, las costas del mar Negro; Dacia, situada al otro lado del Danubio y anexionada al imperio por Trajano a comienzos del siglo II, fue abandonada a finales del III debido a las sucesivas invasiones de los godos, pero, al margen de este hecho, el imperio de Diocleciano era en buena medida idéntico en extensión al de los días felices de los Antoninos. Por el este, llegaba hasta la parte más oriental de Turquía y los confines del imperio persa sasánida, mientras que por el sur, sus posesiones se extendían desde Egipto a Marruecos y el estrecho de Gibraltar; durante el siglo IV, el África septentrional romana —las actuales Argelia y Tunicia— se convirtió en una de las regiones más prósperas del imperio.
Las provincias del Imperio romano instauradas por Diocleciano
En tiempos de Diocleciano, pese a seguir siendo la sede del senado, Roma había dejado de ser la capital administrativa de aquel vasto imperio; los emperadores se trasladaban de una «capital» a otra —Tréveris en Germania, Sirmium o Sérdica, en la zona del Danubio, o Nicomedia en Bitinia—, llevando tras de sí toda la maquinaria administrativa. A finales del siglo IV, sin embargo, las principales sedes del gobierno eran Milán en Occidente y Constantinopla en Oriente. El imperio estaba dividido además desde el punto de vista lingüístico, por cuanto, pese a que el latín siguió siendo hasta el siglo VI e incluso más tarde la lengua «oficial» del ejército y el derecho, en Oriente la lengua de las clases cultas era fundamentalmente el griego. Latín y griego, sin embargo, coexistían con otras muchas lenguas locales, como por ejemplo el arameo en Siria, Mesopotamia y Palestina, copto —egipcio demótico escrito en un alfabeto compuesto fundamentalmente por caracteres griegos— en Egipto, o las lenguas de los nuevos grupos que habían venido estableciéndose dentro de los límites del imperio a lo largo del siglo III y sobre todo del IV, una de las cuales era el gótico. Ya desde los inicios de la época imperial,
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