Historia de amor
Enviado por qarito • 18 de Marzo de 2014 • 628 Palabras (3 Páginas) • 178 Visitas
interesantes, pues aunque el personaje en turno se ocupaba sobre todo de crear su Para construir una historia de amor sólo se requieren dos ingredientes: un
hombre y una mujer; y un condimento: esa particular atracción que despierta, ya
sea en uno, en el otro, o qué mejor, en los dos, una pasión y un deseo de conocer,
poseer y servir al ser amado. No hay nada más, sólo la vivencia arrebatadora de
amar y saberse amado. El amor no es un acto racional ni inteligente, puesto que en
el corazón no se manda, por eso no valen papeles ni imposiciones. El amor se burla
de todas las formas en las que se pretenda encerrarlo, no admite barreras ni celdas
y se expande por todos los caminos, lícitos o ilícitos. A veces es causa de grandes
trastornos; otras, proporciona la mayor felicidad a la que puede aspirar el ser
humano. Las historias de amor conmueven y gratifican, no porque se entere el
lector de chismes o de trapos sucios, sino porque encuentra en ellas muchas
asombrosas coincidencias con su propia experiencia al ver como los seres humanos
del pasado, los ilustres y los desconocidos, padecieron por culpa del amor.
Del amor nadie se escapa y de sus efectos menos. Hombres y mujeres
ostentan las cicatrices del amor, a veces agradecidos y satisfechos, a veces
desgraciados y con el corazón lleno de amargura. Algunos simplemente lo ven pasar
y aprovechan lo que pueden de él, sin angustiarse por sus secuelas y haciendo a un
lado los pesares que siempre trae consigo. Estas historias pueden narrar el amor de
una pareja llevando a la plenitud y a la felicidad o quizá, hablen de un amor no
correspondido, de desamor – amor al fin y al cabo-, de indiferencia, y también ¿por
qué no?, pueden referirse al amor tomado a la ligera, como una parte de la vida que
no merece más entusiasmo que el que se le da a cualquier otra cosa. Un botón basta
para muestra: pocos saben que la pareja formada por don Andrés Quinta Roo y
Leona Vicario, vivieron tremenda odisea antes de poder contraer matrimonio.
Cuando el jovencito Andrés Quintana Roo fue admitido para practicar el
derecho en el prestigiado despacho de don agustín Pomposo Fernández de San
Salvador, prominente y aristocrático abogado, se enamoró de inmediato de la
sobrina de su patrón, Leona Vicario, la que le correspondió con la misma pasión y
entusiasmo. De por sí, el noviazgo era casi imposible, pues las diferencias sociales
de Andrés y de Leona eran tantas que difícilmente podían ser superadas, pero las
cosas se agravaron cuando don agustín se enteró de que Andrés simpatizaba con las
ideas independentistas, y se escandalizó a tal grado que el joven jurista tuvo que
abandonar el empleo, decidido ya a unirse
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