Historia de la restauración
Enviado por arqbetanzos • 2 de Julio de 2013 • 6.704 Palabras (27 Páginas) • 309 Visitas
HISTORIA DE LA RESTAURACIÓN
La historia de la restauración empieza desde el momento mismo en que el hombre comienza a valorar su patrimonio heredado, cuidando y apreciando las obras de sus ancestros. Podría ser tan antigua como la historia de la humanidad.
Los gobiernos de la antigüedad han tenido una gran preocupación por mantener los edificios representativos de sus ciudades y, de ser el caso, perseguir judicialmente a quienes intentaran su destrucción, tal como nos ha llegado la “LEX COLONIA GENITAVE JULIA URSONENSIS” del año 44 A.C.: “I morti hanno ancora dei diritti su essi e noi non abbiamo il diritto di distruggere la loro fatiga. Quello che gli altri uomini hanno compiuto al prezzo del loro vigore, richeza e vita, é loro. Iloro diritti non si estinguono con la morte e si trasmetto a tutti i loro successori”; en la que se prohíbe derribar aquello que no hemos construido, y que esta riqueza constructiva se deba extender a los sucesores del creador, o como el Edicto de Severo Alejandro del año 222 D.C. en una tardía Constitución, CJ. 8,10,2. de la Roma Imperial: “Negotiandi causa aedificia demolire et marmora detrahere edicto divi Vespasiano et senatus consulto ventitum est, certerum de nec dominis ita transferre liceo, ut integris aedificiis depositus publicus deformetur adspectus”; en la que nos habla de un misterioso “EDICTUM DIVI VESPASIANI”, el mismo que prohíbe retirar los mármoles, revestimientos, relieves, columnas, etc., y derribar edificios, verdaderas creaciones del Arte Helenístico-Romano, para lucrar con el verdadero valor de las piezas originales; prohibiendo, además, trasladar las piedras monumentales de un lugar a otro, debido a que de esa manera deformaban el aspecto de los edificios y por ende la armonía de la ciudad.
Esa gran preocupación, estuvo latente en el pensamiento del hombre culto y amante de su historia.
Durante la Edad Media no nos ha llegado mayores noticias del contacto que tuvo el hombre con la cultura antigua, debido a que en esa época el ser humano trata de encontrarse consigo mismo, buscando a la divinidad, elogiando a los “miembros de piedra (de sus construcciones) y las murallas (que) forman un todo”, es en esa época en que la espiritualidad se manifiesta en la verticalidad de su arquitectura, él no
copia ni pretende hacerlo, así como tampoco se refugia en la arquitectura greco-romana, considerada pagana e inútil para sus propósitos, la dirección que ha elegido da espaldas a la arquitectura antigua y sus construcciones trata de elevarse hacia el Altísimo, su creador.
Es en el Renacimiento en que se sitúa, de manera continua, profunda y sustancial, aquel contacto con la antigüedad que determina el vasto conocimiento cultural de la historia del hombre moderno.
El humanista, el poeta el filósofo y el arquitecto promueven el contacto con el testimonio greco-latino, reclamando la atención sobre el mundo clásico y sobre los testimonios artísticos especialmente en Italia, donde la Iglesia Católica jugó un papel muy importante en este menester. Los artistas del Renacimiento vuelcan sus miradas a lo antiguo y a los restos de los monumentos romanos, a la escultura decorativa y figurativa, al testimonio pictórico, en búsqueda de inspiración para transmitir un lenguaje de renovada clasicidad.
Sin embargo, en esa época existía una gran contradicción entre los mismos artistas y en modo particular en los arquitectos, que mientras utilizaban como modelo, la arquitectura antigua, no les importaba la destrucción del original, arquitectura testimonial de una época y lo más grave, en muchos casos, esta destrucción era por propia iniciativa, cuando tenían que sustituir el edificio antiguo por uno moderno. Las exigencias de la vida social imperante determinaban la función de su arquitectura, no conciliándose la civilización renacentista con aquella propia de la antigüedad. No era pues el período del anfiteatro y del teatro romano, ni del templo pagano, ni del palacio imperial, ni de la terma colosal; que pertenecía a otro modo de vida y que de acuerdo con la vivencia de la época no tenían puntos de contacto.
Los edificios que no servían para su fin original, eran transformados o utilizados como cantera de construcción, tal fue el caso, por ejemplo, del mármol que era transplantado y utilizado para las construcciones de aquella época.
El mundo del cuatrocientos miraba la obra del pasado, a través de una visión subjetiva y utilitaria, privada de su raíz histórica y carente de tradición cultural. Los arquitectos utilizaban los diversos elementos del monumento romano, sobre todo aquellos decorativos con el fin de introducirlos dentro de una arquitectura totalmente nueva en la concepción de su espacio. Todos los dibujos eran apuntes para el trabajo de arquitectura y raramente, y sólo bastante tarde asumieron un valor documentario. En la actualidad estos dibujos, que constituyen piezas de museos, son prueba de la visión característica del arquitecto renacentista, el que interpretaba, en muchos casos a voluntad, una corrección en el monumento arqueológico tal como su imaginación se lo permitía.
La iglesia católica debido al poder que tenía, en aquella época, es la gestora de los trabajos que se realizaban en las edificaciones de la antigüedad; Es así como promueve la valorización de los monumentos clásicos, tal es el caso del Panteón Romano, transformado en la Iglesia de Santa María “ad martyres”, que gracias a la gestión del Papa Eugenio IV (1431-1447) fue liberado de las construcciones que se le habían adosado (f.01). Este mismo monumento fue intervenido, gracias a la gestión de la misma iglesia católica, por Bernini en 1665, con la construcción de los campanarios (f.02); los mismos que en la actualidad han sido demolidos (f.03-04).
Prosiguiendo en el siglo XV, de igual manera su sucesor, el Papa Nicolás V (1447-1455) encarga a Bernardo Rosellino trabajos en la iglesia de San Stefano Rotondo, iglesia que se encontraba en completo abandono y privada de su bóveda. Rosellino renunció a la recuperación del anillo exterior y procedió a anular la segunda nave (f.05-06-07), reduciendo el edificio a la forma que tiene actualmente. La bóveda fue construida a la manera del cuatrocientos, procedió a cerrar varias fenestraciones originales y abrir otras nuevas, construyó el atrio con portal y pórtico exterior. Todos estos trabajos sin ninguna preocupación evidente de restituir lo antiguo, tan solo el de darle una función y forma actual al edificio.
Este era el pensamiento de la época, su modernidad primaba sobre la antigua edificación, pero con una integración que la hacía notable. Es así como en Florencia, en 1422,
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