Historia del Genocidio en la Conquista

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Historia del Genocidio en la Conquista

El autor redacta con el propósito de denunciar las atrocidades cometidas por los españoles, a los que define como “tiranos”, más semejantes a demonios que a cristianos, que lejos de “evangelizar”, fueron  transformados por la avaricia y la codicia.

Pone en manifiesto tres clases de “prudencia” de los indios: la monástica, la económica y la política, declarando que la única forma legítima y eficaz de llamarlos a la verdadera fe era la vía pacifica, así como también denuncia el complot hacia el esfuerzo de los frailes durante el proceso de evangelización, el cual no les convenía porque llevaba al fin de la esclavitud de los mismos. Estas denuncias están dedicadas especialmente al príncipe Felipe.

Aborda una sucesión de matanzas y otras barbaries, detalladas claramente y con crudeza, (pasando por todos los métodos de tortura conocidos en el viejo continente y los aun más atroces creados en el nuevo), redactado en orden cronológico y con sentido geográfico.

En la introducción se desarrolla el argumento clave de la obra, que se reduce a una absoluta oposición entre la bondad e inocencia de los indios y la maldad y la crueldad de los españoles corrompidos por la avaricia, refiriendo a Cristo que dijo “yo los envío como ovejas entre lobos”.

Luego habla de la obligación de los reyes de conocer estos males causados por sus subordinados para poder darles fin y remedio antes de que sea demasiado tarde. Debido a la velocidad y prestancia dada a estos crímenes, promulga que el exterminio completo de maravillosas civilizaciones, pueblos, comunidades y culturas, ya está demasiado cerca, planteando la necesidad de exponer el memorial para no ser reo callado, si se mantiene en silencio se convertiría en un cómplice de lo sucedido.

También expone algunos actos controvertidos en su testimonio, si bien el está en contra de la esclavitud, en general no se opone de primer momento a la importación de mano de obra esclava africana, al ver la fragilidad física de los indios, y con el fin de salvarlos de las veloces muertes en los trabajos forzados a los que eran obligados. Sin embargo, había tareas que solo podían realizas algunas tribus autóctonas, como la extracción de perlas del lecho marino, que condujo a la muerte de prácticamente todos los habitantes de esa región.

Con el fin de que los perpetradores  sean castigados a cuentas del príncipe, sabiendo que lo económico nunca deja de ser importante para ningún gobernante, los robos que sus propios designados cometían en su perjuicio, declarando y enviando una ínfima parte del oro, plata y piedras preciosas obtenidas  a lo largo de la conquista, (la cual no era una conquista en si misma ya que no había a quien conquistar), los indios daban lo que tenían, sin ofrecer resistencia, implorando por sus vidas que tampoco eran perdonadas.

Así intervino también en el asunto de las encomiendas perdidas por los colonizadores en altamar por tormentas gigantescas, refiriéndose a estas como un “castigo divino” diciendo que Dios tomaba represalias hacia los españoles por las graves injurias y tormentos cometidos por estos.

Los abusos hacia las mujeres y niños indios para servir, incluso para alimentar a sus perros, hasta poner sus manos en los señores de los pueblos, llevo a que tuviesen pánico y miedo ante cualquier cristiano, se preguntaban si el Dios que les presentaban era el único para todos y si era tan misericordioso como se decía, por qué permitía que sus creyentes cometieran semejantes actos.

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