Huevo Misterioso
Enviado por alax • 3 de Septiembre de 2014 • 412 Palabras (2 Páginas) • 153 Visitas
su mesa. Sigue otro sueño: Mi amigo FI. [Fliess] ha llegado a Viena en julio, de incógnito;
lo encuentro por la calle en coloquio con mi (difunto) amigo P., y voy con ellos a alguna
parte, donde se sientan a una pequeña mesa frente a frente, y yo en la cabecera, sobre el
lado más angosto de la mesita. FI. cuenta acerca de su hermana v dice: «En tres cuartos
de hora quedó muerta», y después algo como «Ese es el umbral». Como P. no le
entiende, El. se vuelve a mí y me pregunta cuánto de sus cosas he comunicado entonces
a P. Y tras eso yo, presa de extraños afectos, quiero comunicar a FI. que P. (nada puede
saber porque él) no está con vida. Pero digo, notando yo mismo el error: «NON VlXIT».
Miro entonces a P. con intensidad, y bajo mi mirada él se torna pálido, difuso, sus ojos se
ponen de un azul enfermizo . . . y por último se disuelve. Ello me da enorme alegría, ahora
comprendo que también Ernst Fleischl era sólo un aparecido, un resucitado, y hallo
enteramente posible que una persona así no subsista sino por el tiempo que uno quiere, y
que pueda ser eliminada por el deseo del otro.
Este bello sueño reúne en ~u contenido tantos caracteres enigmáticos -la crítica ejercida
en el sueño mismo, que repare en mi error de decir «Non vixit» en lugar de «Non vivit», el
trato despreocupado con difuntos que el sueño mismo declara taIes, lo absurdo de la
conclusión final y el gran contento que me depara- que bien querría yo, «daría la vida»,
por comunicar la solución completa de este enigma. Pero en la realidad soy incapaz de
sacrificar a mi orgullo, como hago en el sueño, el miramiento por personas tan queridas.
Ahora bien, un escamoteo cualquiera echaría a perder el sentido del sueño, que yo bien
conozco. Por eso me contentaré con extraer, primero aquí y más adelante luego, algunos
elementos del sueno para interpretarlos.
El centro del sueño lo forma una escena en que yo aniquilo a P. con una mirada. Sus ojos
se ponen entonces extraña y siniestramente azules, y al final se disuelve. Esta escena es
la copia inequívoca de una realmente vivenciada. Yo era ayudante en el Instituto de
Fisiología, cumplía mi servicio desde la mañana temprano, y Brücke se había enterado de
que algunas veces yo llegaba tarde al laboratorio pedagógico. Entonces, en una ocasión
llegó puntualmente para abrir y me esperó. Lo que me dijo fue breve y categórico; pero no
importaban las palabras. Lo imponente eran los terribles ojos azules con
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