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Humanidades


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  3.982 Palabras (16 Páginas)  •  245 Visitas

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José María Sesé Alegre, Las Humanidades en la Universidad del Tercer Milenio, Piura, Universidad de Piura, 2002

Nos encontramos en un templo singular; podría decirse que la nave es el Campus Universitario; el retablo, el Edificio Central de la Universidad; allá, la maquinaria que levanta nuevos edificios; arriba, el cielo de Piura. Así casi comenzaba, con dos cambios, la célebre homilía del Fundador de esta Universidad, el Beato Josemaría, un grandísimo Humanista, pronunciada en 8 de octubre de 1967 en Pamplona. Sólo he sustituido los vocablos Biblioteca por Edificio Central y Navarra por Piura.

Toda esa homilía es un auténtico canto humanista y su título resume como nada lo que deben ser las Humanidades: Amar al Mundo Apasionadamente. En ese mundo se incluyen todas las criaturas, pero especialmente el hombre, como ser libre e intelectual, y en ese amar apasionadamente, la actitud del humanista, del cristiano, que en el fondo son lo mismo. Ojalá sepa transmitirlo en esta conferencia.

Hace ahora unos quinientos años, un grupo de intelectuales, artistas y universitarios crearon uno de los movimientos más radicalmente innovadores de la Historia de la Humanidad. De ella- de la Humanidad-, tomaron las ideas y el nombre. Por eso desde entonces son conocidos como “los humanistas” y su movimiento como el “Humanismo”. Nunca se dio tanta importancia a la cultura ni al hombre. Su ideal fue tan lejos que no se paró hasta configurar al hombre ideal, completo: culto, elegante, virtuoso, amante de los demás y de Dios. De hecho es el único movimiento intelectual moderno que cuenta con santos en los altares: santo Tomás de Moro y el beato Fra Angélico, declarados patronos respectivamente de los políticos y los artistas por Juan Pablo II. Fue allí, en la Italia del Quattrocento y del Cinquecento, donde nacieron las humanidades en su concepción actual: la crítica literaria vio la luz gracias a Lorenzo Valla; la gramática caminó de la mano Elio Antonio de Nebrija; la historia se hizo madura con hombres como Lucio Marineo Sículo; las letras clásicas renacieron- Renacimiento se llama el periodo- con Erasmo de Rotterdam; la teoría política dio un vuelco con Tomás Moro y su Utopía; surgieron nuevas líneas filosóficas de la mano de Marsilio Ficino, Pomponazzi y Pico della Mirándola y brilló una nueva concepción de la mujer como sujeto intelectual de Beatriz Galindo.

No hace falta hacer hincapié en la nueva concepción del arte y la belleza que, gracias a Brunelleschi en arquitectura, Donatello en escultura y Masaccio en pintura, llevó- a través de Piero Della Francesca, Botticelli, Leonardo, Rafael o Miguel ángel- a plasmar la perspectiva, la composición, el color y la plasticidad como jamás se había logrado. Nunca como entonces la cultura se enseñoreó del universo y nunca como entonces todo buen ciudadano soñó con ser filósofo, historiador o literato.

Desde esa época, las Humanidades se han configurado como un conjunto de saberes y estudios relativos al hombre como ser intelectual y creador. Apelan a lo más grande del ser humano: su capacidad de crear, de pensar y de amar. Desde esa época, también estos saberes se configuran en las materias de Filosofía, Historia, Literatura, Arte, Lengua, Música y Religión, superando así el Trivium y el Quadrivium medievales.

El desafío se nos plantea hoy es que este siglo que acaba de comenzar, tras el siglo de la Ciencia- que fue el XIX- y el de la Técnica, como se bautizó al siglo XX- los dos más sangrientos de la historia, por cierto-, traiga un nuevo renacimiento y que sea sin lugar a dudas el siglo de las Humanidades. Y sueño- soñar no cuesta nada- con que el Perú sea como Italia del Renacimiento, con que Piura sea como la Florencia del Quattrocento- su núcleo central- y con que muchos de los que hoy estáis sentados ahí en frente, llenéis con vuestros nombres una lista igual de intelectuales como la que he leído. Es posible. Creo sinceramente que es mucho más que posible. Sólo hay que ponerse a ello con ilusión y empeño. Hay que soñar. Soñad y os quedaréis cortos decía el Fundador de esta Universidad. A menudo abandonamos nuestros sueños por miedo a que no se realicen, pero si fracasamos, como decía Humphrey Bogart al final de Casablanca: siempre nos quedará París… O como dicen en mi tierra que nos quiten lo bailado Que nos quiten lo que habremos aprendido y disfrutado intentándolo.

¿Y por qué las Humanidades deben ser las protagonistas de este siglo que comienza? Y contesto: porque las Humanidades adiestran la inteligencia, disciplinan la voluntad, inspiran el amor al bien y la belleza, educan la sensibilidad, sustentan el respeto por los demás y por uno mismo, facilitan la vida interior y la unicidad. Las humanidades buscan ser más; no tener más; de ahí que su cultivo lleve habitualmente a la pobreza natural y a la riqueza anterior. Cada alumno que se matricula en Historia, Literatura o Filosofía me parece un héroe porque ha hecho un voto de pobreza perpetuo y la verdad es que me dan ganas de vitorearle. Ha renunciado a un futuro cómodo, a menudo luchando con sus padres a brazo partido, -porque por supuesto quieren que sea algo útil: ingeniero, médico, abogado, empresario: hijo mío, ¿pero de qué vas a vivir?-. ¡Qué nefasto es este concepto de “utilidad materialista”! Por el contrario, ¿habéis visto algo más útil que la poesía? Es preciso cambiar radicalmente el concepto materialista que impera en nuestra sociedad. Como el Papa decía hace unos días a los estudiantes del UNIV reunidos en Roma: La economía no puede dictar los modelos y los ritmos de desarrollo. Y si bien es un deber proveer a las necesidades materiales, nunca tienen que ser sofocados los valores del espíritu. Lo verdadero debe prevalecer sobre lo útil, el bien sobre el bienestar, la libertad sobre las modas. La persona sobre la estructura. Por otra parte, criticar no basta; es necesario ir más allá, es necesario ser constructores.

No entiendo esta fascinación desmesurada por la Ciencia y esta pasión por la Técnica, tan desenfrenada que los propios humanistas hemos tenido que defendernos argumentando que nuestras materias también son ciencias, “Ciencias Sociales”, sólo porque algo que no fuera científico era despreciado de inmediato. La técnica ha llegado a violentar a los historiadores de tal modo que hemos llegado a oír a Possou afirmar que sólo es Historia aquello que es cuantificable. Por este camino llegaremos a analizar la poesía en bits líricos y megas de inspiración. No. Estamos muy bien sin ser científicos. Es más, frente a ese complejo de inferioridad que han acumulado muchos humanistas, no estaría mal recordarles que afortunadamente hay gente que levanta puentes, nos construye casas, comercia con nuestro dinero, nos defiende, cuidad de nuestra salud, para que nosotros

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