INTERDEPENDENCIA
Enviado por rubas12 • 19 de Mayo de 2014 • 6.276 Palabras (26 Páginas) • 233 Visitas
Capítulo 4.
Las Relaciones Internacionales.
1. Las interacciones sociales y el concepto de relaciones internacionales.
Una teoría de la Sociedad Internación obliga a considerar, junto a sus
elementos estructurales, la trama de relaciones que se desarrollan entre sus
miembros. Esta visión dinámica de la realidad internacional descansa en el supuesto
de que los grupos con un cierto protagonismo internacional no pueden permanecer
aislados entre sí sin ver ese protagonismo sensiblemente mermado.
En efecto, la Sociedad Internacional, como cualquier otro tipo de sistema
social, nace y subsiste debido a las actuaciones de sus miembros orientadas a
generar vínculos de mutua influencia. Estas actuaciones recíprocas o interacciones
sociales constituyen el sustrato dinámico de todas las sociedades y, naturalmente,
también de la Sociedad Internacional.
PARSONS ha señalado, muy certeramente, que:
«El concepto de interacción es el paso de primer orden, más allá del propio
concepto de acción, para formular el concepto de sistema social. (...) los puntos
fundamentales de referencia para analizar la interacción son dos: 1. que cada actor es
tanto un agente de actuación como un objeto de orientación para sí mismo y para los
demás; y 2. que, como agente actuante, se orienta hacia sí mismo y hacia los, otros, y
como objeto tiene significado para sí mismo y para los otros en todos los aspectos y
modalidades primarios».
A partir de este concepto genérico de interacción podemos formular una
definición de las interacciones Internacionales, que serán aquellas acciones recíprocas
surgidas entre grupos con un cierto poder autónomo y cuyos efectos se dejarán sentir
directamente, tanto en la configuración del contexto internacional en el que operan
como en sus respectivas estructuras internas.
Desde luego la consideración de la realidad internacional, como una tupida red
de interacciones, no excluye la existencia de ciertos actos internacionales de carácter
unilateral, emanados de la autonomía de todo actor internacional. Como ejemplos
podríamos citar la concesión de cierto tipo de ayudas humanitarias en casos de
catástrofes, la ruptura por un país de relaciones diplomáticas, el reconocimiento de un
Estado o de un Gobierno o, el caso menos probable, pero mucho más grave, de un
ataque nuclear estratégico, el llamado «first strike» o «primer golpe». No obstante,
tales actos, además de ser ocasionales, no podrían por sí solos engendrar y sustentar
una auténtica Sociedad Internacional.
La consideración de las interacciones internacionales nos permite dar un paso
teórico y proceder a una mayor precisión del concepto de relación internacional.
Podemos afirmar que la relación internacional es la resultante de la articulación de
múltiples interacciones entre determinados actores internacionales, en un marco
espacial y, temporal bien definido, de tal modo que constituyan un proceso inteligible
como un todo y fuera del cual cada una de estas interacciones carece de significado.
Ambos conceptos podemos diferenciarlos en el plano teórico aunque no
siempre sea sencilla su diferenciación práctica. Las interacciones internacionales
constituyen los elementos o componentes de las relaciones internacionales. Es la
diferencia que existe entre la parte y el todo, lo particular y lo general, lo variable y lo
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 2
estable. Las interacciones se desarrollan a corto plazo, en breves períodos
temporales, las relaciones se sustentan durante el medio o largo plazo. Las primeras
nos permiten comprender la coyuntura internacional, las segundas, en cambio, nos
facilitan el conocimiento de las estructuras internacionales.
Esta distinción es fundamental desde las perspectivas metodológica y
gnoseológica. Una adecuada interpretación y periodificación de las secuencias
dinámicas y de las fases evolutivas de una Sociedad Internacional, imponen una
correcta comprensión de las formas y procesos de articulación de las diversas
interacciones internacionales, para dar origen a las relaciones internacionales, tarea
que resulta imposible si previamente no hemos procedido a una distinción conceptual
entre ambos fenómenos.
Tomemos algún ejemplo para explicar mejor estas ideas. Está unánimemente
aceptado que las guerras internacionales son una forma ancestral de relación entre las
sociedades, que se caracteriza por el recurso a la violencia y los poderes militares de
tales sociedades. Sin embargo, no todas las interacciones que integran las guerras
quedan reducidas a aquellas que implican el uso de la violencia. Además de las
batallas, los beligerantes recurren también a actuaciones de carácter económico
(embargos, boicots, etc.) o diplomático (negociaciones de alto el fuego, de intercambio
de prisioneros, etc.).
Todas estas interacciones forman parte de la relación bélica, influyendo en su
evolución y en sus resultados, aunque cada una de ellas puede ser diferenciada de las
demás. Y sin embargo, la esencia última de la relación bélica vendrá caracterizada por
sus interacciones-clave que son, precisamente, los enfrentamientos armados que
denominamos batallas. Son éstas las que deciden el curso de la guerra y su resultado
final.
Como se puede apreciar en el ejemplo anterior, toda relación internacional
conjuga una diversidad de interacciones que constituyen sus elementos o unidades
primarias. La cuestión que se le plantea al analista es la de determinar las
interacciones-clave, es decir, aquellas interacciones que constituyen el núcleo esencial
y diferenciador de cada relación internacional, respecto de aquellas otras interacciones
secundarias cuya presencia o ausencia puede influir en la relación, pero no define su
naturaleza.
Este planteamiento ayuda a romper la rigidez de los esquemas basados en
concepciones unilateralistas de las relaciones internacionales, debidos en gran medida
al paradigma estatalista, y nos remite a una concepción de la realidad internacional en
la que el comportamiento de sus actores está condicionado, no sólo por sus propios
actos (y decisiones) sino también por las respuestas que inducen en los demás
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