Ignacio Eduardo Agramonte Y Loynaz
Enviado por keniadela • 17 de Marzo de 2014 • 3.696 Palabras (15 Páginas) • 383 Visitas
Mayor General del Ejército Libertador cubano.
Mayor General
Nombre Ignacio Eduardo Agramonte y Loynaz
Apodo El Mayor
Lealtad Ejército Libertador
Participó en Guerra de los Diez Años
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Nacimiento 23 de diciembre de 1841
Puerto Príncipe, Camagüey, Cuba
Fallecimiento 11 de mayo de 1873
Jimaguayú, Camagüey, Cuba
Causa de la muerte Muerte en combate
Otros empleos Abogado
Cónyuge Amalia Simoni
Padres Ignacio Francisco Guillermo Agramonte Sánchez Pereira
María Filomena Loynaz y Caballero
Ignacio Agramonte y Loynaz (Puerto Príncipe, 23 de diciembre de 1841 - Jimaguayú, 11 de mayo de 1873). Mayor General del Ejército Libertador cubano conocido como «El Mayor». Fue uno de los líderes más sobresalientes de la Guerra de los Diez Años. Organizó la célebre caballería camagüeyana, al frente de la cual alcanzó grandes victorias contra las tropas colonialistas españolas.
En los tres años y medio de su vida militar participó en más de cien combates[1]. Como jefe supo combinar los principios de la táctica con la lucha irregular en las condiciones de las extensas sabanas de Camagüey, fundamentalmente con el empleo de la caballería. Llegó a establecer una sólida base de operaciones en ese territorio y prestó especial atención a la preparación militar y general de los jefes y oficiales, para lo cual creó escuelas militares como la de Jimaguayú.
Tratado con cariño y respeto por sus subordinados con el sobrenombre de "El Mayor", impuso estricta organización y disciplina a sus tropas. "El Bayardo", sobrenombre con el que pasó a la historia, es un símbolo de gallardía, patriotismo y valor. Los Veteranos de la guerra de independencia siempre llamaron a Agramonte: "Paladín de la vergüenza" y "Apóstol inmaculado".
Enrique Collazo Tejada, brigadier cubano y escritor, designa a Agramonte: "Salvador de la revolución". El abogado, amigo de la familia, y excombatiente a las órdenes de Agramonte, lo describió, el 21 de febrero de 1921, "Coloso genio militar". El estadista y patriota cubano, Manuel Sanguily Garrite, el 30 de agosto de 1917, designó a Agramonte con extraordinario relieve continental, al nombrarlo "Un Simón Bolívar".
Primeros años
Casa de la familia Agramonte-Loynaz, donde nació el niño Ignacio Eduardo Agramonte y Loynaz.
Familia Agramonte
Ignacio Eduardo Agramonte y Loynaz nació en una casona marcada con el número 5 de la calle Soledad, en la ciudad de Puerto Príncipe (hoy Camagüey) el 23 de diciembre de 1841 en el seno de una familia criolla ilustre y rica de esa región del país. Su padre fue el Licenciado Regidor Ignacio Agramonte y Sańchez-Pereira que tenía uno de los mejores bufetes con mucho prestigio profesional, y su madre Filomena Loynaz y Caballero.[2][3]
Desde pequeño Ignacio Agramonte parecía gozar de plena compatibilidad de caracteres y comunicación con su padre. Es sabido que éste le estimulaba su curiosidad intelectual al llevarlo con frecuencia a los salones de la Sociedad Filarmónica, repletos de la ilustrada juventud principeña. Sin dudas, María Filomena no ocupaba un segundo puesto en cuestiones de atención a sus hijos; marchaba a la par de su compañero y parece haber sido sumamente celosa por alejarlos de las cuestiones sociales más comunes y banales de la vida colonial.
Los dos padres de Ignacio Agramonte pertenecieron a familias criollas[3]. El padre, Ignacio Francisco Guillermo Agramonte Sánchez-Pereira, también abogado, de ideas liberales, fungiría como regidor y fiel ejecutor del ayuntamiento de Puerto Príncipe; a su vez, ostentaba cargo en la filial principeña de la sociedad económica. Igualmente se desempeñaba en el "Real Colegio de Abogados" de la ciudad, su hermano, "Francisco José", ejercía como Decano de ese importante centro de jurisprudencia.
Por la parte del padre fueron varios los miembros que desempeñaron cargos importantes dentro del cabildo o ayuntamiento; también en la milicia y en la iglesia. Varios se emplearon como abogados. Eran hombres emprendedores y de particular inteligencia. Por la rama familiar de la madre, María Filomena Loynaz y Caballero, igualmente procedía de una de las más antiguas familias principeñas, ligada al abogado Juan José Caballero y Caballero, marqués de Santa Ana y Santa María.
Estudios
Sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal, con el profesor de origen peninsular Gabriel Román Cermeño[4], hasta la edad de 11 años y tras una breve estancia en el Colegio El Salvador en La Habana, parte hacia Barcelona para ingresar en el en el colegio de Isidoro Prats, donde cursó tres años de Latinidad y Humanidades. Ya para 1855 inició los estudios de Elementos de Filosofía, en opción al título de Bachiller en Artes, en el Colegio de José Figueras. Ambos centros estaban incorporados a la Universidad de Barcelona, donde matriculó en 1856.
Al año siguiente regresó a Cuba y, tras unas breves vacaciones en su Camaguey natal, comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, siguiendo una línea profesional sostenida por los Agramonte. En la universidad se gradúa primero como Licenciado en Derecho Civil y Canónigo, en junio de 1865, y obtiene el Doctorado el 24 de agosto de 1867.[2] Fue en el antiguo Convento de Santo Domingo donde, el 22 de febrero de 1862, en un ejercicio académico sabatinal, en varios momentos de su intervención aludió al régimen español, la falta de libertades, de derechos y de justicia, indicando en su parte final la necesidad "de un cambio revolucionario de la sociedad en Cuba". Esta disertación es considerada un discurso revolucionario[5]. Antonio Zambrana, testigo de aquel acontecimiento, recordaba después[4]:
Aquello fue un toque de clarín. El suelo de todo el viejo convento de Santo Domingo, en el que la Universidad estaba entonces, se hubiera dicho que temblaba. El catedrático que presidía el acto dijo que si hubiera conocido previamente aquel discurso no hubiera autorizado su lectura.
Tras concluir sus estudios Agramonte decidió poner en práctica los conocimientos adquiridos, para ello vivió algún tiempo en La Habana, donde fungió como juez de paz del barrio de Guadalupe y ejerció su profesión en esa ciudad, en el bufete de Antonio González de Mendoza; y desde mediados de 1868 en Puerto Príncipe, luego de su regreso. El 1 de agosto de 1868 contrajo matrimonio
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