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Independencia De México


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  2.522 Palabras (11 Páginas)  •  149 Visitas

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La lucha por la Independencia de México persiguió varios objetivos. El primero en el

que pensamos es obviamente el rompimiento con España, el Reino conquistador,

colonizador y opresor; para convertir a la Nueva España en un país libre.

Sin embargo, esta libertad e independencia tuvieron diversas lecturas, es decir,

mientras para algunos sectores significaba que el naciente país fuera capaz de decidir sobre su propia organización y su destino; tomando decisiones propias sobre el presente y el futuro, principalmente en lo político y en lo económico. Para otros sectores el país debía obtener su libertad, pero sin romper los vínculos con España, y el rompimiento no debía ser total.

De esta manera se inició un largo período de nuestra historia en el que prevalecieron

las disputas entre republicanos y monarquistas. Los cuales a pesar de sus diferencias

ideológicas irreconciliables, lucharon juntos no sólo por la libertad sino también por la igualdad social, económica y política. Teniendo como objetivo final que en ese nuevo país sus habitantes tuvieran una mejor calidad de vida.

Así encontramos que la guerra de Independencia fue: armada, ideológica, política,

social y cultural. En el presente trabajo, expondremos las ideas de tres importantes

personajes de este período de la historia de México. Todos ellos lucharon por la

Independencia, aunque por caminos distintos, y todos tuvieron entre sus objetivos el ganar otra batalla: conseguir el reconocimiento, protección y respeto de los derechos

fundamentales para su pueblo. Lo cual manifestaron a través de diversos documentos.

Consideramos pertinente aclarar que no juzgaremos sus métodos, ni sus habilidades

militares, ni las posibles traiciones que pudieron haber entre ellos para alcanzar sus

objetivos. Únicamente nos ocuparemos de su aportación ideológica y política en materia de derechos fundamentales.

2. Miguel Hidalgo y los derechos fundamentales

Nació en una hacienda llamada San Pedro Corralejo en Guanajuato el día 8 de mayo

de 1753. Estudió en el Colegio de San Nicolás y fue rector del mismo. En 1789 fue

ordenado sacerdote. Siempre se caracterizó por tratar de mejorar las condiciones de vida de la gente de su parroquia, para lo cual instaló diversos talleres de alfarería, curtiduría, vinicultura, carpintería y tejido de la seda1.

Siempre se mostró inconforme con el régimen colonial, por lo que participó

activamente en las juntas secretas que diversos personajes, en su mayoría criollos ilustrados que se reunían para conspirar en contra del régimen y luchar por librarse de su opresión.

También “hizo de su parroquia [entonces en Dolores, Guanajuato] un centro cultural donde la gente podía discutir asuntos sociales y económicos… Sus parroquianos le tenían afecto y confianza, y entre sus numerosos amigos y conocidos importantes figuraban Juan Antonio Riaño, intendente de Guanajuato, cuya casa servía de sede al pensamiento de la Ilustración y la cultura francesa; el progresista obispo electo de Valladolid, Manuel Abad y Queipo; el corregidor de Querétaro Miguel Domínguez y su esposa María Josefa Ortiz, y los capitanes de milicia Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo, los tres hijos de terratenientes de comerciantes vascos”2.

La madrugada del 16 de septiembre les informaron a Hidalgo y a Ignacio Allende,

que la conspiración había sido descubierta y que tenían que tomar medidas. Hidalgo los

convence de comenzar la lucha, y así él llamó a sus parroquianos y los instó a comenzar la lucha.

Si bien Hidalgo no contaba con un ejército preparado, sí obtuvo grandes y rápidos

triunfos, y ganó multitud de adeptos. Sin embargo, muy pronto fueron apresados y fusilados y sus cabezas colgadas en Guanajuato para amedrentar al resto de los insurgentes, lo cual no sucedió, ya que caudillos como Rayón y Morelos siguieron luchando y dándole fuerza al movimiento que concluyó en septiembre de 1821 con la firma del Acta de Independencia.

A pesar de la confusión imperante y de la rapidez con que ocurría todo, Hidalgo se

tomó el tiempo de publicar diversos bandos en El Despertador Americano, pretendiendo

motivar la conciencia social sobre varios temas, y para pedir que el pueblo luchara por sus derechos.

Entre sus escritos publicados encontramos el Manifiesto que el señor don Miguel

Hidalgo y Costilla, generalísimo de las armas americanas y electo por la mayor parte de los pueblos del reino para defender sus derechos y los de sus conciudadanos, hace al pueblo3.

En él da respuesta a los cargos que le imputaba el Tribunal de la Inquisición y por los

cuales fue excomulgado. Hidalgo explica al pueblo que nunca se ha apartado de la religión católica, ni de sus dogmas y les asegura “que si [él] no hubiere emprendido libertar nuestro reino de los grandes males que le oprimían, y de los mucho mayores que le amenazaban y que por instantes iban a caer sobre él, jamás hubiera sido… acusado de hereje”4.

Y así, a través de distintos argumentos pide al pueblo romper de una vez y para

siempre los lazos con España, para lo que incita al pueblo a unirse y pelear por sus

derechos, y le promete que una vez concluida la guerra se desterrarían la pobreza, ya no habría saqueos del reino ni de su dinero, se reactivarían la industria y las artes; y autónomamente se tomarían las decisiones en cuanto a la producción del país.

El 29 de noviembre de 1810 don Miguel Hidalgo publicó un Bando aboliendo la

esclavitud, eliminando los tributos, el papel sellado, así como varios estancos e imponiendo las alcabalas5.

En este documento señala que uno de los principales motivos que tuvo el pueblo para

rebelarse, fue liberarse de las pesadas cargas impositivas del régimen colonial. Por lo que a través de dicho Bando él pretendió suprimir la mayor parte de ellas, como los tributos que algunas castas estaban obligadas a pagar; el importe que los litigantes pagaban al tener que usar necesariamente papel sellado en todas sus diligencias; los estancos, que consistían en prohibir la venta libre de algunos productos, reservando su venta sólo a ciertos lugares y con un precio previamente fijado; y las pensiones que se les exigían a los indios.

Sin embargo, él mismo aceptó que no era posible desaparecer del todo las cargas

impositivas, por lo que dejó las alcabalas de un dos por ciento en los productos agrícolas y de un tres por ciento en los traídos de Europa; éste impuesto

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