Jose Maria Villa
Enviado por 5707667 • 13 de Noviembre de 2012 • 766 Palabras (4 Páginas) • 624 Visitas
Hijo del médico Sinforiano Villa Vergara y de doña Antonina Villa Leal, recogió el sueño de su padre, según lo relata el texto de Pilar Lozano, al igual que los viejos amigos de Sopetrán:
“Desde muy pequeño escuchó el relato sobre un paseo que hicieron por las vegas del Cauca, muy recién casados, Sinforiano, su padre, y Antonina, su madre. Sinforiano, absorto en sus pensamientos, que lo hacían estar y no estar al mismo tiempo, no se dio cuenta de que oscurecía y que el sol de los venados llenaba ya de rojo el horizonte, señal inequívoca de que se hacía tarde para el regreso.
—Vámonos, que está oscureciendo —decía ella.
Pero él seguía mudo, hundido en sus cavilaciones. Al cabo de un rato se paró –estaba sentado en una piedra, en la orilla– y le reveló a su mujer sus más profundos anhelos:
—Pensaba —dijo—, o mejor, soñaba en cosas que no veré jamás. Qué tan bueno, Antonina, que hubiera un caliente capaz de tender aquí un puente, ¡aunque fuera sólo para que cada ocho días pasara una vieja con una cuyabra de almidón y yuca!”
El ingeniero José María Villa nació en la vereda Horizontes, del Municipio de Sopetrán, el 18 de octubre de 1850. El doctor Nepomuceno Villa, pariente suyo, fue su primer maestro ante el cual el niño Josema empezó a demostrar su temprana inteligencia mediante su lenguaje y sus preguntas acuciosas. Radicada su familia en Medellín, ingresó al Colegio del Estado, hoy Universidad de Antioquia, de donde fue expulsado con tan sólo 17 años de edad, un jueves de abril de 1867, por un verso que escribió y que la rectoría juzgó “escandalosamente ateo”. El general Pedro Justo Berrío, sabedor de su inteligencia prodigiosa, abogó por él, pero fue en vano. Al fundarse la Escuela de Artes y Oficios por Berrío, se convirtió en excelente profesor de matemáticas y afines. Gracias al apoyo del general Berrío pudo matricularse en el Stevens Institute of Technology de New Jersey, donde a mediados de 1878 recibió el diploma de ingeniero mecánico, luego de presentar los exámenes adelantados de las materias de los dos años que le faltaban para culminar la carrera, pues las guerras en Antioquia le privaron del auxilio que recibía para sus estudios. Luego de revisar cuidadosamente los exámenes presentados por Villa, las directivas del Tecnológico lo despidieron con la frase más elogiosa a que puede aspira un estudiante de ingeniería: -¡Usted sabe más matemáticas de las que exige el plantel!
Por su parte, el gran don Manuel Uribe Ángel, por entonces acudiente del estudiante Villa, escuchó complacido: -Usted no nos trajo un discípulo, nos trajo un profesor.
A poco de regresar a Colombia y con el sueño de su padre en el corazón y en el cerebro, se entregó con tesón a la construcción de la gran obra: el Puente de Occidente, ubicado en límites
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