Josef Mengele Y Escuadron 731
Enviado por mario_11fer • 6 de Febrero de 2014 • 1.435 Palabras (6 Páginas) • 581 Visitas
La ciencia nos ha provisto de muchas de las mejores cosas de la vida, desde salud hasta entretenimiento. Poco o nada hay donde no intervenga en beneficio de la raza humana. Nos ha dado una mejor civilización y nos promete un futuro brillante. Sin embargo no hay nada que el ser humano inicie que no esté provisto de un lado obscuro. Lamentablemente es un rasgo de la especie. La ciencia fue dada a la luz por el hombre con las mejores intenciones pero, así como este es lo suficientemente inteligente para entenderla, también es lo suficientemente insidioso para bastardearla.
Lamentablemente la ciencia ha sido usada para el mal y para demostrarlo nos remontaremos a épocas de la Segunda Guerra Mundial. El Nazismo avanza por Europa dejando una mancha negra de odio y violencia, el poder de Hitler crece en cada rincón del viejo continente y los campos de concentración reciben cada vez más prisioneros del Tercer Reich. En Auschwitz, un hombre resuena entre las numerosas personas que llegan ahí, helando la sangre del más fuerte, Josef Mengele, el ángel de la muerte. ¿Su trabajo? Decidir el destino de los prisioneros que llegan al campo y escoger a los mejores especímenes para sus experimentos.
Mengele un hombre apasionado a la genética y fascinado con los gemelos creía que estos eran la solución para aumentar la reproducción de una manera rápida y así aumentar la población Aria.
A comienzos de 1943 solicita su pase al campo de concentración de Auschwitz con el fin de realizar experimentos genéticos sobre seres humanos. Pero, ¿por qué el interés de Mengele en estar en un campo de concentración? Desde el punto de vista científico los campos de concentración eran “la cereza sobre el pastel”, un lugar en el cual se podían usar a los cautivos como conejillos de indias en una manera masiva, sin tener que dar explicaciones a nadie y sin juicios morales y éticos. Estos experimentos dieron como resultado miles de muertos.
Las metas de la experimentación no solo se limitaron a los gemelos, también se tenía el objetivo de prolongar el periodo de fertilidad de las mujeres, la obtención de la formula de la eterna juventud, la “cura” de homosexuales y el estudio de la efectividad de sustancias químicas en la destrucción de las personas.
Las investigaciones de Mengele tenían un fin claramente demarcado: lograr la absoluta perfección de la raza aria y asegurar su reproducción. Es por ello que intentaba descifrar los secretos de los nacimientos múltiples. Sus experimentos varias veces carecían de valor científico, pero fueron financiados por el gobierno nazi. Incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones diversas, un intento de crear siameses artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos. Las personas objeto de los experimentos, en caso de sobrevivir, eran casi siempre asesinadas para su posterior disección.
Extraía los ojos a sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos.
Casi al final de la guerra, en la toma de Alemania, Mengele escapa en tren llevando consigo los resultados de sus experimentos y una gran cantidad de oro rapiñado a los internos, con la certeza de que la guerra está perdida y que sería enjuiciado por Los Aliados por los crímenes cometidos. Mengele escapa hasta Sudamérica donde muere en 1979 sin ser atrapado ni enjuiciado.
Sin embargo sus víctimas aún claman por justicia.
“Mi madre no nos soltó. Mi padre y mis otros hermanos desaparecieron en la multitud, y jamás los volvimos a ver... De pronto, apareció Mengele gritando en alemán "¡zwillingen, zwillingen!", es decir "¡gemelos, gemelos!". Se detuvo frente a nosotras y mirándonos a mi hermana y a mí, preguntó si éramos gemelas. Mi madre no sabía qué decir; sólo atinó a preguntar: "¿es eso bueno?" Allí, un oficial SS ordenó: "¡responda por sí o no!". Y mi pobre madre dijo "sí, son gemelas". Mi madre fue enviada en una dirección, y nosotras en la dirección opuesta. Cuando me di vuelta, la vi por última vez, extendiendo sus brazos hacia nosotras..."
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