LA ESCUELA CAPITALISTA EN FRANCIA Christian Baudelot Roger Establet
Enviado por MarianaBeloqui • 24 de Mayo de 2015 • 1.545 Palabras (7 Páginas) • 993 Visitas
LA ESCUELA CAPITALISTA EN FRANCIA
Christian Baudelot
Roger Establet
“La escuela es una escuela de clase porque se esfuerza en prohibir a los niños obreros adquirir, organizar y formular la ideología que el proletariado necesita”
La escuela capitalista en Francia, de Christian Baudelot y Roger Establet, recoge los resultados de una investigación sobre el sistema educativo francés entre 1965 y 1975. Si bien se trata de un tiempo y una geografía algo lejanas, sus hallazgos han arrojado luz sobre ciertas características generales de la educación bajo relaciones sociales capitalistas. Lamentablemente, fruto de la derrota de la última oleada revolucionaria a escala mundial, la de los años ´70, ambos autores han virado hacia las filas de la socialdemocracia. Así, hoy hablan de países “ricos” y “pobres”, dan por muerta a la clase obrera y sostienen que los países en los que la “gente” está muy escolarizada, son sociedades ricas. Aún así, aquel viejo texto mantiene todo su valor.*
La prolongación de la escolaridad obligatoria y los “métodos activos”
La operación es simple: consiste en introducir, en reintroducir o en mantener en el aparato escolar a los individuos que anteriormente estaban excluidos o ya habían salido. Los efectos que produce esta operación no conciernen de hecho más que a aquellos para los que la escolaridad era realmente una obligación (no para los otros, para los cuales era un derecho…): los hijos de las clases explotadas; nunca los de la burguesía. […]
“Arraigar con mayor fuerza al joven en su medio originario”: este es, de hecho, el objetivo reconocido; se trata de dar una educación completa que se baste a sí misma, y no de preparar el paso a otro tipo de enseñanza; se trata de retener, en el aparato escolar, a una masa de peones (y de mano de obra) que la industria ya no puede usar de manera inmediata (antes pudo hacerlo: cf. el trabajo de los niños en el siglo XIX), reforzando su encadenamiento ideológico a través del “arraigamiento en su medio originario”.
[…] Tal como son aconsejados y practicados, los métodos activos no se proponen conducir a los alumnos a un determinado “nivel” de conocimientos sino, al contrario, devolverles la seguridad moral mediante la confianza y el afecto. Este “nuevo clima” que permite a los maestros y alumnos una gran iniciativa y trata de interesarlos mediante el atractivo de lo “concreto” produce muchos efectos: trata, en primer lugar, de ocultar a los que se encuentran en él la realidad de su situación presente, adormeciéndolos durante “unos cuantos años de felicidad escolar”. Aquello que se presenta como el último grito de la investigación pedagógica, testimonia en realidad el profundo desinterés manifestado respecto a esos alumnos a los que se trata sólo de mantener ocupados, lo más contentos que se pueda, con la mayor utilidad posible algunas veces: es así como la ilusión pedagógica casi lograría que se considere como la cima de la audacia pedagógica a las prácticas que contribuyen por su parte a realizar la división de clases y preparan para la explotación (…). Finalmente, los métodos activos presentan, entre otras acciones, la de prohibir a aquellos a los que someten la posibilidad de readaptarse a las prácticas escolares más coercitivas de la red secundaria-superior. Les cierran definitivamente el acceso.
La escuela y la división social del trabajo
(…) la escolarización no conduce por sí sola a los puestos de la división social del trabajo. Se combina con los imperativos del mercado capitalista del trabajo: son dos aspectos inseparables de un mismo mecanismo.
La escolarización, en forma tendenciosa (tanto más, cuanto que se desarrolla por sí misma), define los límites dentro de los cuales se pondrían en juego los mecanismos del reparto de los individuos en los diferentes puestos de la “vida activa”, y en particular los mecanismos del mercado de trabajo, donde en apariencia no circulan más que individuos. Estos límites son los decisivos, y se trata de límites de clase. Lo que ocurre en el mercado sería completamente ininteligible si no se viera que depende de lo que ocurre fuera del mercado, en la producción, en el proceso de escolarización y en la relación “indirecta”, “invisible”, de la escuela con la producción. Los representantes oficiales del capital y del Estado se lamentan desde hace un siglo y medio sobre la “inadaptación” de la escolarización a la producción: pero la escolarización “forma” a conciencia a los individuos de tal manera que, en su gran mayoría, llevan ya consigo los caracteres, las cualidades concretas requeridas para su utilización en el marco de las relaciones de explotación capitalista. Incluyendo, claro está, cuando se trata de las cualidades de “mando” y de “competencia” intelectual. Incluyendo cuando se trata, en el otro extremo, de
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