LA GRAN¨REVOLUCION FRANCESA.
Enviado por chrisdeaza • 9 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 2.193 Palabras (9 Páginas) • 290 Visitas
La Revolución Francesa no es tan simple de poder explicar; solo en términos de crisis económica y social. Hoy en día, las interpretaciones que hemos tenido han sido incompleta y hasta cierto punto superficial ya que desde hace tiempo han salido a la luz datos que la contradicen. Por cierto, “desde la obra clásica de Alexis de Tocqueville los historiadores han señalado que las condiciones socioeconómicas de Francia en 1788 no permitían suponer como inminente el estallido de una revolución. Más aún, según la historiografía reciente era un país próspero económicamente y en proceso de expansión”. Los datos confirman esta aseveración.
La situación económica de Francia en la Revolución era como la de otros países de Europa que tenían un crecimiento económico impresionante. Los sectores pobres y marginados de Francia eran menores en número que en naciones. Pero esta miseria existía y con su sola existencia hacía visible la injusticia social que prevalecía, la indigencia en que vivía una parte de la población de este país, más rico que muchos otros, contrastaba fuertemente con la opulencia de los grupos privilegiados, particularmente la aristocracia y el alto clero. Y fue esta desigualdad el que despertó el enfado popular y en el momento oportuno provocó el estruendo. Fue un acto de toma de conciencia popular que en poco tiempo involucró no solo a las clases obres, sino también a la burguesía media e incluso a la nobleza de menor rango.
“Todo lo que nos rodea proclama que hemos llegado a una de las mayores revoluciones de la especie humana. ¿Hay algo más idóneo para iluminarnos sobre lo que debemos esperar de esa revolución, para procurarnos una guía segura en medio de estos movimientos, que un estudio de las revoluciones que precedieron y prepararon ésta? El estado actual de la ilustración humana nos garantiza que esta revolución será una revolución feliz” esto fue escrito por Condorcet y a los pocos meses de escribir la misma él moría en una prisión en las afueras de París. Fue cuando la Revolución dio un giro y comenzó algunas de los momentos oscuros de la historia de Francia.
Uno de los primeros en señalar la influencia de las ideas ilustradas en la crisis social que afectaba a Francia fue un inglés, Edmund Burke, quien en 1790 publicó su célebre obra titulada Reflexiones sobre la Revolución en Francia, en la cual mostró con elocuencia el abismo que separaba a las ideas que habían provocado la revolución de los actos que ésta perpetraba contra la dignidad humana. Las ruinas de Francia, afirmó en esa obra, con el monumento "triste pero instructivo" de las ideas temerarias y devastadoras surgidas de un período de paz y tolerancia. El sombrío cuadro que pintaba de la Revolución era la prueba evidente de que ésta ya había entrado en colisión con el mundo europeo y que sus anhelos de reforma no iban a quedar ceñidos a las fronteras de Francia. Pero, además, abrió el debate sobre la influencia de las ideas ilustradas sobre la Revolución, debate que perdura hasta hoy. Así, desde los primeros decenios del siglo XIX historiadores como Joseph de Maistre, Louis de Bonald, Tocqueville, Taine, Renán y Maurrás, y filósofos- como Augusto Comte, se mostraron hostiles al "espíritu de 1789" o al menos a las consecuencias que surgieron de ese espíritu. Su argumentación contra la Revolución tenía como apoyo tres elementos básicos: 1. La Revolución fue dañina para Francia. Fue de hecho, por sus resultados, un fracaso histórico. 2. La Revolución fue el producto de las ideas corruptoras de los ilustrados franceses que se habían dejado influir por las teorías de autores extranjeros como Locke, Rousseau o los deístas ingleses. 3. El espíritu revolucionario estaba envenenado por las utópicas teorías de los filósofos que pensaban que el mismo tipo de normas que se utilizaban en las ciencias se podía aplicar a la sociedad, lo que era manifiestamente erróneo.
A la Revolución Francesa no se le puede juzgarla, hay que comprenderla. Para las personas del siglo XVIII fue un tiempo colosal por el sacudo social que provocó; para nosotros fue ciertamente un momento estelar de la historia europea que, dio los sucesos revolucionarios de los siglos XIX y XX, adquiere otros tipos de dimensiones. Sin embargo, cual haya sido la opinión que tengamos de ella, es evidente que representó el fin de una época. La Revolución debe ser medida tanto por lo que logró como por las resistencias extraordinarias que abatió. Los filósofos franceses del siglo XVIII jamás se iban a imaginar que sus ideas pondrían en marcha una maquinaria de tal naturaleza que permitiría desafiar la fuerza de la monarquía francesa y liquidarla, sustituyéndola por otro tipo de poder.
El término burguesía se comenzó a utilizar en la Edad Media para nombrar el conjunto de comerciantes que acumulaban riquezas provenientes de sus negocios. Se trataba de personas que no gozaban de privilegios nobles, pero tampoco se encontraban atados a las obligaciones, desarrollando un oficio o viviendo del intercambio mercantil y prestamismo. Todavía en el siglo XVIII se encontraban múltiples huellas de este significado. Estos comerciantes se instalaban en las afueras de las fortalezas feudales (burgos), de ahí la denominación de bourgois (burgués).
El desarrollo de las redes de intercambio y las técnicas productivas; el poder económico de estos comerciantes fue creciendo, mientras el de la aristocracia feudal decaía frente a las monarquías. En este contexto y en alianza con la aristocracia real la burguesía fue obteniendo un poder político cada vez mayor, que le permitió ir destruyendo los privilegios nobiliarios y establecer un modo productivo semejante a sus necesidades; expansión de las redes de intercambio, liberación de los esclavos para contar con mayor mano de obra, entre otros. Aunque se trata de un proceso lento de transformación social, en este mismo son obvias las revoluciones inglesas del siglo XVII y la francesa, así como otras revoluciones europeas.
Desde la llegada del Renacimiento, el comercio colonial y la reforma en parte, favorecieron el desarrollo de la burguesía comerciante y la llegada del capitalismo. La burguesía, entonces, asume un rol dirigente cuando ocupa el poder político, implanta poco a poco la democracia parlamentaria e inicia con éxito las revoluciones agraria, industrial y comercial. El paso a los puestos claves de la sociedad burguesa de clases no se basa en privilegios de nacimiento, sino en la acción individual ya sea económica o intelectual.
El autor Eric Hobsbawm piensa que estas dos revoluciones, la francesa en lo político y la inglesa en lo económico, son los acontecimientos más influyentes en la configuración de una nueva sociedad que desbanca al antiguo régimen y marca el inicio de una nueva era. En cierto modo, esta obra es una historia universal, que centra su atención en estos dos acontecimientos por ser considerados como el principal motor de la dinámica histórica universal. Por eso, engloba a todo el mundo, pero dedicando a cada zona una atención proporcional a la influencia que en este periodo acusó estas dos revoluciones.
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