LA RAZA DEL CAOS

La palabra mestizaje significa mezclar las lágrimas con la sangre que corre. ¿Qué puede esperarse de semejante brebaje? Gabriel García Márquez

LA RAZA DEL CAOS

Se dice que, quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Esta es una sentencia que convierte el pasado en un determinismo. La historia nos dice quiénes fuimos y, en parte, quiénes somos, pero no define totalmente nuestra actual identidad. Si fuera así, resultaría relativamente sencillo terminar de explicar el misterio que entraña nuestra particular forma de ser. Bastaría con asomarnos a las profundidades del pretérito para seguir desentrañando los sucesos que marcarían nuestro destino. No somos esclavos de nuestro pasado, tenemos la posibilidad y la oportunidad de tomar decisiones que nos encaminen a mejorar el presente y, por ende, a proyectar un futuro más esperanzador.

En este mismo sentido, Octavio Paz (2006), refiriéndose al “Maestro de América”, subraya: “Vasconcelos pensaba que la Revolución iba a redescubrir el sentido de nuestra historia, buscado vanamente por Sierra”. (P. 164).

Una revalorización de nuestra cultura basada solamente en nuestro pasado, no garantiza un redescubrimiento de lo que somos y pretendemos ser. Se requiere también, un escrupuloso examen de lo que sucede hoy con nuestra cultura, y reconocer las realidades que nos superan y nos confrontan, que nos arrastran y nos obligan a desafiarlas. La historia nos recuerda los caminos que no nos condujeron al progreso, a la justicia, a la unión, al respeto, a la tolerancia, etc. Más bien, nos sumieron en la pobreza, en la vergüenza, la desconfianza, el encono, la desesperanza y la traición. La inteligencia del mexicano se ha utilizado en detrimento de muchos y en beneficio de pocos.

Al revisar los hechos de nuestra historia nos daremos cuenta que, aquella visión “Vasconcelista” en la que la Raza Cósmica está destinada a surgir como la quintaesencia entre las razas preponderantes, en el que el mestizaje es el catalizador que la impulsará hasta lograr un equilibrio armónico en el mundo, requiere no sólo de lo que la sangre mezclada pueda llegar a producir, sino de un determinado tipo de inteligencia, capaz de cumplir con lo que promete esta especie de profecía o sueño. La exaltación de nuestro mestizaje como la fórmula alquimista que convertirá la roca en oro, la raza más impura a la más pura, con el fin de resolver el desequilibrio genético que tantos conflictos genera en la humanidad, termina por ser, una visión totalmente utópica, un ideal que no encaja en los complejísimos contextos de nuestra realidad.

Dentro del libro, Anatomía del Mexicano, Vasconcelos explica dicho sueño postulando estas ideas:

En la América española ya no repetirá la Naturaleza uno de sus ensayos parciales, ya no será la raza de un solo color, de rasgos particulares, la que esta vez salga de la olvidada Atlántida; no será la futura ni una quinta ni una sexta raza, destinada a prevalecer sobre sus antecesoras; lo que de allí va a salir es la raza definitiva, la raza síntesis o raza integral, hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos y, por lo mismo, más capaz de verdadera fraternidad y de visión realmente universal. (Bartra, 2006, pág. 66)

Se interpreta entonces, que lo mejor de varios mundos queda plasmado en el ADN iberoamericano del cual surgirá la etnia mesiánica, que tendrá como característica principal, un nivel de conciencia tal, que llevará a la humanidad a una era de paz y comprensión. Algunos estudiosos de los NVR (Nuevos Movimientos Religiosos), clasificarían dichos postulados como ideología de la Nueva Era (New Age). No es de extrañar esta forma de pensar, tomando en cuenta que Vasconcelos era miembro de la Masonería, y en los estudios que realizan al interior de sus logias, construyen una particular visión sobre el mundo, la vida y Dios, a través de una serie de sincretismos que sólo los iniciados pueden llegar a comprender.

...