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LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA REALIDAD POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL EN COLOMBIA


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2020  •  Ensayo  •  3.259 Palabras (14 Páginas)  •  172 Visitas

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Universidad de Antioquia

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

Ensayo Evaluativo 30% - Derecho Constitucional

Nombre: Acero Alfredo.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA REALIDAD POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL EN COLOMBIA

Leyendo los antecedentes que conllevaron a la revolución francesa, me es imposible no comparar la situación en la que se encontraba el pueblo en Francia, previo a la Revolución, a la situación que se vive en América Latina, y específicamente en Colombia, viéndome en la necesidad de hacer un análisis exhaustivo de la situación política, jurídica y social que se vive en el país. Por ello, no me centraré solo en los acontecimientos posteriores y propios de la Revolución Francesa, sino que haré un análisis de las situaciones políticas, económicas, sociales y doctrinales que conllevaron a semejante hecho histórico, basándome principalmente en la óptica que plantea el Historiador de la Revolución Francesa, (Pedro Kropotkin, 1909) y con fundamento en lo planteado en las conferencias del Dr. García de Enterría y adicionalmente y no menos importante en lo planteado en los inicios de la Revolución por (Enmanuel Sieyes, 1789) y su obra ¿Qué es el Tercer Estado?. La idea de este breve ensayo no es describir la situación de la Francia pre Revolución, sino comparar los sucesos que ocurrieron entre 1788 y 1789 con la Colombia actual y preguntarnos ¿Está puesto el escenario actualmente en Colombia para un cambio político, social y democrático verdadero? ¿Estamos a portas de una verdadera revolución de ideas?.

Las ideas de libertad se habían filtrado en la sociedad francesa, y esta había sido en gran medida influenciada por la filosofía del Siglo, inspirados por grandes filósofos como Rosseau, Voltaire, Montesquieu y Diderot, lo que conllevó a esta gran revolución. Valga decir que, según (Kropotkin, 1909), el pueblo no tenía claridad en las concepciones de lo que podía, quería o deseaba esperar de una Revolución. Cosa diferente sucedía con la Burguesía de la época, quien, a diferencia del pueblo, si tenía un rumbo claro, respecto a la Revolución, el cual era Constituir un Estado Político que se moldeara de acuerdo a sus intenciones. El odio del campesino hambriento y rebelde de la época, contra los señores que le impedían el acceso a la tierra, los excesivos impuestos, los diezmos percibidos por el clero, etc; todas éstas fueron situaciones que canalizó la Burguesía, con tal y cumplir su objetivo. En aquella época previa a la Revolución, los campesinos se veían forzados a dejar el campo con la esperanza de hallar una mejor vida en otras grandes poblaciones, agraviándose la miseria de estos campesinos a medida en que Luis XVI aumentaba los gastos del Estado.

En contexto, la Revolución de 1789 fue conducida en gran medida por la esperanza de llegar a ciertos resultados importantes o la esperanza de algún alivio. Esta época previa a la revolución se caracterizó por el abandono del Estado frente al pueblo, siendo este un régimen de gobierno irresponsable, que abandonó los intereses del pueblo, tal y como se demostró en la actitud que tomó Luis XVI al resistirse junto a la Corte a un cambio, rechazando incluso las propuestas de su ministro Turgot, quien en su momento le hacía frente al rey, con propuestas económicas y sociales, que valga la pena decir, se podrían entender como modestas; tales como la abolición de la servidumbre corporal, abolición de los gremios o una tímida tentativa de hacer pagar los impuestos a las dos clases privilegiadas de la época, tales como la nobleza y el clero. Todo esto se resume en que simplemente a Luis XVI le repugnaba cualquier idea que limitara su poder y aún más cualquier propuesta que no favoreciera a los de su clase, una vez más demostrando que no velaba por los intereses sociales, obviamente, sino por los de su clase solamente. Las situaciones descritas, en mucho tienen parecido a la situación política e institucional que, a mi parecer, vive nuestro país en la actualidad. Basta con solo ver y analizar el actuar de la clase política que tenemos y es fácil darse cuenta que, la mayoría no trabaja para los intereses del pueblo, sino para los intereses de la burguesía, si se puede decir, o de los altos gremios, sindicatos y empresarios.

Ante todo esto surge una pregunta ¿Quién sabe lo que quiere el pueblo? Aunque a la mayoría o a todos si nos llegaran a preguntar diríamos que queremos paz, al momento de aplicarla, un buen sector de la población se opondría a ella. ¿Será entonces que estamos ante un pueblo manipulado nuevamente por la Burguesía, a sus intereses y antojos tal y como sucedió en la Francia previa a la Revolución? Lo que al mismo tiempo nos lleva a cuestionarnos si hace falta imbuir al pueblo de ideas que le lleven a despertar y a pensar por sí mismo, de alguna manera, para que suceda un cambio democrático verdadero en Colombia. Posiblemente, pues de esa manera se alimentó la Revolución francesa, con las ideas que aportaron grandes pensadores del siglo y sobre todo con la idea del Tercer Estado que se alimentaba con los folletos de (Enmanuel Sieyes, 1789) en donde la idea de la nación como la realidad política suprema fue calando y se empezó a ver que de su identidad dependía todo lo demás entendiéndose como un cuerpo de ciudadanos que ejercen una voluntad común, inalienable. A través de estos folletos, se sentaron bases para el derecho constitucional en la nación,  pues entre otras cosas se pedía que el tercer estado pudiera tener una participación, esto es, a través de diputados capaces de defender los intereses del pueblo y con influencia igual o mayor que la de los grupos privilegiados, dejando de un lado, ese sistema monárquico que imperaba en toda Europa y sentando el fundamento para lo que hoy en día conocemos y entendemos como un derecho y deber constitucional de todo ciudadano, como lo es el derecho al voto.

No en vano, surgió semejante revolución, pues siempre en todo movimiento importante de la historia, alguien debe impulsar estos cambios. En el caso de la Revolución en Francia, fue precisamente la Burguesía, la que los impulsó en gran medida, sembrando activamente el descontento en el pueblo, no por el amor al pueblo necesariamente, como lo pretenden pintar algunos historiadores, sino que lo hicieron en mayor medida porque se vieron amenazadas sus riquezas y sus propiedades territoriales, burguesía, a su vez que aprovechaba la pobreza del campesino, para explotarlo en la industria, y tomaba provecho de la situación para apoderarse de monopolios, enriqueciéndose con los préstamos del estado. Es por ello, y desde la óptica del historiador (Kropotkin, 1909) es falso imaginar a Francia como una nación de héroes en la víspera de 1789. De héroes o no, lo cierto es que todas estas ideas, impulsaron a una serie de motines en todo el país, como por ejemplo los motines del invierno de 1789, los cuales fueron fundamentales para que se diera la caída del despotismo real.  Sin embargo, tal y como García de Enterría lo expresa en su conferencia titulada "El sistema jurídico revolucionario en el Estado de Derecho contemporáneo", a los revolucionarios les debemos el impulso de los 3 principios fundamentales, como la democracia, la igualdad y la libertad, siendo estos principios ejes de la parte sustancial de la vida política y social y del derecho constitucional y que de una u otra manera, permanecen hoy en día su frescura, y cuando se entiende que mantienen su frescura, no significa esto que sobre su comprensión no hayan operado cambios o transformaciones, sino que su esencia misma aún se aplica.

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