LAS VENAS ABIERTAS DE AMERICA LATINA

Relatar cómo se llevaron a cabo las conquistan en América Latina a mano de portugueses y españoles más que un relato histórico podría ser un cuento de horror, quizá con lecturas como el libro de Eduardo Galeano, uno se da cuenta que la historia no es como la pintan, cada quien la narra desde su punto de vista, la historia es un cúmulo de subjetividad y como ciegos confiamos en las palabras de antepasados extranjeros.

Desde niños se enseña historia, pero no la historia de nuestros antepasados indígenas sino de los conquistadores españoles, los cuales han sido idealizados y mostrados como los salvadores de los impíos y poco civilizados indígenas de Latinoamérica.

Cuando uno tiene la oportunidad de realizar una lectura como Las venas abiertas de América Latina, se da cuenta cuan equivocado se puede estar para creer que el horror y la violencia desmedida pueden ser signo de civilización, y es que el término de civilización puede ser aún más subjetivo que el de la belleza, ya que en ninguno de los dos se puede tener una certeza objetiva de los factores que forman su definición.

El conocer la América Latina del falso descubrimiento de Las Indias de Colón desde el punto de vista de los historiadores es una mirada nueva a todo el sufrimiento y horror que vivieron los indígenas de nuestras tierras, si ese es el concepto de civilización que se ha estandarizado pues permítanme decir que hubiera preferido que América Latina se hubiera quedado presa del “salvajismo” de nuestros indios, si matazón y violencia desmedida son las características de una civilización pues no me quiero imaginar a quienes llamar bárbaros.

Los españoles llegaron con el único objetivo de saquear y robar todo cuanto estuviera expuesto en América, cada trozo de oro, de plata, era para ellos el pago por su largo y peligroso viaje a través de las millas que distaban entre Europa y América.

España se enriqueció a costas de la sangre y el sufrimiento desmedido de nuestros indígenas y no solo hablo de Colombia sino de toda América Latina y Centro América, su “civilización” se extendió y se vanaglorio de sus triunfos gracias a millones de millones de indios que cayeron muertos de cansancio por los fatigantes trabajos a los que se veían obligado o a los miles que se suicidaron y se llevaron con ellos a sus hijos para que no pagaran el precio por el enriquecimiento de España.

Aunque España era la “dueña de las Américas” tal como lo dispuso la excelentísima Iglesia Católica, no era mucho lo que esta primera hacia por su “colonia”, ya que si no era capaz de asumir su deuda externa con autonomía que más podía hacer sino desangrar a América Latina para poder con esas grandes cantidades de oro y plata pagar sus deudas.

América Latina se volvió no solo su proveedor de oro y plata sino también de muchos elementos que eran requeridos con urgencia para manejar el mercado de las esencias, el algodón, el café, entre otros, aun cuando para esto se dejara sumida a estas tierras en una pobreza casi absoluta.

Con mucho ahínco el autor nos muestra el caso de Potosí, la cual fue la principal fuente de plata para el vanagloreo español, la historia de esta ciudad está cargada de penas y trabajos que llevaron a la muerte a muchos de los indígenas que se vieron obligados a dejar la agricultura por explotar las minas de plata, fue asi como se dio un desmedido crecimiento de Potosí, llego a tener aún más pobladores que la Sevilla de su época.

Al incrementarse la explotación, también se vio incrementado el trabajo y así mismo fueron muriendo en mayor cantidad indígenas nativos, fue asi como al no tener ya la suficiente mano de obra para la extracción de la plata, se importaron alrededor de 2000 negros esclavos del África, pero como todo recurso renovable el cerro de Potosí fue agotando sus inmensas vetas y así inicio una corrida cuesta debajo de la economía minera de la Villa Imperial de Potosí quedando destinada a la miseria y al olvido absoluto.

Fue así como no solo el oro y la plata despertaron la codicia de españoles y portugueses sino que también la caña de azucar o también llamado “oro blanco”

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