LEYENDA DE LA LLORONA
Enviado por esmecachito • 28 de Abril de 2014 • 1.598 Palabras (7 Páginas) • 1.126 Visitas
LEYENDA DE “LA LLORONA”
NARRADOR: La figura de la mujer que llora por sus hijos perdidos es un arquetipo común en la mitología. En la época de la colonia cuando la capital azteca Tenochtitlán se había convertido en la capital de la Nueva España, aparecía la figura nebulosa y blanca de una mujer que lloraba, se decía que la mujer era el fantasma de Doña Marina, a quien se conoce hoy como la Malinche, cuyo nombre originario era Malinalli, que era una indígena de noble cuna.
El hecho es que a medianoche principalmente si había luna llena se oían unos tristísimos y agónicos lamentos de una mujer, las personas veían una mujer que impulsada por el viento vagaba por las oscuras calles y plazuelas, su vestido era vaporoso y blanquísimo, su pelo negro bailaba con la brisa de la noche y llevaba el rostro cubierto con un blanco velo. Se paraba ante cruces, templos, cementerios e imágenes de santos iluminadas en las esquinas. Se detenía en la plaza mayor y se arrodillaba mirando hacia la catedral. Se volvía a levantar, lanzaba su lamento y desaparecía al llegar al lago.
Los habitantes de la capital se preguntaban quien sería aquel fantasma angustiado que emitía gritos tan desgarradores.
-Yo se la verdad- dijo una anciana- Es una mujer desgraciada que llora la muerte de sus hijos, mi abuela que la conoció de niña, me contó la historia.
Hace mucho tiempo poco después de la conquista de México en un barrio noble de la capital vivía una mujer muy hermosa llamada Doña Luisa de Olveros. Era Doña Luisa de raza mestiza, descendiente de una mujer indígena y de un español. Un día paseando por la plaza mayor se encontró frente a frente con un apuesto capitán español Don Hernán, de la prestigiosa familia de los Montesclaros. El capitán español deslumbrado por su belleza bajo del caballo…
ACTO 1
HOMBRE 1: ¡Hola Doña Luisa! ¿Me haría usted el honor de pasear conmigo? Podría hablar con su padre para que le conceda el permiso, mis intenciones son sinceras y buenas.
DOÑA LUISA: (lo barre con la mirada) No gracias, estoy muy ocupada, la verdad no tengo tiempo, será otro día.
HOMBRE 2: Doña Luisa ¡que tal! Vengo de comprar nuevo ganado para el patrón el fin de semana me pagan mi raya, me gustaría obsequiarle algunas flores claro sin ninguna intención de ofenderla o dañar su honra… aunque pensándolo bien las flores se avergonzarían al verla, y ver que su belleza no es nada comparada con la de usted.
D.L.: ¿Flores? ¡Vaya y regáleselas a alguna india cualquiera! Y cuando tenga dinero suficiente para regalarme algo digno de mí, algo valioso como yo lo soy hablaremos… mientras tanto no me quite usted mí tiempo. ¡Quítese de mi camino! (lo empuja y lo tira)
(Van las chicas y lo levantan)
MUJER 1: ¿y esta que se cree? ¡Que se da el lujo de despreciar a todos los hombres!
MUJER 2: ¡Ha de estar tan guapa! Yo estoy mucho mejor y no me siento la gran cosa! !nada más porque su padre es español!
MUJER 1: ¿y eso qué? Su madre es una india como nosotras y eso la convierte en una de nosotras también!
MUJER 2: (invita al hombre que levantaron) yo si le acepto las flores y cuando quiera usted podemos salir a platicar, mi mamá no le negaría a usted el permiso. Y aunque lo negara, yo veo como le hago para poder verlo (coqueta).
Don Hernán: Hola
DL: aaa (susto), me ha asustado señor (la mujer con el susto se le cae la cesta de frutas que llevaba)
Don Hernán: perdona no quería asustar a tan bella dama
DL: Su cumplido hace que le perdone, pero dígame ¿Quién es? ¿Y qué hace aquí?
Don Hernán: oh, perdona que no me haya presentado soy Don Hernán Montesclaros, estoy aquí porque me ha traído el aroma de tu perfume.
DL: ¿Qué perfume? Si el único perfume que llevo es esta cesta de frutas (enseña las frutas)
DON HERNÁN: No creo que hayan sido las frutas, has sido tú pero dime no me has dicho tu nombre aún.
Mujer: mi nombre no tiene importancia porque lo olvide al mirar vuestros ojos que me dais a ver. (Los dos se miran profundamente hasta comprender que están hechos el uno para el otro).
DL: A pesar del poco tiempo que te he visto me parece que te conozco desde siempre.
DON HERNÁN: yo tengo la misma sensación (se besan) (empieza una música romántica que indique un amor a primera vista)
NARRADOR: Doña Luisa, impresionada por la apostura y caballerosidad del español fue seducida por Don Hernán. El padre de la muchacha, preocupado por su hija, la amonestaba severamente.
PADRE DE DOÑA LUISA: ¡Hija mía te prohíbo que veas a ese hombre! ¡Olvídalo! No te ilusiones con el matrimonio. ¡Nunca un español de sangre pura se casará contigo! Yo por ejemplo nunca me case con tu
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