LUIS XIV
Enviado por MaDeyOeL4 • 25 de Septiembre de 2012 • Informe • 386 Palabras (2 Páginas) • 859 Visitas
LUIS XIV:
El reinado de este monarca, conocido como el «rey Sol» por la brillantez de su corte, marcó uno de los momentos culminantes de la historia francesa, tanto desde el punto de vista político como cultural. Fue el máximo representante del absolutismo monárquico, que resumió en la frase «el Estado soy yo»
Primera etapa de gobierno
A la muerte de Mazarino (1661), Luis XIV sorprendió a la corte con su decisión de ejercer personalmente el poder. Su concepto de una monarquía de derecho divino (expuesta por Bossuet en su Política sacada de la Sagrada Escritura, 1679) le convertía en un auténtico lugarteniente de Dios en la Tierra, y en encarnación viva de todo el reino. Dueño de un poder absoluto, su persona y su voluntad adquirían un carácter sagrado e inviolable. Imbuido de estas ideas, se esforzó por controlar todas las actividades de gobierno, desde la regulación de la etiqueta cortesana hasta las reformas económicas o las disputas teológicas. Para estas tareas se rodeó de un grupo de eficaces ministros y colaboradores (Le Tellier, Colbert, Vauban, Bossuet, Louvois, etc.), elegidos preferentemente entre la burguesía, y, por tanto, más dóciles a sus deseos que los levantiscos nobles.
Su primera preocupación fue someter a su autoridad a los demás poderes del reino: los estados generales (parlamentos) no fueron convocados en sus 54 años de gobierno efectivo, mientras las asambleas locales eran suprimidas o privadas de competencias. Reformó la administración, auxiliado por Colbert y Le Tellier, centralizando el gobierno por medio de un Consejo y varias secretarías de Estado (Guerra, Asuntos Exteriores, Casa del Rey, Asuntos Religiosos), y las finanzas a través de un Consejo Real. La administración territorial se confió a intendentes sometidos a un estrecho control por a monarquía.
La nobleza, fuente de constantes rebeliones en los decenios precedentes, fue excluida de los órganos de gobierno, aunque se le reconocieron privilegios sociales y fiscales para contentarla. Pero el paso más importante en su «domesticación» fue atraerla a la corte. Los aristócratas acudieron al entorno real en busca de pensiones y honores, y se alejaron cada vez más de sus bases locales de poder. Los tremendos gastos de la brillante vida cortesana impuesta por el rey mermaron el poder económico de los nobles, que acabaron dependiendo del favor real para mantener su nivel de vida, lo que aseguró su docilidad.
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