La Ciencia De Sherlock Hilmes
Enviado por Yzabela • 26 de Enero de 2013 • 784 Palabras (4 Páginas) • 382 Visitas
Pese al título, que nadie se revuelva en su asiento, pues no vamos a hablar de novela policíaca ni de ciencia ficción.Este libro nos habla sobre algo que tiene que ver con la historia, al menos si consideramos ésta en su acepción etimológica: La palabra historia deriva del griego στορία (traducible por «investigación» o «información», conocimiento adquirido por investigación), del verbo ἱστορεῖν («investigar, inquirir»). Aunque la historia de la que hablaremos reconozco que es un poco peculiar: la historia de la ciencia forense. La historia de los avances científicos utilizados en el auxilio de jueces y tribunales. La investigación médica al servicio de la justicia.Y, más específicamente, el estudio de la ciencia forense durante la época victoriana.
A la autora de este ensayo se la califica en la solapa del libro de «Historiadora del Crimen».No tengo muy claro exactamente cuál ha sido su formación, pero en mi opinión ha escrito un libro entretenidísimo, a caballo entre un libro de divulgación científica, un estudio histórico sobre la investigación forense, y un recopilatorio de hechos criminales resueltos hace un par de siglos gracias a la intervención de la ciencia médica. A poco que el lector esté interesado en la investigación de un misterio, en la resolución de un crimen, podrá disfrutar de una lectura ágil y sorprendentemente amena, de la mano de dos viejos conocidos: Holmes y Watson.
En 1928, el crítico de arte, periodista y escritor Willard Huntington Wright, publicó un artículo titulado «Veinte reglas para escribir historias de detectives». En su regla 14, decía lo siguiente:
«El método del asesinato, y los medios de su detección, deben ser racionales y científicos. Es decir, la pseudo-ciencia, la imaginación o los dispositivos puramente especulativos no son admisibles. Una vez que se sumerge un autor en el reino de la fantasía, a la manera de Julio Verne, queda fuera de los límites de la ficción detectivesca, retozando en los caminos inexplorados de la aventura.»
Supongo que la señora Warner conocía este viejo artículo cuando le propusieron abordaruna pequeña historia de los avances científicos aplicados a la medicina legal o «jurisprudencia médica». Aunque en un principio la idea de convertir a un personaje de ficción, el famoso detective Sherlock Holmes,en el hilo conductor de un ensayo sobre avances científicos pueda provocar muecas de incredulidad, resulta sorprendente cuántas cosas se descubren tras las novelas del señor Conan Doyle si a uno le iluminan convenientemente el camino. Porque si algo queda aclarado al finalizar esta lectura, es que el creador del gran detective se ajustó escrupulosamente a la regla que Wright enunciaría mucho tiempo después del nacimiento literario de Holmes. Arthur Conan Doyle, médico de profesión, estaba totalmente al día en los principios, métodos
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