La Educacion Antigua

Historia en la Educación en la Antigüedad

Desde el siglo XV se contemplaba ya una escuela cristiana, orientada a la vida religiosa, durante mucho tiempo se mantuvo como un bien exclusivo y particular dando así la escuela monástica. Los padres acogía a adolescentes incluso a niños, existían grandes comunidades organizadas por San Pacomio (albergaban principalmente niños), los monjes eran los encargados de la educación del niño ya que eran como padres espirituales y llenos de grandes virtudes.

Tenían una educación acética, mora y espiritual antes que intelectual, no olvidemos que San Antonio fue el gran iniciador de la vida monástica muchos filósofos lo contradecían, el monaquismo oriental revivió en la tradición cristiana y se oponía al orgullo intelectual.

Los monjes noche y día meditaban la ley divina, la palabra de Dios y las Sagradas Escrituras las leían y se las aprendían de memoria para así poder transmitirlas e inculcarlas. No perdamos de vista que San Pacomio decía que un ignorante mínimo tenían que tomar 3 horas de clases diarias al cual se le enseñaban las silabas y nombres el Salterio y el Nuevo Testamento.

Por otra parte San Basilio utilizaba el Silabario para que el niño aprendiera a leer nombres aislados máximas y breves anécdotas, sustituyendo así el repertorio mitológico de la escuela griega por los nombres Bíblicos y los versículos de los Proverbios.

Dentro de la aparición de escuelas Cristianas de tipo Medieval una persona de suma importancia que interviene es San Basilio ya que este admite niños desde muy pequeños, iniciándolos en el conocimiento de letras teniendo como objetivo que estos estudiaran la Biblia. San Basilio esbozo una pedagogía muy notable y decía que una vez asimilado el silabario el niño aprendería a leer nombres aislados, después máximas y enseguida breves historias, sustituyendo así su repertorio mitológico de la escuela griega por los nombres de personajes Bíblicos.

El Efímero Esplendor corresponde a la Educación reservada para los jóvenes monjes aunque se pensó en extender este beneficio a otros niños e inclusive se abrieran las puertas de los monasterios para los hijos de los padres que quisieran confiárselos cuando tuvieran 10 años o mas. Pero esto no tuvo gran eco ya que la duda de lo que harían los jóvenes sin sus carreras del mundo o sin ninguna instrucción estaba latente.

La Escuela Monástica en Occidente tenía mas peso que las prescripciones que la regla de Pacomio, ya que la lectura de los Libros Sagrados y sobre todo el oficio divino resultaba inseparable del pleno ejercicio de la vida monástica. En el siglo VI cuando la cultura de Occidente decae amenaza con desaparecer los legisladores del monaquismo redoblan su insistencia y proclaman la necesidad para que todo monje, toda monja debe saber leer y entregarse a la lectura sagrada.

En la Escuela Episcopal se

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