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La Gran Guerra (1914 – 1918). Europa antes de la Gran Guerra.

Jorcelis25Informe3 de Noviembre de 2015

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La Gran Guerra (1914 – 1918).

Europa antes de la Gran Guerra.

En las últimas décadas del siglo XIX, cada una de las principales potencias europeas pretendía equilibrar las fuerzas políticas y económicas a su favor. Así, el escenario mundial presentaba intereses enfrentados que, eventualmente, terminarían en conflicto.

Durante este período se destacó la figura del canciller alemán Otto Von Bismarck, quien basó su política exterior en el principio de la Realpolitik (realismo político). Anteponiendo los resultados a los principios teóricos y morales, Bismarck impuso los intereses del Imperio Alemán (o Segundo Reich) al resto de los países del continente europeo. Esto fue posible gracias a la habilidad política del canciller y al creciente poder económico alemán, producto del veloz avance industrial del país.

De esta forma, Alemania alcanzó una marcada influencia sobre el orden internacional europeo, Bismarck había diseñado un sistema de alianzas que incluía diferentes tratados y acuerdos diplomáticos y, sobre todo, militares, cuyo principal objetivo era mantener el equilibrio europeo para evitar un nuevo enfrentamiento y, al mismo tiempo, consolidar la posición de Alemania en Europa. Con este objetivo, en 1882, Alemania, el Imperio Austrohúngaro e Italia formaron la Triple Alianza. Este era un acuerdo defensivo antifrancés, ya que Bismarck temía una represalia por parte de Francia, que había perdido a manos de Alemania, los territorios de Alsacia y Lorena tras el final de la Guerra Franco-Prusiana de 1871. A su vez, Bismarck firmó con el emperador ruso un pacto secreto de neutralidad en caso de conflicto con otros países, el cuál, duró poco.

Además de las alianzas, Bismarck desarrolló una política de rearme bélico tendiente a disuadir de posibles ataques a otras potencias. Esto desencadenó la carrera de los demás países para fortalecer sus fuerzas militares, lo que se conoció como carrera armamentista.

Por su parte, Gran Bretaña se esforzó por mantener el control de las vías marítimas y conservar su posición de potencia hegemónica en Europa. El Imperio Ruso ocupó Siberia y trató de expandirse hacia los Balcanes en busca de una salida al Mar Negro y al Mediterráneo. Mientras tanto, Austria-Hungría consideraba la posibilidad de extender sus

Se trató de un suceso extraordinario e inquietante, ya que llegó luego de la llamada belle époque (fines del siglo XIX y comienzos del XX), un período de gran optimismo para gran parte de la población europea, y que para muchos fue una época de grandes progresos económicos, tecnológicos y científicos. Los países contendientes pensaron que sería “la guerra que acabaría con todas las guerras”. Sin embargo, el conflicto provocó destrucción y muerte.

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dominios hacia el sur, el mismo territorio pretendido por Rusia. Finalmente Francia, que había sido derrotada por Alemania en 1871, no quería perder su categoría de potencia y volvió a expandir sus colonias de ultramar.

Imagen típica de la Belle Époque. En aquellos tiempos la ciudad de París se convirtió en un referente mundial de la moda y el buen gusto. Las clases medias y altas, que vieron incrementar su estatus gracias al avance de la economía industrial capitalista, solían concurrir a bares y cafés donde pasaban largas horas gozando del ocio que les proporcionaban sus altos ingresos.

La “Paz Armada”.

Entre 1871 y 1914 el sistema de alianzas ideado por Bismarck logró que los europeos no se enfrentaran en un conflicto armado. Sin embargo, se trató de una paz inestable, salpicada por los antagonismos nacionales, rivalidades económicas, tensiones coloniales y crisis internacionales- estos hechos hicieron que todos los países europeos impulsaran el crecimiento de su poderío bélico. El progreso industrial, los nuevos descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas características del período fueron puestos al servicio de las fuerzas militares de las diferentes naciones. Los arsenales se incrementaron con la fabricación de nuevas y potentes armas, y surgieron modernos medios de transporte para movilizar los ejércitos. Cada país incrementó el número de soldados en sus ejércitos, amplió la duración del servicio militar y se abocó a perfeccionar la formación de oficiales.

A pesar de los tratados y acuerdos, cada una de las potencias europeas fue preparando cuidadosamente los planes para futuras campañas militares. Esta contradictoria situación dio origen a que este período histórico fuera recordado como la etapa de la “paz armada”.

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Caricatura de la “Paz Armada” que se burla de la puja por la hegemonía política y económica entre las potencias (que se encuentran representadas en la figura de sus líderes políticos).

Los Estados se polarizan en dos bloques.

Desde 1890 Alemania aceleró su desarrollo industrial y pasó a convertirse en la principal economía del continente. A la vez, con la llegada de Guillermo II al trono alemán la postura germana se tornó más agresiva y expansionista. Así, Guillermo II desplazó al canciller Bismarck y reemplazó la Realpolitick por la Weltpolitick (política mundial), que suponía una mundialización de la estrategia alemana centrada en el cuestionamiento del liderazgo mundial de Gran Bretaña, y el centro de África central y de otras zonas donde poder desarrollar un imperio colonial alemán.

El sistema bismarckiano terminó por derrumbarse en 1893 cuando Francia y Rusia firmaron un acuerdo de carácter militar, dejando sin efecto el pacto secreto de neutralidad firmado algunos años antes entre Rusia y Alemania. Años más tarde, en 1904, Gran Bretaña y Francia constituyeron la Entente Cordiale, por la que Francia renunciaba a sus pretensiones en Egipto a cambio del apoyo británico para establecer un protectorado francés en Marruecos. En 1907, el Imperio ruso se unió a esta alianza franco-británica formando, finalmente, la Triple Entente. Con esta alianza, Gran Bretaña buscaba contrarrestar el crecimiento del poderío naval alemán. Además, la ubicación geográfica de los países de la Entente les permitiría bloquear a la Triple Alianza por mar y por tierra. Al mismo tiempo controlarían los puntos estratégicos de los Balcanes, escenario que era extremadamente complejo.

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El mapa muestra las diferentes alianzas militares de defensa que entre fines del siglo XIX y principios del XX formaron las principales potencias europeas. En rojo los integrantes de la Triple Alianza. En verde los integrantes de la Triple Entente.

Las causas de la Gran Guerra.

Si bien Europa vivió un período de paz entre 1871 y 1914, esta situación se limitaba únicamente a las relaciones entre las naciones más poderosas, ya que en otras regiones se vivían situaciones extremadamente conflictivas. Por ejemplo, las rivalidades entre las potencias por incrementar sus posesiones coloniales cobraron nueva fuerza a comienzos del siglo XX. Esta situación ocasionó, en los territorios dominados, un nacionalismo cada vez más fuerte. ¿Por qué? Estos pueblos veían como su territorio se convertía en presa de la competencia imperialista para su expoliación y quedaba expuesto como campo de batalla, en caso de un enfrentamiento bélico entre potencias rivales. Durante la primera década de 1900, los territorios de mayor fricción fueron el norte de África y los Balcanes.

Las crisis marroquíes.

El norte de África era sumamente rico en recursos minerales (hierro y manganeso) y agrícolas. En ese entonces, Marruecos estaba gobernado por un sultán, quien mantenía buenas relaciones con todas las potencias europeas. Sin embargo, Francia buscó convertirlo en un protectorado francés. Gran Bretaña y España aceptaron esta situación a cambio de

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ciertas concesiones territoriales, pero Alemania se opuso tenazmente. En 1905, el káiser Guillermo II desembarcó en Tánger en apoyo a los marroquíes, aunque en realidad Alemania mantenía sus reivindicaciones sobre Marruecos. Para evitar que esta crisis desembocara en un conflicto internacional, en 1906 se realizó la Conferencia de Algeciras, en la que se establecía la integridad del territorio marroquí y se garantizaba la autoridad del sultán y la independencia marroquí. Sin embargo, al cabo de pocos años Francia y España lograron que el sultán autorizara el establecimiento de un protectorado que permitiera mantener el orden en sus dominios.

Por causa de este último hecho, en 1911, los alemanes intentaron intervenir Marruecos e, incluso, colocaron un buque de guerra en uno de sus puertos. Esta intervención activó la Triple Entente y, ante la posibilidad de un enfrentamiento con lso británicos, los alemanes reconocieron implícitamente los derechos franceses sobre Marruecos. A cambio de tal reconocimiento, Alemania logró que Francia le cediera una parte del Congo (centro de África). Hacia 1912 se había reconocido formalmente el protectorado francés de Marruecos y se establecieron las fronteras definitivas con las posesiones españolas en África.

Aunque los países de la Triple Entente reforzaron sus alianzas frente a las pretensiones de la Triple Alianza y la crisis desatada en el norte de África pudo ser controlada, quedó demostrada la inestabilidad política entre las potencias europeas.

El conflicto entre Italia y Turquía.

A principios del siglo XX el Imperio Otomano (Turquía) Tenía serios problemas para mantener sus posesiones debido a problemas políticos internos, causados en gran parte por la variedad de pueblos que lo integraban, la gran extensión y la escasez de recursos. Aprovechando la decadencia del Imperio, la diplomacia italiana preparó una intervención militar

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