La Historia Oficial

La historia oficial, una película dirigida por Luis Puenzo, es una de las primeras películas hechas en la Argentina después de la caída de la dictadura, que aborda la temática de una Argentina en el Proceso de Reorganización Nacional, dictadura que militó entre 1976 y 1983, dejando miles de desaparecidos y terribles secuelas en la sociedad en general.

La película, que recibió el Oscar a mejor película extranjera en 1986, explora valientemente la realidad política y social de la Argentina y plantea el tema de cómo se construye la historia. Con su estreno poco después de la caída de la dictadura, la película tuvo un papel importante como una llamada a acción para un público traumatizado que todavía no había encontrado la manera de seguir adelante después de este proceso.

La película está ambientada justo antes de la caída de la dictadura, cuando mucha gente estaba luchando por sus derechos humanos y es enfocada en la vida de Alicia, interpretada por Norma Aleandro. Alicia es una profesora de historia cuya vida en la dictadura había pasado con normalidad y sin ningún tipo de problema; tiene una niña adoptada que su marido Roberto, interpretado por Héctor Alterio, trajo a su casa una noche hace cinco años.

Alicia, ya con el retorno de la democracia, descubre turbios manejos de su esposo en el pasado y en el presente. Empieza a sospechar que su niña podría ser la niña biológica de una desaparecida después de que habla con su amiga Ana por primera vez en siete años. Ana, interpretada por Chunchuna Villafañe, le cuenta a Alicia que tuvo que huir del país después de ser torturada, y que cuando estaba presa vio a mujeres embarazadas. A través de la película, Alicia busca la verdad en contra de los deseos de su esposo, quien es un empresario que trabaja con militares y estadounidenses. La película termina en una escena explosiva que deja muchas preguntas todavía no resueltas.

Al ver las escenas de la relación cariñosa entre padre e hija , la audiencia no puede rechazar a Roberto fácilmente. En vez de rechazarlo de inmediato, la audiencia tiene que pensar en cómo gente que hace buenas cosas puede hacer malas cosas también. Todos los protagonistas se muestran como seres humanos, con sentimientos y deseos. Nadie es demonizado y este hecho da más credibilidad a la película.

La película trata muchos temas importantes, como el tema de cómo la historia “oficial” refleja o no refleja la historia “verdadera.” Otros temas importantes que aparecen son: el problema de las adopciones durante la dictadura, la ambigüedad moral en decidir qué hacer con los hijos adoptados después de la caída de la dictadura, la culpabilidad de la gente que no participó directamente en la dictadura pero que no hizo nada en su contra, el papel de la iglesia en la represión, y la capacidad de la gente común de convertirse en torturadores. La película elabora todos sus temas a través de las historias personales de sus protagonistas. Las vidas de los protagonistas son los vehículos para un discurso más amplio que anima a la audiencia a pensar y actuar. Por ejemplo, Alicia es una profesora de historia, y en su trabajo sus estudiantes siempre están cuestionando la historia oficial. Al principio de la película, Alicia es una profesora muy estricta que cree completamente en la historia oficial. Pero cuando empieza a descubrir más sobre su propia vida y el trabajo de su esposo, empieza a cambiar de opinión. Entonces, el tema de la historia no se presenta de manera abstracto, o puramente intelectual. En vez, es algo tangible que afecta a Alicia cada día.

Lo más asombroso de la película es como con su manera de tratar los temas importantes, logra trascender la historia de los protagonistas específicos y convertirse en casi una historia del país entero. La película logra capturar el sufrimiento de su momento de transición histórica y de los problemas del país. El uso de la historia personal de Alicia y su familia para elaborar los temas sociales y políticos ayuda al público a recibir la película, porque no aliena a nadie. La película no dice directamente quién tiene razón y quién no la tiene. No dice tampoco de manera chocante quién tiene la culpa. Sólo muestra la lucha muy personal de los protagonistas, sus deseos y sus emociones. En vez de decir quién tiene la razón de manera obvia, las conversaciones supuestamente espontáneas de los protagonistas plantean preguntas que le hace pensar a la audiencia sobre su propia vida.

Por ejemplo, en muchas escenas los personajes hablan de la dictadura, pero estas escenas son muy creíbles. Es fácil creer cuando un profesor

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