La Iglesia Católica durante la independencia
Enviado por lucho_4x • 16 de Junio de 2016 • Ensayo • 2.159 Palabras (9 Páginas) • 280 Visitas
La Iglesia Católica durante la independencia
La Iglesia Católica es probablemente una de las instituciones con más trayectoria de la humanidad. Es impactante ver como es una potente fuente religiosa, donde millones de fieles depositan sus creencias, sueños, dolores y esperanzas en distintos ritos, ceremonias, símbolos y credos. A pesar de su sobrevivencia a lo largo del tiempo, es muy relevante admitir la pérdida de poder que ha traído consigo este pasar. Actualmente, el mundo es considerado cada vez más laico, donde el hombre cuestiona no solo su existir sino su fe, concluyendo que tal vez, la divinidad de un ser superior no es un factor clave dentro del diario vivir, haciendo que cada vez existan menos católicos y otras ramificaciones de la Iglesia que Jesucristo fundó hace años. Esto no solo derivó en una disminución de fieles, sino en creencias alternativas monoteístas o incluso no religiosa en absoluto, hasta llegar al ateísmo. El escenario al cual la Iglesia Católica se presenta es, sin duda, uno de los más débiles que le ha tocado vivir, contrario a lo que una vez experimentó un par de siglos atrás en la independencia de nuestro país. Esta institución durante la Independencia de Chile era considerado una organización totalmente potente, con mucha influencia política, económica e incluso social, trascendiendo mucho más allá que solo el ámbito religioso/moral. Pero fue ese SXIX, donde comienza el declive paulatino de una institución que logró mover montañas y mares entregando esperanza de vida y muerte a sus fieles, perdiendo poder y autoridad que, finalmente, ha influido a la minimización en la cual se encuentra ahora. Por esta razón, me es posible afirmar que, a pesar de que el rol de la Iglesia Católica en la independencia chilena fue una situación de mucho poder, también fue irónicamente el comienzo de una caída de una de las religiones más numerosas de la actualidad, perdiendo poco a poco su discurso y foco, plasmándose no solo en una disminución de poder, sino en una de influencia.
Una primera pérdida que sufrió fue dentro del rango político. Fue durante los años 1808 a 1823 que Chile vivió todo el proceso conocido como Independencia. Como sus países colegas latinoamericanos, no fue un proceso de corta duración ni simple, ejemplificando solo por el hecho de que se llevó a cabo de tres etapas: patria vieja, reconquista y la patria nueva. Cada uno de estos segmentos temporales contribuyó de distintas formas al Chile que finalmente resultó y que se fue formando posteriormente por presidentes y constituciones. Sin embargo, si miramos de una manera general este proceso, en términos políticos, podemos decir que fueron tiempos de muchos disturbios. Como todo proceso político de desvinculación, se esperaba que a nuestro país le tocara vivir épocas de guerras, disturbios y enfrentamientos continuos, manifestándose en disputas por terrenos, ideas y poder. La Iglesia Católica, no sale ilesa de un escenario así. En la época colonial, esta institución no solo acostumbraba a ser superior en términos religiosos, sino también en aspectos políticos. Desde la Corona Española (la cual gobernaba nuestro país), la Iglesia siempre se vio involucrada en decisiones de este carácter: conflictos bélicos, enfrentamientos por territorios, políticas de país, etc. El hecho de derivar el poder político a una junta de gobierno chilena, claramente separó al clero que tan bien estaba acostumbrado a influir, opinar e incluso decidir temas que estaban completamente fuera de su alcance religioso. Es importante y creo, muy relevante entender, que en mundialmente se estaban desarrollando ideas que sin duda alguna, influenciaron a que Chile se empoderara como una nación consistente, que puede ser autosuficiente y administrarse bajo su propio gobierno, por su propio bien. Movimientos como el de la ilustración, donde privaba la libertad, la justicia y la igualdad, potencian ideas de independencia y autonomía que ayudan a las naciones a poder autogobernarse. No está demás considerar el ejemplo de Napoleón, que claramente es un reflejo de la contrariedad a la cual los cleros se referían: un personaje que se antepone a una nación liderada por aristócratas y una Iglesia potente, para defender sus ideales e instaurar el posicionamiento de una Francia independiente: [1]“Desde 1808, todo ello se sintetizaba en las consignas de fidelidad al rey, la religión y la patria, de modo que el rechazo a Napoleón personificaba la lucha de la cristiandad y de los fieles. Pero, cuando a ello se adiciona el problema de la legitimidad del poder político, lo cual se tradujo en el movimiento juntista, la situación no solo se complicó sino que además comenzó a dividir a la Iglesia según experiencias, regiones, ciudades capitales e individuos propiamente tales”. Esta nueva y atrayente forma de pensar es totalmente contraria al discurso e imagen política que la Iglesia manifiesta en el SXIX: mostrándose como una institución conservadora, rígida, poderosa y hasta distante: [2]“Estas revolucionarias ideas ayudaron a nuestro país a constituirse como tal, ejemplificándose en las Constituciones, tanto la de 1818 como la de 1822, la creación de la bandera actual y la redacción del Himno Nacional”.
Otro elemento que la Iglesia pierde control, es su influencia en la economía. Desde los tiempos coloniales, se presenciaba a una institución no solo poderosa en discurso, sino también en riqueza. Fue uno de las principales causas de cuestionamiento y elemento de discusión por la cual se le acusaba, precisamente por el hecho de que divulgaban ser una Iglesia donde el voto de pobreza estaba instruido tanto por sus fieles como por el clero mismo. Por esta razón, se cuestionaba la credibilidad tanto de su palabra como de su obra. Con el poder derivado en el pueblo chileno y sus representantes, claramente se crean organizaciones que ayudan a repartir, administrar y controlar el área comercial y económica, para generar ganancias para el país. El clero en este ámbito, pierde el control sobre las políticas y administración, y a pesar de que aun no se le pide la renuncia o reducción de sus riquezas (como si ocurre más adelante), no se le considera como participantes o tomadores de decisiones en este ámbito: [3]“El problema de la riqueza fue de larga duración, que ya había opuesto al Estado colonial en relación con la Iglesia, situación que se vino exteriorizando a través de los intentos oficiales por controlar y utilizar los fondos acumulados por ella, especialmente a partir del sistema de rentas provenientes desde censos, capellanías y otros”. Se crearon nuevas regulaciones y cambios en la economía, donde no se consideró el bien de la Iglesia, sino el del país; siendo esta dinámica totalmente distinta a la acostumbrada: [4]“(…) la creación de los almacenes francos en Valparaíso, la creación de la primera empresa de navegación y el establecimiento de aranceles de aduana”.
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