La Iliada Y Las Mujeres De Troya
Enviado por Machidiel • 12 de Noviembre de 2012 • 2.990 Palabras (12 Páginas) • 3.929 Visitas
Abstracto
Homero nos habla de la mujer troyana. Su Iliada es el punto de partida y de referencia. Este trabajo monográfico observará el desarrollo del pensamiento homérico en torno a la mujer de Troya. Primero, daremos un vistazo a la Grecia de Homero y a lo que fue la Guerra de Troya. Inmediatamente, pasaremos a observar el mundo de la mujer griega, cómo vivía y cuál era su posición social. Luego nos internaremos en el análisis de algunos de los personajes femeninos troyanos para observar su condición y cómo nos los presenta Homero en su obra épica.
La Iliada y las Mujeres de Troya
Homero, en su obra épica La Iliada, nos relata los sucesos de una guerra, en la que toman partido los dioses griegos, por el control de una región estratégica al norte del mar Egeo. Troya es la codicia de los griegos. Su valor estriba en el lugar geográfico en el que se encuentra.
Troya estaba habitada por hombres valientes, guerreros fuertes, pero también por mujeres, aquellas que según nos cuenta Homero, no son muy distintas de las mujeres que encontramos en el mundo griego en general. En La Iliada, casi todas las mujeres que encontramos, se ajustan a ese mundo de la mujer griega que tan particularmente el autor épico nos presenta. Con excepción de Helena, quien es la causante de la guerra, todas las demás mujeres troyanas son personajes secundarios de la obra.
Las mujeres troyanas, al igual que el resto de las mujeres griegas son hijas, esposas, madres, hermanas, princesas, pero siempre en un plano secundario con relación a los hombres. Esto es así debido al papel que juega la mujer en la realidad histórica del mundo griego en el que se inserta la obra épica de Homero (Esteban Santos, 2005).
En realidad, es muy poco lo que se ha escrito acerca de las mujeres troyanas. Homero, por su parte no hace una descripción particular de ellas. Más bien, nos señala y nos presenta una mujer troyana inserta en el marco de su realidad griega. Por eso, no intentaremos presentar en este trabajo monográfico un esbozo atinado de la vida de la mujer troyana. Nuestra intención será intentar hacer un retrato sencillo de la vida de la mujer en Troya observando lo que nos relata Homero acerca de la mujer griega.
Teniendo lo antes dicho en cuenta, intentaremos ver a esa mujer “castigada por el destino” que nos presenta Luis Quintana Tejera (2009) o bien la víctima pasiva de la que nos habla Alicia Esteban Santos (2005). Daremos una mirada simple a la vida de aquellas mujeres de Troya “dolientes, épicas y trágicas” (Esteban Santos, 2008).
La Grecia de Homero
La Iliada no se puede considerar como un documento histórico. Según nos explica Jackson J. Spielvogel (1998), muchos historiadores piensan que presenta la Grecia de la época en la que se escribió, alrededor del siglo VIII a. C., y no sucesos del siglo XIII a. C. como otros piensan. Lo que sí hace la el poema es presentar una imagen de una Grecia que era esencialmente agrícola en la que la aristocracia guerrera terrateniente controlaba la riqueza y poseían un poder político incuestionable. “Se consideraba a los reyes simplemente como los primeros entre pares, y gobernaban reinos de dimensiones y poderío reducidos” (Spielvogel, 1998).
Troya y la Guerra por el Control del Egeo
Según nos relata Ibañez (1988), en la región de Asia Menor, hoy Turquía, en la región cercana al Helesponto, hoy el estrecho de los Dardanelos, llamada Troáde, se ubicaba la ciudad de Troya, edificada a orillas del río Escamando. Esta ciudad será el centro de la épica homérica y de su relato, en particular, su caída después de una guerra que duró unos 10 años.
De acuerdo con Lugo (2000), Troya es una ciudad de grandes muros, aunque no tan masizos como los de las ciudades aqueas, pero más eficientes en el sentido de la ingeniería, que se ubicaba en un promontorio que le permitía su defensa. A diferencia de las ciudades aqueas que eran palacios fortificados, la ciudad de Troya era un lugar verdaderamente habitable. En su centro había una ancha avenida que cruzaba la ciudad. Era el centro de influencia de la zona y su posición estratégica dominaba la entrada al estrecho de los Dardanelos.
La Guerra de Troya
En la medida en que los griegos aqueos fueron expandiendo su comercio marítimo, encontraron el obstáculo de Troya. Así que no tardaría en comenzar una guerra que definiría esta controversia comercial (Ibañez, 1983).
Según el relato homérico, la guerra comenzó con el rapto de Helena, la esposa del rey Menelao, de Esparta, el hermano de Agamenón, por parte de Paris, un príncipe troyano. Agamenón organizó una expedición griega para vengar la afrenta troyana lo que dio inicio al sitio de Troya y a una guerra que se prolongó por 10 años.
Según nos plantea Ibañez (1983), la guerra prosiguió, en un principio los griegos avanzaron sobre la llanura que rodea la ciudad hasta que Aquiles, el héroe griego, se molestó con Agamenón al éste apropiarse de una esclava capturada por el héroe. Patroclo, el amigo de Aquiles, va a la batalla contra Héctor, el héroe troyano, con las vestiduras de su amigo, y es muerto por este último. Aquiles regresa al combate y mata a Héctor. Paris, hermano de Héctor, mató a Aquiles. Al frente de los griegos quedó Ulises quien mandó a construir un enorme caballo de madera en el que se escondieron los héroes griegos. El resto del ejército aparentó una retirada y los troyanos creyéndose vencedores, llevaron el caballo a la ciudad. Una vez el caballo fue llevado a Troya, los griegos aprovecharon la situación para abrir las puertas de la ciudad y ésta cayó bajo el poderío de las armas griegas.
Las Mujeres Troyanas
Ahora bien, ¿dónde quedan plasmadas las realidades de la mujer troyana en esta épica griega? ¿Qué nos plantea Homero acerca de ellas? La realidad es que no mucho. Más bien, lo que podemos apreciar de las mujeres, como habíamos mencionado anteriormente, no es otra cosa que reflejo de la vida de la mujer enmarcada en el mundo griego al que pertenece.
La Mujer Griega
La mujer griega vive en un mundo dominado por los hombres. Estaba inmersa en una relación de total dependencia en la que pasaba de la tutela de su padre a la tutela de su marido (Ibañez, 1983). Ellas eran las víctimas de un mundo masculino. Eran “victimas de su brutalidad…, de su egoísmo, de su traición, de su frialdad”; de su trato injusto (Esteban Santos, 2005).
A esto, tenemos que añadir que vivían en reclusión. Que no podían abandonar su hogar a menos que no fuera por una ceremonia religiosa o para asistir al funeral de algún pariente. Ellas estaban carentes de obligaciones
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