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La Necesaria Reeducación De Los Educadores


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2012  •  2.008 Palabras (9 Páginas)  •  319 Visitas

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La necesaria reeducación de los educadores

Esta lectura es una importante reflexión que a partir de la constatación de que las tendencias más fuertes en la aplicación metodológica en los procesos educativos se orientan a impulsar los siguientes aspectos:

En el aspecto del constructivismo, posturas teóricas que plantean metodologías activas participativas que proponen una mayor participación del alumno en el proceso fomentando la participación activa y una actitud más abierta y comprensiva de los docentes, sin impactar en la toma de conciencia individual y colectiva a favor de valores que fortalezcan la dignidad y el respeto de los derechos de los seres humanos favoreciendo los aprendizajes significativos.

Para la atención personalizada que se propone, en la metodología constructivista, esas condiciones pedagógicas ideales no son tan factibles en los países pobres, en tanto que la aplicación de políticas neoliberales orientan a los gobiernos a disminuir la inversión en educación. La cobertura educacional en los países pobres es, desde siempre, muy baja y por más discursos que se pronuncian desde hace décadas, la situación no mejora.

Los fundamentos teóricos de las actuales modas pedagógicas se fundamentan en propuestas de pedagogos de renombre como Piaget, Freinet, Vygotsky, Jonh Dewey, Bartlett y Bruner, entre otros cuyos planteamientos son válidos desde la perspectiva psicopedagógica y filosófica. Sin embargo la propuesta constructivista, es descontextualizada, a partir de que en la realidad se considera únicamente como referente pedagógico, didáctico.

Mas bien es posicionar una romántica pedagogía con una participación aparente que destruye la capacidad de crítica de la sociedad, sobretodo de la juventud que “es la llamada a dar vida a” nuestros países. Y se reafirma con la tendencia es ahora contraria al servicio de apostolado revolucionario que los docentes deberíamos practicar, se inculpa la premisa utilitaria de que todo tiene un valor monetario y que nada debe regalarse. Estamos de acuerdo en el alto valor de la acción pedagógica de los y las docentes, pero esto no implica que no podamos prestar servicios voluntarios a nuestras comunidades, orientados a reconocer la realidad en que se vive, analizar las injusticias y asumir posición para transformar la sociedad en sistemas de organización originales y más coherentes con la vida y los intereses de los que más sufren.

Todo decae de falta en las instituciones formadoras de docentes de la actualidad, retomar dinámicas de reflexión que fortalezcan la conciencia social y política de los docentes. Esto no es fácil en sociedades como las nuestras en las que las políticas educativas se orientan a justificar regímenes políticos que no responden a las necesidades e intereses de los más pobres donde solo se ve una educación equitativa e igualitaria ignoran las verdades necesidades educativas de los alumnos y de sus intereses.

Se toma en cuenta la la propuesta de Freire, que es verdaderamente participativa nos conduce por la dimensión sustantivamente política de la práctica pedagógica y de la educación en general. Freire es el tipo de hombres que saben reconocer el valor de lo humano y de lo propio. Es el tipo de personalidad que logra descubrir el misterio que encierra el hombre con su complejidad que lo dinamiza y con su ser inacabado, siempre en búsqueda y auto-construcción. Tiene la claridad para reconocer que, a pesar de su capacidad personal, el hombre no está sólo en el mundo, sino que es un ser eminentemente relacional.

Desde la perspectiva del pensamiento pedagógico de Freire, la educación tiene una inevitable implicación política en cualquier sistema que se desarrolle; en tanto que los sujetos del proceso toman conciencia de si, dentro de una sociedad con enormes injusticias e inequidades. La educación es una no domesticación, es una formación de conciencia para la “práctica de la libertad”.

Dentro de la educación como formación para la libertad, la pedagogía liberadora no es interesante en sociedades con grados enormes de pobreza y explotación, por el contrario ésta, la educación, como elemento superestructural, medio ideal para la legitimación de un sistema injusto en donde el ser humano ha sido desplazado por las mercancías puestas en el mercado, se ha convertido en el medio ideal de domesticación.

Es necesario hacer una educación con calidad social que haga factible en la sociedad el conocimiento y comprensión de la realidad de explotación y exclusión que se debe transformar. La educación con calidad social, formadora de conciencias para la libertad y el respeto del ser humano, es el único medio con que se pueden gestar revoluciones no violentas.

La pedagogía tiene que construirse de acuerdo a la idiosincrasia de cada nación. Lamentablemente no es posible tampoco construir una pedagogía liberadora sin reeducar a los educadores. Ninguna transformación es posible sin esa Urgente reeducación de los educadores. Y tómese en cuenta que todos somos educadores, recordemos a Freire: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos juntos en comunión”.

El rumbo perdido

En este texto se habla del pasado educativo de México y de como va evolucionando a través de las diferentes reformas y aplicación de evaluaciones que se realizan constantemente y dice que hace 20 años hablamos de “catástrofe silenciosa” Los indicadores provenientes de OCDE (PISA), de la SEP (ENLACE), del INEE, y otros más, coinciden en señalar que el nivel de aprendizaje de nuestros alumnos sigue siendo muy bajo. La escuela es un espacio plagado de contrariedades. Y no hay lugar para falsos optimismos: sobre todo cuando los cambios que realizan las autoridades en el sistema son meros cambios adjetivos.

Para comprender lo que hoy ocurre hay que volver la mirada a la política de “unidad nacional” de Manuel Ávila Camacho y al ciclo de expansión que le siguió. Al hacerlo, observamos dos cosas: 1) se gestó un sistema escolar altamente centralizado que despojó de todo poder de decisión a la escuela y al maestro; 2) desde su creación (1943) el SNTE fue dotado de privilegios excesivos y se articuló al sistema educativo deformando los mecanismos de gestión de éste y vulnerando la autonomía del proceso educativo; 3) durante la expansión escolar (1940-2000) el Estado renunció a dar una orientación pedagógica explícita y se impuso espontáneamente en la práctica docente un modelo tradicional de corte positivista.

Esto llevó a los gobernantes a otorgar al sistema educativo y al SNTE una función pública no educativa:

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