La edad de piedra

“¿Estas lista?” pregunta mi instructor

“Eso creo…” le digo mientras el ríe un poco.

Hoy es el día que había estado esperando con ansias, hoy es el día que todas mis vacaciones trabajando y mis ahorros valdrán la pena, hoy ya soy lo suficientemente mayor para hacerlo, hoy me aviento de un paracaídas. Todas mis amigas y mi familia me preguntaban porque mi obsesión con los paracaídas y pues la verdad no es algo en especifico, solo que siempre eh querido saber que se siente volar, y hoy lo descubriré.

“Muy bien, mi nombre es José y yo seré tu acompañante en esta aventura, te aseguro que no te arrepentirás” me dijo mi instructor – José- mientras caminaba hacia una caja con muchos arneses “toma, póntelo, este será el que nos sostenga juntos, y no te preocupes que es muy resistente.”

Me pongo el arnés encima del traje de paracaidista que ya llevo puesto, es verde con amarillo muy vivo con un poco de negro. Ya con los lentes y el arnés puesto podemos empezar a abordar el aeroplano. Corro rápido hacia donde mi mama y mi amiga Kate esperan y me despido atravez del vidrio y después me dirijo hacia José.

“lista” le digo un poco nerviosa

“en menos de 45 minutos estarás volando por los cielos” me dice con una sonrisa mientras me ayuda a subir el aeroplano, es pequeño y tiene solo 2 filas de asientos viéndose de frente pero es justo lo que necesitamos ya que solo vamos 3 personas en el vuelo.

“Ingrid ven aquí” José llama hacia la pequeña cabina de piloto, de donde sale una señora pequeña de bonitas facciones.

“Hola Linda me llamo Ingrid, ¿ya lista?” me pregunta con voz dulce, “yo seré la pilota del aeroplano así que no te preocupes”

“y es la mejor” dice José “no por nada me case con ella” eso me hace reír y por un momento todos los nervios desaparecen hasta que Ingrid se me acerca y empieza a checar que mi arnés este bien sujetado.

“seguramente solo porque soy pilota” dice Ingrid sarcásticamente mientras aprieta el ultimo seguro del arnés. “muy bien ya todo listo, nos vemos abajo Linda” me dice y me guiña un ojo, yo solo sonrió ya que se ha formado un nudo en mi garganta, esto es lo que quiero, pero que nervios tengo.

“siéntate donde quieras” dice José “no estés nerviosa, llevo haciendo esto por años, y me gusta, además Ingrid y yo tenemos todas las precauciones en cuanto esto”

“usted y Ingrid se conocieron aquí” le pregunto

“no no, yo conocí a Ingrid cuando yo trabajaba de instructor ya hace como 15 años, en otro centro de paracaidismo, ella iba porque había perdido una apuesta con sus compañeros de carrera, y  me dijo que ella iba a volar, pero dentro del avión, no afuera, que por eso estudiaba piloto en aviación, pero no tuvo más remedio que aventarse conmigo, y cuando llegamos al suelo me dijo que había sido una de las mejores experiencias de su vida, y pues no me contuve y la invite a salir” me dice sonriendo “nos hicimos novios muy poco después y con el paso de un par de años nos casamos, pero nunca dejamos atrás los cielos, ella venia a mi trabajo siempre que podía y nos aventábamos los dos, era algo que nos gustaba hacer mucho, pero era  difícil ya que casi todos mis salarios se iban en nuestras escapadas al cielo, así que hablando y meditando mucho decidimos hacerlo, crear nuestro propio centro, aunque no fue tan fácil como suena lo logramos después de un año y medio de estira y afloja con nuestros ahorros. Y aquí estamos no solo cumpliendo el sueño de mi Ingrid y el mío sino también de los demás como el tuyo.” José dice mientras se para y agarra el paracaídas

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