La fundación del estado como tal y que actualmente conocemos y vivimos está fundamentado en la violencia legítima como lo dice Weber a continuación

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La fundación del estado como tal y que actualmente conocemos y vivimos está fundamentado en la violencia legítima como lo dice Weber a continuación: “La violencia, no es, naturalmente ni el medio normal ni el único medio del que el Estado se vale, pero si es su medio especifico”^[1]. Entonces es así que con respecto a lo que se vive hoy en día, en nuestro país, el Estado mexicano se rige por un sistema de violencia física y represión impune que traspasa las leyes jurídicas de el mismo; lo cual es sorprendente con lo que dice ya que si tomamos en cuenta el año en que  fue escrito (1919) pareciera como si la conferencia la hubiera dado esta misma semana en algún lugar de México.

A pasado mucho tiempo desde aquel discurso de Weber, pero es seguro que los hechos históricos traspasan y se heredan conforme la sociedad lo va permitiendo, al mismo tiempo de que el Estado se va inflando de funcionarios con intereses propios. Siguiendo esta línea veremos que las diferentes formas de dominación se resumen a tres sencillas pero eficaces razones, es así que

“…existen tres tipos de justificaciones internas (…), en primer lugar, la legitimidad del <> de la costumbre consagrada por su inmemorial validez (…), en segundo término, la autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria (…), tenemos, por último, una legitimidad basada en la <>, en la creencia en la validez de preceptos legales…”^[2]

 Con esto weber explica las formas de validez en que el estado nos gobierna y nos somete, es por eso que el estado tiene la fuerza de someternos política e ideológicamente según sus argumentos. Aunque, no por eso tiene que ser así, por algo somos una sociedad que podemos ser arma de doble filo y enemigos del absoluto poder si así lo deseamos, pero claro solo se lograría con una adecuada organización e información de esta misma, que, al final de cuentas vive en un democracia y que se traduciría como el  “gobierno del pueblo” con derecho a una soberanía y un libre albedrio sobre la forma de gobernabilidad que deseamos y exigimos hoy en día; sin embargo, a mi perspectiva, es difícil, aunque con esto no quiero decir que sea imposible solo hace falta impulsar un motor de conciencia ciudadana, que sacuda por completo la forma de pensar de un pueblo profundamente dañado por sus políticos y la forma en que estos actúan de acuerdo a sus intereses personales.

Ahora bien, la manera de concebir esto es empezar por familiarizarnos con lo que sucede día a día con nuestros gobernantes, y más nosotros como aprendices del campo político y administrativo, debemos ser conciencia y semillero de grandes ideas que puedan servir a la sociedad, así como tener pasión por lo que hacemos como lo diría weber:

 “…o se vive <> la política o se vive <> la política (…), quien vive <> la política hace <> en un sentido intimo (…), poniéndola al servicio de <> (…), vive <> la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos…”^[3]

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