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La historia de Нonduras


Enviado por   •  1 de Agosto de 2013  •  Tutorial  •  1.439 Palabras (6 Páginas)  •  256 Visitas

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El fenómeno político más sobresaliente durante del siglo XIX, a partir de la obtención de la Independencia, (aunque no exclusivo de nuestro país, sino de casi toda América Latina) es el surgimiento de los caudillos: recias personalidades político-militares que tienen, sin lugar a dudas, su gestación en el régimen colonial impuesto por los españoles en esta parte de América.

En el caso particular de Honduras, desde Francisco Morazán hasta Tiburcio Carías, pasando por el capítulo de los militares, cuya participación más directa se produce en las décadas del sesenta y del setenta del siglo XX, el caudillismo marcó la vida política del país. Más de cien años de deposiciones y sucesiones violentas, de rebeliones frustradas, de proyectos iniciados y abandonados a mitad del camino; más de cien años en los que los resentimientos localistas, las traiciones personales, el carácter individual de unos pocos y su ambición desmedida por el poder fueron el principal aliciente en el proceso de construcción de la República y en los diversos intentos por desarrollarla.Honduras fue desde 1827 hasta años muy recientes un territorio apto para las tropelías, espacio abierto para los más dispares aventureros, una especie de encomienda para quienes sucesivamente se la iban apropiando; de ahí su inevitable rezago, su incapacidad, como colectividad, para gobernarse para el bien común.La carencia de un sector social, económicamente consolidado, y consecuentemente de una clase dirigente capaz de imponer su propio proyecto de desarrollo, debido a la escasez de hombres y mujeres capacitados para asumir la conducción del país bajo un modelo totalmente distinto al colonial, son algunas de las causas para que afloraran, como por generación espontánea, los caudillos; y se volviera, casi imposible, gobernar en Honduras.El quehacer más frecuente de la mayoría de los gobernantes durante los primeros cien años de vida independiente fue el de sofocar los intentos de sus opositores (y a veces de sus antiguos partidarios), el de reprimir a los partidarios de la oposición, o el de diseñar las estrategias para evitar potenciales levantamientos, rebeliones o asonadas; y muy escasamente el de planificar el desarrollo del país.No hubo tiempo para la reflexión, para soñar el país y proponer estrategias, porque era la hora de la daga y del fusil, el tiempo de la conspiración y el madruguete, de la defensa heroica de un poder ilusorio. Los que tuvieron tiempo de pensar el país, de escarbar en su historia fueron tan escasos que, más allá del respeto que generaron entre sus contemporáneos, poco pudieron contribuir en la transformación de una sociedad más proclive a la anarquía que al orden, al atropello que a la justicia, a la destrucción que al progreso. No sin razón escribió Ramón Rosa, durante los años del Gobierno de la Reforma Liberal (Paréntesis de Aurora lo llamó Rafael Heliodoro Valle): “Centro América, en toda la América, es el país en donde con más facilidad puede imponerse, casi sin contradicción, las dictaduras más absorbentes, brutales y salvajes, y en donde la dominación extranjera puede enseñorearse a su placer trayéndonos el patriotismo de la servidumbre y de las humillaciones”.La carencia, pues de una clase dirigente capaz de imponerse, de inventarse el país, la patria, de tornarse creíble y de hacer posible ante las demás clases y sectores sociales en todo el istmo centroamericano, y de las correspondientes expresiones locales en lo que después serían las nuevas repúblicas, se tradujo en postergación de las aspiraciones más elementales de cada uno de los pueblos centroamericanos; pero fue, quizás, en Honduras, que tampoco tuvo núcleos criollos importantes que en lo económico dominaran el comercio local y las exportaciones, donde esta carencia resultó más evidente.Aunque hubo figuras intelectual y políticamente sobresalientes que nacieron en nuestro territorio (como José del Valle, el más importante pensador de la región durante el siglo XIX, y uno de los más sobresalientes en toda América) o política y militarmente relevantes como Francisco Morazán (nacido y formado totalmente en territorio de la entonces Provincia de Honduras) no se produjeron bloques generacionales con la suficiente coherencia ideológica en la región o en cada una de las provincias. La mejor evidencia de lo anterior se manifiesta en el fracaso de la Federación Centroamericana, creada en 1824, con base en la unidad regional que existió durante el régimen colonial casi

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