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Lagrimas De Angeles


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  1.207 Palabras (5 Páginas)  •  361 Visitas

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Un niño campesino llega a la ciudad en circunstancias difíciles.

Su padre ha migrado a otro país ante la dificultad de sostener económicamente a su familia.

Con el corazón latiéndole aceleradamente Jaime revivió en su mente, como si fuera una película, todo lo acontecido desde el momento en que había tomado el bus en el pueblo, junto al padre y la tía para ir a la capital, hasta la llegada al aeropuerto.

Recordó a su padre despidiéndose de él, haciendo esfuerzos inútiles para no llorar, pidiendo a su tía que lo cuidara, prometiendo que todos los meses mandaría dinero del trabajo que encontraría en el extranjero.

Un abrazo, un beso en la frente, unas palabras de advertencia y una última mirada. Luego la figura de su padre alejándose, partiendo igual que su madre había hecho antes, de la misma manera que tantos otros adultos habían abandonado el pueblo.

Cuando Jaime miró por última vez la espalda de su padre, a punto de desaparecer entre los otros pasajeros, su pena se transformó en ira. Y aún en ese instante, al recordarlo volvió a sentir la misma rabia del día anterior, una rabia profunda y dolorosa que había puesto en movimiento sus pies obligándolo a retroceder del lado de su tía despacio para que no se percatara y que luego lo había hecho correr ciegamente y huir del aeropuerto por una avenida.

Quería ser él primero en huir, antes de que su padre lo hiciera hacia esa tierra lejana.

Cuando Jaime llegó a una intersección de dos grandes avenidas, se detuvo respirando con dificultad. Miró hacia atrás ya había puesto bastante distancia entre él aeropuerto, se detuvo un momento para descansar frente a el estaba una niña que lo miraba llevaba en sus manos una caja con dulces y tenia una sonrisa burlona.

La flaca le decían los otros niños de la calle ella le enseñaría a defenderse de los peligros de la gran ciudad, con la pequeña niña vivirán experiencias complejas y dolorosas.

Su nueva amiga quería que Jaime entrara al grupo les presento a sus amigos todos tenía apodos un poco graciosos, pero como todo niño de la calle no tenia un nombre si no un apodo tenia que bautizar Jaime de hoy en adelante se llamaría Futre que para ellos significaba mejor vestido ya que su vestimenta no estaba rota ni con remiendos.

Pasaron los meses y Jaime continuó vendiendo dulces con los niños de la calle. A pesar de que su ropa se volvió vieja y sus zapatos gastados, lo seguían llamando con su apodo de, el Futre, el elegante.

La vida se volvió una rutina a la que Jaime se incorporó sin sentirlo. El hombre llamado Calzón Tierno se reunía con ellos una vez al mes, les entregaba, la mercadería y conversaba haciendo bromas o reprochándolos.

Él era quien los controlaba y se aseguraba, día a día, de que los niños cumplieran con sus obligaciones. Al final de la tarde rendían cuentas al hombre, quien les permitía quedarse con una pequeña ganancia. Las reglas eran muy claras: si, durante un día, no vendían la mínima porción establecida, eran castigados; y el castigo aumentaba al mismo ritmo de falta de ventas. El castigo era físico y doloroso, a manera de correazos.

Jaime no había sido castigado aún, gracias a que la Flaca lo había adoptado como un hermano pequeño aunque tenía la misma edad. Ella no solo se encargaba de buscar la comida para los dos, en los lugares donde les daban las sobras, sino de enseñarle toda la sabiduría con la cual había podido sobrevivir en la calle. Parte de esto era saber vender.

Un día les ordenaron vender

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