Las Grandes Tradiciones De México
Enviado por UlisesSerrBa • 31 de Octubre de 2013 • 495 Palabras (2 Páginas) • 347 Visitas
Las grandes traiciones de México es un interesante ejercicio que según confiesa el autor, le costó realizar, dado que el tema es harto repetitivo en nuestra historia.
En un país donde los grandes episodios y conflictos nacionales han estado enmarcados y han sido en ocasiones resueltos por la traición, no resulta empresa fácil hace una selección de las traiciones más ruines y bajas.
Vaya, la historia nacional es rica en émulos de Judas y los incluidos por Moreno, él mismo lo confiesa, son sólo unos cuantos.
De entrada, para empezar a leer a Martín Moreno, es necesario tener en cuenta que ante todo estamos frente un novelista que ha leído muchos libros de historia, pero cuyas palabras no deben ser tomadas como verdades, si es que aún hay quien puede creer que se puede aspirar a un 100% de objetividad cuando se habla de un hecho histórico.
A diferencia de lo que sucede en anteriores novelas, en Las grandes traiciones de México no aparecen personajes ficticios, pero sí hay lugar a hechos, diálogos y situaciones en las que se ven involucrados personajes históricos y que no aparecen en la historia oficial.
Para abrir boca, Moreno nos cuenta la historia de una traición romántica, a cargo de María Ignacia “La Güera” Rodríguez, quien confabulada con su amante, el futuro emperador Agustín de Iturbide, quiso convertirse en emperatriz de México, lo cual incluía, deshacerse de la legítima esposa del “Dragón de Valladolid”.
Para cerrar, el narrador por la que es tal vez la más vil de las traiciones de la historia mexicana y tal vez la más conocida, a cargo de Victoriano Huerta, non plus ultra de los traidores nacionales, quien envío a la muerte artera al presidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
En medio, nos encontramos con la traición de Jesús Guajardo a Emiliano Zapata, los mil y un desvaríos de Antonio López de Santa Anna, Álvaro Obregón, traidor y traicionado y el extraño caso de Oliveria del Pozo, La Carambada, la mujer que habría envenenado a Benito Juárez.
Llama la atención la cantidad de adjetivos que utiliza Moreno y la forma en que como narrador se involucra en la obra, circunstancia que si bien resta una no solicitada objetividad, agrega dosis de intensidad a los relatos.
También se permite emitir cuestionamientos que ponen en entredicho las liturgias sagradas de la historia patria, como cuando señala la apatía absoluta con que el pueblo mexicano se tomó la invasión de Estados Unidos en 1847.
Como sea, lo cierto es que la fórmula de Moreno logra atrapar al lector en sus páginas y lo motiva al fuerte cuestionamiento de algunos hechos históricos.
Tal vez para un pueblo tan desinteresado en su historia como es el mexicano, naturalmente alérgico a los ladrillos académicos de los historiadores serios, la solución sean narradores como Moreno, que sin prostituir el sentido del
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