Las Siete Mujeres Bolivariana
Enviado por intelcore2 • 28 de Marzo de 2014 • 2.567 Palabras (11 Páginas) • 205 Visitas
Los personajes y sus textos
SIETE MUJERES BOLIVARIANAS
MARIA ANTONIA BOLIVAR Y PALACIOS
Caraqueña, hermana mayor de Simón Bolívar, mi niñez fue feliz y segura rodeada de árboles frutales, pájaros que cantaban desde el amanecer, turpiales, azulejos pero los que más le gustaban eran los colibríes. Los rosales de su mamá nunca los olvidare. Todo cambio cuando murió mi padre en 1786 y mamá seis años después, no soporto estar sin su esposo. Ese mismo año que murió mi madre me case con Pablo Clemente, tuvimos 4 hijos y la negra Hipólita vivía conmigo
Simón viva con el tio Carlos y él quería vivir conmigo y así fue, el Tío Carlos me acusó de estimular la fuga de Simón.
En 1814 viajo a Curacao, Bolívar me cuida de los posibles ataques de Boves, de allí viajó a Cartagena de India y a Cuba, acá muere mi esposo, dos años después regresó a Venezuela y Simón triunfador me hereda todos los poderes de la familia.
Nos amamos mucho, aunque yo era realista y Simón patriota, nunca abandone mis ideales, defendí a capa y espada a la monarquía, protegí a los españoles en la Hacienda de Macarao, cuando el Decreto de Guerra a Muerte. Vivió 65 años. Y me consideró una mujer valiente.
LA NEGRA MATEA
Nací en San José de Tiznado, allá en Guárico, desde muy jovencita me fui a vivir al hato El Totumo en San Mateo propiedad de los Bolivar. Me encargue de los quehaceres de la hacienda. Fui la aya de Simoncito, lo cuide, me encargue de su crianza y educación, Hipólita lo amamanto recién nacido, Simón la quería como a su madre; yo en cambio corría, danzaba, jugábamos, nos subiamos a las matas de naranja y comiamos las frutas, nos escondiamos en los cañaverales y nos bañábamos en el río con abundante agua fresca. Fueron años muy bellos.
Recuerdo que le cantaba a mi niño Simón :
Duélmete mi niño
Mi niño Simón
Que allá viene el coco
Con un carrerón,
Mira que tu mae
Con tus hermanitos
Salió a San Mateo,
Salío tempranito.
Duélmete Simón
De mi corazón
Te doy mazamorra
También papelón
Tú si eres inquieto
Ni niño por Dios.
Arroro mi niño
Arroró mi sooó
Duélmete mi niño
Mi niño Simón.
El partió y yo viví toda mi juventud en San Mateo, allí presencie el ataque de Boves y el sacrificio del capitán Ricaurte en1814. En esos días volví a ver a mi Simoncito. Ya era un hombre, un bello hombre.
En 1821 me voy a vivir a Caracas en la casa de María Antonia Bolívar, ella estaba de viaje, regreso unos años después. La gente se asombraba de mi larga vida, estaba considerada una reliquia de antiguos tiempos. Cuando cumplí 103 años, el presidente Guzmán Blanco me invitó a asistir al Panteón Nacional para depositar una corona de flores ante el sarcófago del Libertador, esto lo hice en medio de fuertes aclamaciones del pueblo, llore, llore mucho. 10 años después me voy a reunir con mi niño Simón y mis restos reposan en la cripta de los Bolívar, en la capilla de la Santísima Trinidad, en la Catedral de Caracas.
MARIA TERESA RODRIGUEZ DEL TORO Y ALAIZA.
María Teresa Rodríguez Del Toro y Alaiza, madrileña, huérfana de madre, afortunadamente la relación con mi padre fue maravillosa, fui su compañera a falta de mamá y me encargue también de mis hermanos, a quienes eduque y protegí. Asistía regularmente a los oficios religiosos y me encantaba asistir a reuniones familiares.
Jamás pensé que para finales del siglo XVIII conocería al hombre de mi vida, lo conocí en la Casa del Marquez de Ustariz y nos enamoramos con ardiente pasión. Simón tenía 17 años y yo 19. Papá propuso que deberíamos esperar un tiempo. Hasta que Simón alcanzara su mayoría de edad.
Simón me decía: Amable hechizo del alma mía
Nos casamos en 1802 del Puerto de La Coruña rumba a Venezuela, aunque el viaje al principio fue difícil, mareos, vómitos, después todo mejoró, fueron 27 días de viaje. Desembarcamos en La Guaira y llegamos a la Esquina de Gradillas, donde fuimos agasajados por la numerosa parentela. Después viajamos a San Mateo a la hacienda El Ingenio; Simón allí volvió a ser un niño y los esclavos lo querían mucho, sobre todo su aya. Nos encantaba cabalgar por aquellas tierras, desde San Mateo hasta Turmero.
Simón me trataba con suavidad, como a un cristal, cuando salíamos a recorrer las fincas de Yare y los Valles del Tuy insistía que me quedara en Caracas.
Pero es tan cruel la vida, que es en Caracas donde los gérmenes del paludismo y la fiebre amarilla me atacaron y caí enferma. Simón hizo todo lo posible por salvarme, pero fue inútil, deje de existir.
Simón sufrió tanto y dijo sobre mi tumba: Te amo mucho y tu muerte ha hecho jurar que jamás volveré a casarme.
LUISA CÁCERES DE ARISMENDI
Soy Luisa Cáceres de Arismendi, nací terminando el siglo XVIII.
Crecí rodeada de ideales de libertad, de lucha y sacrificios.
Mi padre Domingo Cáceres, quería que yo me casará con José Felix Rivas, pero mi corazón fue de Juan Baustita Arismendi el mismo momento que lo vi. Continuaba la lucha, mis héroes deben partir. Papá y mi hermano Felix fueron fusilados por los realistas, lloró amargamente estas perdidas.
Inmediatamente debemos partir para salvar nuestras vidas, comienza el peregrinar huyendo de Boves, es la famosa Emigración A Oriente, cuatro de mis tías no soportan el viaje y mueren.
Recuerdo un día que estaba agotada, sin fuerzas, perdida de dolor, y paso en su caballo Simón Bolivar, me acerco su mano y me ayudo a subir al caballo, descanse un buen trecho, creo que hasta me quede dormida.
Llegó a la Asunción con mi madre y mi hermano menor. Allí estaba Juan Bautista esperándonos, ese mismo año me casé con él y fui amada, protegida, pero duro poco, Juan Bautista era perseguido por los realistas y él huyó a las montañas para esconderse.
Para provocarlo me hicieron prisionera, yo estaba embarazada, me encerraron en la fortaleza de Santa Rosa en la Asunción, y tras de maltratos, di a luz una niña que supuestamente estaba muerta, un soldado lanzó el cuerpo de la criatura en un pozo cerca del castillo. Perdí la razón y toda esperanza, de allí me enviaron a la Guaira y luego a un convento en Caracas, finalmente a España, donde también fui victima de presiones para que renegará de mis ideales patriotas, pero jamás los abandone.
En 1818, un teniente que estaba en la madre patria se ofreció a traerme, pase por los Estados Unidos y al fin a Venezuela.
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