Las Tres Historias
Enviado por blanca.gab • 2 de Junio de 2013 • 3.785 Palabras (16 Páginas) • 439 Visitas
Las tres historias
Para cumplir con la obligación de leer un discurso que me acredite —o desacredite— como académico he escogido como tema el resorte microhistórico de Paco de la Maza. Sé lo que no sé y me asusta reflexionar sobre algo perteneciente a mi afición que no a mi competencia. Hubiera querido lanzarme al asunto de mi disertación apoyado en muchos decires célebres, pero por falta de tiempo y porque la literatura sobre la microhistoria es pobre, me echo a caminar casi sin andaderas. 4Dicho sea con temor, el género histórico es múltiple. Supongo que a nadie le costará trabajo coincidir con Braudel: "No existe una historia, un oficio de historiador, sin oficios, historias, una suma de curiosidades, de puntos de vista." Tampoco es arduo convenir con Cervantes en las tres funciones de Clío: testigo del pasado, ejemplo y aviso para el p r e s e n t e y a d v e r t e n c i a p a r a e l p o rv e n i r . T a mb i é n e s f á ci l a ce p t a r d e Nietszche que esa triple función ha procreado tres historias: anticuaria,4. monumental y crítica. La última es la más ambiciosa y campanuda. Nace en la porción más elevada del ser humano, surge de la cabeza. Reconoce como fundador a Tucídides. No sólo juzga, también se propone llegar a las últimas causas del acontecer histórico para poder predecir y aun enderezar el rumbo de los sucesos. Uno de sus fines es librarnos de la cadena. En la época medieval anduvo de la mano con la teología de San Agustín. Más tarde le negó
Dios el derecho y el poder de meterse en el quehacer humano y se escudó en la filosofía de la historia y en las ciencias sistemáticas el hombre. Hoy en día su principal misión parece ser la de ratificar o rectificar las regularidades que vislumbran los filósofos y los científicos sociales en el discurrir histórico y responder a la pregunta ¿a dónde vamos?, pretende ganar la presidencia del provenir, el premio ofrecido por Comte a la "doctrina que explique suficientemente el conjunto del pasado".
La historia monumental es menos pretenciosa. Mientras aquélla se mueve en un ámbito universal, ésta suele circunscribirse al nacional. No generaliza como la crítica. Gusta más de los hechos relampagueantes que de las opacas estructuras. Prefiere los tiempos cortos a los largos La guía una intención pragmático-ética. Ve en las cumbres de la existencia pasada un depósito de modelos para la acción futura. Es la historia de ronce, maestra de la vida, escuela de la política, preparación para el gobierno de las naciones, pilar del nacionalismo. Según Valery *es el producto más peligroso entre los producidos por la química del intelecto humano. Sus propiedades son muy conocidas. Hace soñar, embriaga a los pueblos, engendra en ellos falsos recuerdos, exagera sus reflejos, mantiene sus antiguas llagas, los hace sufrir en el reposo, los conduce al delirio de grandezas o al de persecución, y vuelve a las naciones amargas, soberbias, insoportables y vanas. No enseña rigurosamente nada, porque engloba todo y da ejemplos de todo. Un análisis magistral de la historia de bronce se haya en don Edmundo O'Gorman, en Crisis y porvenir de la ciencia histórica. *5La especie anticuaria es la Cenicienta del cuento. Fluye de manantial humilde; se origina en el corazón y en el instinto. Es la versión popular de la historia, obra de aficionados de tiempo parcial. La mueve una intención piadosa: salvar del olvido aquella parte del pasado propio que ya está fuera de ejercicio. Busca mantener al árbol ligado a sus raíces. Es la historia que nos cuenta el pasado de nuestra propia existencia, nuestra familia, nuestro terruño, de la pequeña comunidad. No sirve para, hacer, pero si para ser. No construye, instruye. Le falta el instinto adivinatorio. No ayuda a prever; simplemente a ver. Su manifestación más espontánea es la microhistoria o historia parroquial. Raíces vitales de la microhistoria.
Sin temor a equivocarse se puede decir que los historiadores anticuarios siempre han sido más numerosos que los monumentales y los críticos. Son más en la vida que no en la literatura. Son más aunque pesen menos. Dispersos en miles y miles de comunas ni se les nota, ni se les cuenta. Incluso, cabe afirmar sin demasiada exageración que todos los seres humanos son microhistoriadores. El rememorar las personas y los hechos del terruño y la estirpe es algo que todo mundo ejecuta cotidianamente. Ni siquiera es concebible una familia, una aldea, un barrio y mil formas más de congregación minúscula, sin deslizamientos hacia el recuerdo microhistórico. Cada grupo de gente unida por lazos de parentesco sanguíneo o espiritual construye normalmente su historia. En otras palabras, la historia local o microhistoria apenas se distingue de la existencia local.
*Por lo mismo, pertenece al reino del folclor, es de la estirpe de Marsyas, el sátiro de la flauta desollado vivo por Apolo, por el aristócrata de la citara. Las historias locales ocupan en la república de la historia un lugar semejante al ocupado por corridos y canciones la república de las letras. A la microhistoria hay que verla como expresión popular. Sólo así se comprende que sus practicantes sean muchos aficionados y pocos profesionistas. No es que la hagan escribas anónimos, como pasa con los corridos, pero si escritores de la plaza pública que no de la torre de marfil. No importa de qué grupo social sean, pero sí que no sean únicamente intelectuales. Casi nunca reciben su soldada de instituciones universitarias aunque es frecuente que vivan de algún mecenas rico y poderoso. Admiten los adjetivos de amateur, paniaguado y bohemio. No mantienen un contacto regular con sus congéneres. En los cafés y cantinas se mezclan con todo mundo. Rara vez comparten la vida de una sociedad sabia o escriben en periódicos 6científicos. No es insólito que pertenezcan a una bohemia donde se intercambien productos intelectuales de valía popular y no oculta, donde se recite sin rubor "El brindis del bohemio". Por lo demás, es difícil definirlos porque a la mies microhistórica acuden operarios de muy
desigual condición. Unos son abogados, sacerdotes, médicos, poetas, políticos o personas que apenas saben leer y escribir. Y sin embargo es posible rastrear en ellos algunos rasgos comunes: quizá el más notorio sea el ego emocional, la actitud romántica.
*Emociones que no razones son las que inducen al quehacer microhistórico. Las microhistorias manan normalmente de un amor (a veces ferocidad amorosa) a las raíces, de un amor melancólico, como aquel de Manuel Machado:
Me siento a veces triste...
Mi pensamiento entonces
Vaga junto a las tumbas de los muertos, Y en torno a los
cipreses y los sauces
que abatidos se inclinan... y me acuerdo.
En Herodoto se lee que
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