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Las Venas Abiertas De America Latina


Enviado por   •  18 de Enero de 2013  •  2.754 Palabras (12 Páginas)  •  362 Visitas

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Las venas abiertas de América latina

Primera parte, La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra; fiebre de oro, fiebre de plata.

Cuando Cristóbal Colon decidió atravesar los vacios al oeste de la Ecumene, Cristobal Colon había aceptado un gran desafío ya que las personas pensaban que lo iba a hacer era una tontería. El jamás imagino que las tempestades jugarían con su destino, y sus naves. Según creían los hombres del siglo XV, y el mundo era entonces el mar Mediterráneo con sus costas de ambigua proyecciones hacia África y Oriente y no más.

Los noruegos no sabían que la habían descubierto hacia largo tiempo, el propio colon murió, después de sus viajes, todavía convencido de que había llegado al Asia por la parte trasera. En 1492, cuando la bota española llego por primera vez a las Bahamas, el Almirante creyó que estas islas eran una avanzada de Japón.

1492 no fue solo el año del descubrimiento de América, España vivía el tiempo de la reconquista, el nuevo mundo nacido de aquella equivocación de consecuencias grandiosas. Fernando de Aragón e Isabel de Castilla abatieron a comienzos de 1492. Había costado casi ocho siglos recobrar lo que se había perdido en siete años, y la guerra de la reconquista había agotado el tesoro real. Un puñado de caballeros, doscientos infantes y unos cuantos perros especialmente adiestrados para el ataque diezmaron a los indios. Más de quinientos, enviados a España, fueron vendidos como esclavos en Sevilla y murieron miserablemente. Pero algunos teólogos protestaron y la esclavización de los indios fue formalmente prohibida al naces el siglo XVI. La fanática misión contra le herejía de los nativos se confundía con la fiebre que desataba, en las huestes de las conquista, el brillo de los tesoros del Nuevo Mundo. Colon quedo deslumbrado, cuando alcanzo el atolón de San Salvador, por la colorida transparencia del Caribe, el paisaje Verde, la dulzura y la limpieza del aire, los pájaros esplendidos y los mancebos. A los indígenas les mostró las espadas que ellos no conocían. Mientras tanto Cristóbal buscaba oro y se percataba que los indígenas usan oro en su nariz y que existía un rey que tenía aun más. En su tercer viaje Colón seguía creyendo que andaba por el mar de China cuando entro en las costas de Venezuela. Con despecho escribía Colón a los reyes, desde Jamaica, en 1502: Cuando lo descubrí las Indias, dije que eran el mayo señorío rico que hay en el mundo. Yo dije del otro, perlas, piedras, preciosas, especias. El oro y la plata eran las llaves que el renacimiento empleaba para abrir las puertas del paraíso en el cielo y las puertas del mercantilismo capitalista en la tierra.

Nació el mito de Eldorado, el monarca bañado en oro que los indígenas inventaron para alejar a los intrusos: desde Gonzalo Pizarro hasta Walter Raleigh, muchos lo persiguieron en vano por las selvas y las aguas del Amazonas y el Orinoco.

El espejismo del “cerro que manaba plata” se hizo realidad en 1545, con el descubrimiento de Potosí. Había oro y plata en grandes cantidades, acumulados en la meseta de México y en el altiplano andino. Hernán Cortes revelo para España en 1519 la fabulosa magnitud del tesoro azteca de Montezuma y quince años después llego a Sevilla el gigantesco rescate, un aposento lleno de oro y dos de plata, que Francisco Pizarro hizo pagar al Inca Atahualpa antes de estrangularlo.

El tratado de Tordesillas, suscrito en 1493, permitió a Portugal ocupar territorios más allá de la línea divisora trazada por el Papa, y en 1530 Marín Alfonso de Sousa fundo las primeras poblaciones portuguesas en Brasil, expulsando a los franceses. En 1513, el Pacifico resplandecía ante los ojos de Vasco Núñez de Balboa; en el otoño de 1522, retornaban a España los sobrevivientes de la expedición de Hernando de Magallanes que habían unido por primera vez ambos océanos.

Había de todo entre los indígenas de América pero ninguna de las culturas nativas conocía el hierro ni el arado, ni el vidrio ni la pólvora, ni empleaba la rueda.

Los indígenas fueron, al principio, derrotados por el asombro: por todas partes venían envueltos sus cuerpos, solamente aparecen sus caras. Tenían caras blancas como si fueran cal. Tiene el cabello amarillento aunque algunos lo tenían negro. Montezuma creyó que era el dios Quetzalcoalt quien volvía. El dios Quetzalcoalt había venido por el este y por el oeste se había ido: era blanco y barbudo.

A tiros de arcabuz, golpes de espada y soplos de peste, avanzaban los implacables y escasos conquistadores de América. Después de la matanza de Cholula, Moctezuma envió nuevos emisarios al encuentro de Hernán Cortes, quien avanzo rumbo al valle de México. Hubo guerra, y finalmente Cortés, que había perdido Tenochtitlan, la reconquisto en 1521. La ciudad, devastada, incendiada y cubierta de cadáveres, cayó.

Pedro Alvarado y sus hombre se abatieron sobre Guatemala y eran tantos los indios que mataron, que se hizo un río con su sangre, que viene a ser el Olimptepeque.

Antes de que Francisco Pizarro degollara al inca Atahualpa, le arranco un rescate en andas de oro y plata que pesaban más de veinte mil marcos de plata fina y 326.000 escudos de otro finísimos. Después se lanzo sobre Cuzco.

En Potosí la plata levanto templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la fiesta, derramo la sangre y el vino, encendió la codicia y desato el despilfarro y la aventura. España mando a traer gente a america y la población en potosí creció rápidamente entre 1543 a 1650, de tal manera que en solo 28 años ya tenía la misma cantidad de habitantes que Londres y superaba a Sevilla, Madrid, Roma o París. El emperador Carlos V dio prontas señales de gratitud otorgando a Potosí el titulo de villa imperial.

A mediados del siglo XVI se había llegado al colmo de autorizar la importaciones de tejidos extranjeros al mismo tiempo se prohibía toda exportación de paños castellano que no fueran a América.

El siglo XVII fue la época del pícaro, el hambre y las epidemias. Era infinita la cantidad de mendigos españoles, pero ello no impedía que también los mendigos extranjeros afluyeran desde todos los rincones de Europa. Los Borbones dieron a la naciones una apariencia más moderna pero a fines del siglo XVII el clero español tenia nada menos que doscientos mil miembros y el resto de las poblaciones improductiva no detenía su aplastante desarrollo, a expensas del subdesarrollo del país. En los siglos XVI y XVII, el cerro rico de Potosí fue modo u otro, la economía chilena, que le proporcionaba trigo, carne, seca, pieles y vinos; la ganadería y las artesanías de Córdoba y Tucumán.

En el siglo XVII, el padre Gregorio

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