Los Barbaros
Enviado por erick037 • 10 de Noviembre de 2013 • 9.983 Palabras (40 Páginas) • 374 Visitas
LOS BÁRBAROS Y LOS ORÍGENES DE
LAS NACIONES EUROPEAS
Las grandes invasiones que se abatieron sobre el Imperio romano desde finales del
siglo IV hasta mediados del siglo VI, empezando por los godos de Alarico y terminando
con los longobardos de Alboino, constituyeron objeto privilegiado de la historiografía
alemana desde el siglo XIX. Y ello por razones obvias. La mayoría de sus principales
actores político-militares eran germanos, que habrían protagonizado así la primera
gran gesta de la nación germana, precedente histórico de la nación alemana (deutsche),
que ahora con la constitución del segundo Reich en el salón de los espejos del palacio
de Versalles parecía poder volver a cumplir con su pretendido destino de grandeza en
Europa. Por otro lado, y siguiendo la metodología institucionalista de entonces, parecía
oportuno prestar especial atención a las instituciones sociopolíticas (Verfassungsgeschichte)
que habían encauzado esa dinámica de migración y fundación de nuevos Estados
y etnias, en un proceso contradictorio de unificación y fragmentación política.
Esa historiografía alemana ochocentista llamaba “período de la migración de los
pueblos” (Völkerwanderungszeit) a la historia europea desde finales del siglo IV a mediados
del VI. Centurias en las que se habrían desarrollado las grandes invasiones protagonizadas
por pueblos, en su mayoría germanos, que habitaban al norte y al noreste
de las fronteras europeas del Imperio romano, que habrían acabado con la realidad estatal
de este último en su porción occidental, dando en su lugar nacimiento a una serie
de reinos romanogermánicos. Este concepto de “migración de pueblos” quería ser fundamentalmente
descriptivo, evitando cualquier valoración moral o política del proceso,
como hubiera sido la utilización del término “bárbaro” o similar, con evidentes connotaciones
éticas. Prototipo de esa historiografía alemana sería la obra de Ludwig Schmidt
(1859-1917), Historia de las estirpes alemanas durante el período de la migración de
los pueblos, con un volumen dedicado a los llamados pueblos germanos occidentales y
otro a los orientales.1 Y resulta significativo que esta nomenclatura haya sido capaz de
superar el terrible trauma que para toda la cultura alemana supuso la derrota en la Se-
CHE LXXX, 2006, pp. 7-23.
1 Geschichte der deutschen Stämme bis zum Ausgang der Völkerwanderung. De ella hay dos ediciones
diferentes, una de 1909 (Berlín-Munich) y otra de 1938-1940 (Die Westgermanen) y 1934 (Die Ostgermanen).
En la solapa de la segunda edición dedicada a los orientales el editor muniqués se ufanaba de que
se trataba de un libro que el Führer consideraba especialmente útil para ser tenido por cada buen alemán en
su mesilla de noche; más significativos son los famosos Tischgespräche de A. Hitler en la fase final de la
guerra, en los que afirmó que de los períodos de la historia alemana el todavía más valioso era el del Imperio
medieval, “esa gran epopeya” iniciada con la destrucción del Imperio romano (citado por E. NOLTE, Der
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gunda Guerra Mundial y la vergonzosa caída del III Imperio. De esta forma la veremos
usada en dos modernas síntesis debidas a historiadores de cultura alemana, de los que
uno es de tradición marxista. La primera sería la síntesis realizada por un grupo de historiadores
y arqueólogos, bajo la dirección de Bruno Krüger y bajo los auspicios científicos
y editoriales de la Academia de Ciencias de Berlín, de hecho un organismo estatal
de la extinta República Democrática Alemana.2 La segunda síntesis se debe a la pluma
del académico austríaco Herwig Wolfram, sin duda el historiador vivo más prestigioso
en lengua alemana y especialista en esta época.3
Frente a esos usos propios de la historiografía de tradición alemana, las lenguas románicas
han popularizado la expresión “las invasiones bárbaras” para referirse a esos
mismos hechos históricos. Ejemplo expresivo de un tal uso puede ser la última gran síntesis
francesa sobre esos siglos decisivos de la historia europea: la escrita por la profesora
de Montpellier Emilienne Demougeot con el título de La formación de Europa y
las invasiones bárbaras.4 Lo que constituye todo un símbolo, pues había sido la historiografía
francesa del XIX la que tuvo más interés en hacer una valoración negativa de
las invasiones germanas, por más que el mismo origen de Francia como nación debiera
mucho a la monarquía franca de los Merovingios. Así, por ejemplo, la síntesis sobre
el Imperio romano del siglo IV que a finales de los años treinta publicó el gran André
Piganiol, y que de inmediato se constituyó en un clásico de la historiografía francesa sobre
el Bajo Imperio, contestando a la siempre inquietante pregunta acerca de la desaparición
del Imperio romano en Occidente y sobre el fin de la cultura antigua, terminaba
afirmando que aquél “no había muerto de muerte natural, sino que había sido asesinado”
por esos invasores bárbaros.5
La verdad es que estos diversos usos y tradiciones historiográficos6 tienen su explicación
última en la misma historia de nuestra civilización occidental y europea, tal y
como ha venido desarrollándose en los tiempos contemporáneos. El testimonio más elocuente
de una tal afirmación lo ofrece el francés Fustel de Coulanges (1830-1889). El
autor de la admirable Cité antique constituyó con el épico Michelet el otro gran historiador
francés especialmente preocupado por ofrecer una versión francesa sobre la época
de la entonces llamada “primera dinastía nacional” o de los Merovingios.7 Lo que no
dejaba de ser una empresa harto arriesgada en la medida en que esa historia estaba entonces
dominada por la aparentemente imbatible historiografía alemana de inspiración
Faschismus in seiner Epoche, Munich, 1963, 614). Sobre el interés del III Reich por las llamadas también
“Antigüedades germanas” y la historia de las invasiones vid. WERNER, K.F., Das NS-Geschichtsbild und die
deutsche Geschichtswissenschaft, Stuttgart-Berlín-Colonia-Maguncia, 1967, pp. 38 y 62 y especialmente pp.
71-87.
2 KRÜGER, B. (ed.), Die Germanen. Ein Handbuch, I-II, Berlín, 1983. Como ha dicho recientemente
H. Wolfram estos dos volúmenes están llenos
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