Los Giros Politicos De America Latina

Los giros políticos en América Latina

Frente al revolucionario empecinamiento de Fidel Castro y de Hugo Chávez, en América Latina se va desdibujando ese impulso libertario que sopló hace tan solo dos años con la llegada de Lula al gobierno de Brasil primero y la sorpresiva aparición de Néstor Kirchner en la Argentina.

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Por

Jorge Benedetti

A este viento de cambio y de mirar hacia nuestras raíces latinoamericanas se le sumaba el sueño de la victoria del Frente Amplio en Uruguay y de Evo Morales y el MAS en Bolivia, como única salida política para frenar la rebelión decidida a terminar con la entrega del patrimonio nacional.

Discurso sobre discurso, ni bien Kirchner habló pestes del Fondo Monetario Internacional y criticó a las empresas transnacionales y a los políticos entreguistas de la década del ’90, el presidente paraguayo, Nicanor Duarte Frutos, dejó de lado su pertenencia al partido colorado para hablar de la recuperación de la nacionalidad y de la grandeza de su patria.

Atrás había quedado esa carrera insólita por ser el país más “mimado” por los Estados Unidos en la que se habían destacado Carlos Menem, Alberto Fujimori y Fernando Enrique Cardoso.

De la mano del pueblo de Venezuela y de su presidente Chávez, las ideas de Patria Grande de Bolívar y San Martín volvían a nacer y a ser posibles.

Pero la realidad política, ese desgaste de gobernar que sufren quienes asumen la responsabilidad de conducir los destinos de nuestros pueblos, fueron “lavando” aquellas primeras intenciones de liberación y poco a poco, los nuevos gobernantes vienen dejando de lado aquellos preceptos libertarios.

El primer año de gobierno de Luis Inacio Lula Da Silva en Brasil es uno de los ejemplos. A pesar de haber iniciado su batalla más importante contra el hambre, los acuerdos políticos y algunas decisiones tomadas por su gobierno generaron el rechazo entre los principales líderes de su partido de los Trabajadores.

Kirchner, por su parte, se debate entre la construcción de un discurso contestatario y la tarea de hacer un “país en serio”, “creíble” y “previsible”, tres términos dirigidos hacia los poderosos del mundo antes que al pueblo argentino.

Su intento de equilibrio político entre la reconstrucción de un país devastado y la paulatina aceptación de las imposiciones de los Estados Unidos lo van llevando hacia una posición incómoda en relación a la posibilidad de unidad de América Latina con la que soñamos cuando llegó al poder hace un año.

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