Los Tres Monarcas
Enviado por juancarlosleal • 19 de Febrero de 2015 • 500 Palabras (2 Páginas) • 343 Visitas
En qué me confrontó. ¿Cómo se puede saber con certeza que el hombre bajo el cual se está bajo autoridad es rey, según el orden del rey Saúl, o es un ungido del Señor, según el orden del rey David. El autor establece que ningún hombre puede realmente saber quién verdaderamente es un David o un Saúl, que sólo Dios lo sabe. No se puede asumir la autoridad de Dios y hacerle la guerra al Saúl, no se puede hacer casi nada o tal vez nada. Sólo al paso del tiempo la conducta del líder revelará mucho acerca de él; pero a la misma vez, de la manera en que se reacciona ante un líder, sea un David o un Saúl, revelará mucho acerca de quién es verdaderamente.
En qué estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo con el autor cuando dice que el joven sabio David no añadía ni una sola palabra a las murmuraciones que oía de los gobernantes Saúl y Absalón porque era demasiado magnánimo. Clausuraba todas estas palabras de escasez con una humilde palabra de condescendencia hacia los que tenían la responsabilidad de gobernar. Además, expuso que algún día tendría que dar su opinión; y sí llegó ese día en que se lamentó y se manifestó su justa cólera convertida en un controlado y sereno mensaje de fuerza, pero nunca hablando contra el Rey, el ungido de Dios.
En qué no estoy de acuerdo. Cuando el autor establece que ningún hombre puede realmente saber quién verdaderamente es un David o un Saúl, y que sólo Dios lo sabe. Yo creo que sí se sabrá porque él mismo añade que al pasar el tiempo con la conducta del líder se sabrá si uno es de la orden de uno o del otro. Lo que hay que tener cuidado es cómo uno reaccionará ante un líder, lo cual revelará también si uno es un David o un Saúl.
Cómo me puede ayudar a mejorar en el ministerio. Emulando o imitando la gran verdad que menciona el autor en cuanto a qué puede hacer uno cuando el rey decide usarlo como blanco en sus prácticas de tiro y qué sucede si el joven decide no devolver el golpe. Él recomienda lo siguiente: (1) simular que no se vean las lanzas, aun cuando vengan directamente contra uno (2) aprender a esquivar rápidamente el golpe (3) aparentar que nada ha sucedido. Seguir también el ejemplo de David que descubrió tres principios que impidieron que lo hirieran con las lanzas: (1) no aprender nada acerca del arte elegante y fácil dominio de la lanza (2) apartarse de la compañía de todos los lanceros (3) mantener la boca herméticamente cerrada. De esta manera nunca será tocado por las lanzas, aun cuando le atraviesen el corazón. Si se aplican estas enseñanzas en cualquier ministerio se podrá simular, esquivar y aparentar que no se verán los ataques que vengan; y así se podrá salir vencedor, apartándose de lo que pueda dañarle, manteniéndose con seguridad y control de toda situación.
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