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Los hombres de la llamada Edad de Bronce defraudaron al dios Zeus


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2017  •  Apuntes  •  6.862 Palabras (28 Páginas)  •  429 Visitas

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Deucalión y Pirra

     Los hombres de la llamada Edad de Bronce defraudaron al dios Zeus. Eran una raza cruel y viciosa que solo vivían por y para la guerra. Descubrieron el bronce, metal que empleaban para construir armas y herramientas que luego utilizaban para matarse entre ellos. 

     Zeus aborrecía a los hombres de la Edad de Bronce y decidió que debía acabar con ellos. Ahogarlos en un gran diluvio fue la solución. Sólo salvó a dos justos, Deucalión y su espora Pirra, "la rubia".

     Deucalión era hijo de Prometeo y Clímenes y su mujer Pirra de Epimeteo y Pandora, la primera mujer. Aconsejados por el titán Prometeo (que tenia el don de la profecía), Deucalión construyó un "arca", un gran cofre en el que se introdujeron. Durante nueve dias y nueve noches estuvieron flotando en las aguas del diluvio, hasta que llegaron a las montañas de Tesalia. Desembarcaron allí y cuando las aguas se retiraron se dirigieron al oráculo de Temis  para consultar como debían repoblar la tierra. Según otra versión  Zeus envió a su heraldo Hermes para concederles un deseo y Deucalión pidió tener compañeros. Tanto el oráculo como Zeus indicarón a Deucalión y a Pirra que lanzasen los huesos de su madre por encima de sus hombros, sin volver la vista atrás. 

     En un primer momento Pirra se espantó de esta acto impío pero  comprendió que se trataba de piedras, los huesos de Gea, la gran madre. Así que Deucalión lanzó por encima de sus hombros piedras y de éstas nacían hombres y de las lanzadas por Pirra, mujeres.

Apolo y Daphne

Apolo, gran cazador, quiso matar a la temible serpiente Pitón que se escondía en el monte Párnaso.

Habiéndola herido con sus flechas, la siguió, moribunda, en su huída hacía el templo de Delfos. Allí acabó con ella mediante varios disparos de sus flechas.

Delfos era un lugar sagrado donde se pronunciaban los oráculos de la Madre Tierra. Hasta los dioses consultaban el oráculo y se sientieron ofendidos de que allí se hubiera cometido un asesinato. Querían que Apolo reparase de algún modo lo que había hecho, pero Apolo reclamó Delfos para sí. Se apoderó del oráculo y fundo unos juegos anuales que debían celebrarse en un gran anfiteatro, en la colina que había junto al templo.

Orgulloso Apolo de la victoria conseguida sobre la serpiente Pitón, se atrevió a burlarse del dios Eros por llevar arco y flechas siendo tan niño:

-¿Qué haces, joven afeminado -le dijo-, con esas armas? Sólo mis hombros son dignos de llevarlas. Acabo de matar a la serpiente Pitón, cuyo enorme cuerpo cubría muchas yugadas de tierra. Confórmate con que tus flechas hieran a gente enamoradiza y no quieras competir conmigo.

Irritado, Eros se vengó disparándole una flecha, que le hizo enamorarse locamente de la ninfa Daphne, hija de la Tierra y del río Ladón o del río tesalio Peneo, mientras a ésta le disparó otra flecha que le hizo odiar el amor y especialmente el de Apolo.

Apolo la persiguió y cuando iba a darle alcance, Daphne pidió ayuda a su padre, el río, el cual la transformó en laurel. En otras versiones, Daphne pide ayuda a su madre Gea. La metamorfosis de Daphne ha sido magistralmente descrita por Ovidio:

“Apenas había concluido la súplica, cuando todos los miembros se le entorpecen: sus entrañas se cubren de una tierna corteza, los cabellos se convierten en hojas, los brazos en ramas, los pies, que eran antes tan ligeros, se transforman en retorcidas raíces, ocupa finalmente el rostro la altura y sólo queda en ella la belleza”.

Este nuevo árbol es, no obstante, el objeto del amor de Apolo, y puesta su mano derecha en el tronco, advierte que aún palpita el corazón de su amada dentro de la nueva corteza, y abrazando las ramas como miembros de su cariño, besa aquél árbol que parece rechazar sus besos. Por último le dice:

-Pues veo que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás un árbol consagrado a mi deidad. Mis cabellos, mi lira y aljaba se adornarán de laureles. Tú ceñirás las sienes de los alegres capitanes cuando el alborozo publique su triunfo y suban al capitolio con los despojos que hayan ganado a sus enemigos. Serás fidelísima guardia de las puertas de los emperadores, cubriendo con tus ramas la encina que está en medio, y así como mis cabellos se conservan en su estado juvenil, tus hojas permanecerán siempre verdes.

Existe otra versión del mito en la que Daphne es hija de Amiclas. Gran amante de la caza y de las montañas lejanas a las ciudades, es la preferida de Artemisa. Leucipo, hijo del rey de Élide, Enómao, estaba enamorada de ella, por lo que se vistió de mujer para poder acercársele. Así disfrazado se convirtió en su compañero inseparable, hasta que Apolo, celoso, inspiró a Daphne y sus compañeras el deseo de bañarse en una fuente.

Leucipo se negó pero sus ellas le obligaron a desnudarse, descubriendo así su engaño. Furiosas, se lanzaron sobre él, pero los dioses lo volvieron invisible. Entonces, Apolo se precipitó para atrapar a Daphne pero ella consiguió escapar y le rogó a Zeus que la convirtiera en laurel, que es el significado de Daphne en griego.

Simbología: Apolo era el dios de la música y de las artes. La lira de siete cuerdas era el instrumento particular de Apolo; la corona de laurel, tradicionalmente se colocaba en la cabeza de músicos y poetas.

A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas ví que se tornaban, los cabellos que al oro oscurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún balbuciendo estaban; los blancos pies en la tierra se incaban y en torcidas raíces se volvían Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza que llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! Que con lloralla cresca cada día la causa y la razón por qué lloraba.

Narciso

Narciso era hijo del dios boecio del río Cefiso y de Liriope, una ninfa acuática. El famoso vidente Tiresias ya había hecho la predicción de que viviría muchos años, siempre y cuando no se viese a sí mismo. A los 16 años Narciso era un joven apuesto, que despertaba la admiración de hombres y mujeres. Su arrogancia era tal que, tal vez a causa de ello, ignoraba los encantos de los demás. Fue entonces cuando la ninfa Eco, que imitaba lo que los demás hacían, se enamoró de él. Con su extraña característica, Eco tendía a permanecer hablando cada vez que Zeus hacía el amor con alguna ninfa. Narciso rechazó a la pobre Eco, tras lo cual la joven languideció.

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