MOVIMIENTO OBRERO Y ANARCO-SINDICALISTA

MOVIMIENTO OBRERO Y ANARCO-SINDICALISTA

Sin embargo los primeros brotes de inconformidad popular que preludiaron el inicio de la lucha armada no partieron del campesinado, sino del proletariado citadino, fruto del desarrollo industrial en las concentraciones urbanas, del impulso dado a los ferrocarriles y del engrosamiento del ejército a través de la leva^[1].

En la primera década del siglo XX fueron las huelgas obreras y no los levantamientos campesinos los que expresaron el descontento nacional. Destacan tres importantes huelgas ferrocarrileras en 1903, 1906 y 1908 sucedidas en San Luis Potosí, con importantes ramificaciones en Nuevo León, Aguascalientes y Chihuahua, siendo los trabajadores de este sector, quienes contaban con las más sólidas organizaciones sindicales de la época.

Sin embargo, fueron los trabajadores mineros y textiles quienes organizaron las huelgas que trascenderían en la historia de nuestro país: Cananea y Río Blanco.

LA HUELGA DE CANANEA

El primero de dichos movimientos sucede en el mismo año que la segunda gran huelga ferrocarrilera: 1906. Calificado como una de las expresiones del descontento obrero del porfirismo, responde a una situación especifica y no a una condición general de la clase obrera mexicana dado que los obreros de Cananea disfrutaban de un salario y preparación, un poco más alto que el resto de los asalariados del país, contándose entre sus dirigentes gentes preparadas para la lucha social, con una clara influencia flores-magonista, tal es el caso de Manuel M. Diéguez, Francisco M. Ibarra y Esteban Baca Calderón, destacados activistas formadores de la organización obrera denominada ‘Unión liberal Humanidad’, fundada el 16 de enero de 1906, de la que ostentaban los cargos de Presidente, Vicepresidente y Secretario, respectivamente. Destaca también la participación de Lázaro Gutiérrez de Lara, presidente del llamado ‘Club Liberal de Cananea’.

Los mineros de Cananea, mina de Cobre del Norte de Sonora explotada por una empresa estadounidense, liderados por los citados personajes de clara influencia anarquista, consignaron sus peticiones en un documento que el llamado ‘Comité de Huelga’ a instancia de las autoridades, presentó a la citada empresa el 1º de junio de 1906, y que en su parte conducente expone:

“1. Queda el pueblo obrero declarado en huelga.

2. El pueblo obrero se obliga a trabajar sobre las condiciones siguientes:

1. La destitución del empleo del mayordomo Luis Nivel (19)
2. El mínimo sueldo del obrero será cinco pesos con ocho horas de trabajo.
3. En todos los trabajados de la Cananea Consolidated Cooper Co., se ocuparán el setenta y cinco por ciento de mexicanos y el veinticinco por ciento de extranjeros, teniendo los primeros las mismas aptitudes que los segundos.
4. Poner hombres al cuidado de las jaulas, que tengan nobles sentimientos para evitar toda clase de fricción”
5. Todo mexicano, en los trabajos de esta negociación, tendrán derecho a ascenso según se lo permitan sus aptitudes.

El 1º de julio 3,000 huelguistas se manifestaron por las calles de Cananea enarbolando banderas rojas y carteles e instando a quienes seguían laborando a unirse a la manifestación, los trabajadores inconformes se unieron en su totalidad al movimiento, sumando 5,500 los manifestantes, cesando todo trabajo minero. Los agentes de la empresa reprimieron el movimiento y mataron a un manifestante, los trabajadores respondieron la agresión matando a agentes de la empresa, iniciando una lucha armada que duró dos días entre los obreros mal armados (básicamente mediante la toma de armas empeñadas en algunos montepíos que a su paso, y una vez iniciada la revuelta, tomaron por asalto), y los agentes mandados por el Gobernador de ese Estado, Rafael Izábal. La desigualdad en el combate definió la victoria a favor de las tropas oficiales, condenando a largos años de cárcel a sus principales dirigentes, en la fortaleza de San Juan de Ulúa, en el Puerto de Veracruz, personajes que años más tarde habrían de ser liberados por los revolucionarios^[2].

        A pesar de la derrota, la huelga de Cananea establece los precedentes del movimiento obrero mexicano. Consagrando por primera vez en una exigencia proveniente del movimiento obrero, la jornada y salario mínimo, la igualdad en el trato a los trabajadores y la proporción mayoritaria de trabajadores nacionales en una empresa establecida en suelo mexicano.

        Desde el punto de vista político, este movimiento evidencia la parcialidad gubernamental a favor de la burguesía industrial y en especial de la extranjera, contribuyendo decididamente al desprestigio de los gobiernos federal y local, y su incapacidad de conciliar los intereses de las estas clases cada vez más antagónicas. .

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